La magnífica reimaginación de 'Battlestar Galactica' a cargo de Ronald D. Moore tenía un motto memorable y certero. Ese «Todo esto ha pasado y volverá a pasar» con una idea cíclica del mundo y de la historia resonaba en mi mente mientras 'Evangelion:3.0+1.01 Thrice Upon A Time' acometía sus últimos compases, uniendo (o más bien cerrando) todo el círculo que Hideaki Anno comenzó hace más de un cuarto de siglo.
Estrenada fuera de Japón como exclusiva de Amazon Prime Video, la cuarta y última entrega del Rebuild de Evangelion aterrizaba en nuestras pantallas con ganas de darnos de todo lo que nos merecemos los fans del anime. Y eso que tenía mis dudas debido a cierta decepción de tono (o el desarrollo) de 'You can (Not) Redo', la tercera película.
Por cierto, a partir de aquí spoilers de todo el Rebuild de Evangelion
Sin embargo, los primeros minutos de 'Thrice Upon a Time' sirvieron para reconciliarme (que en realidad no estaba muy enfadado) con la propuesta de Hideaki Anno. Primero porque en su afán de mostrarnos este camino de desesperación y agonía de Shinji (y compañía, pero sobre todo el Tercer Niño) el guion de 'Evangelion:3.0 You Can (Not) Redo' parecía haberse olvidado de desarrollar este desolado mundo post (casi)tercer impacto y los principales contendientes en la batalla entre Wille y NERV.
Segundo porque el trepidante ritmo que estábamos teniendo hasta ahora no dejaba hacer algo que 'Neon Genesis Evangelion' hacía muy bien: poner a sus personajes frente al espejo, de procesar todo lo que les está pasando, analizar sus personalidades y sus traumas, pausarles de algún modo para inflexionar y posteriormente crecer. Algo que estaba sorprendentemente ausente en todo el Rebuild.
Una reconstrucción con luces y sombras
El plan de ruta de Anno con su versión definitiva tenía a ratos mejores intenciones que desarrollo. 'Evangelion:1.0 You Are (Not) Alone' era demasiado cercano a un resumen de los primeros episodios de la serie (con leves cambios y mayor presupuesto); 'Evangelion:2.0 You Can (Not) Advance' ya se liberaba de lo visto hasta entonces para divergir y dar el inicio real a la nueva historia.
Aun siendo una primera mitad de la tetralogía bastante notable, el guion no estaba bien engrasado a la hora de relatar los acontecimientos y la sucesión de Ángeles exterminadores y consiguientes batallas y dilemas. Un problema no tanto de historia sino de cierta desconexión entre los diferentes actos de cada película, dando la sensación de estar viendo un montaje de una serie que de algo unitario.
Entonces, por un lado teníamos toda la acción espectacular que, por problemas de tiempo y dinero, se nos privó. Por el otro, se descuidaba la parte de exploración mental de los personajes. Si bien había ciertos apuntes y fetiches (la muñeca de Asuka, el walkman de Shinji, las gafas de Rei...) no terminábamos de rascar más que la superficie de este trío de adolescentes en sus respectivas caída a los infiernos personales.
Con la segunda mitad de la saga parece que llegamos a lo que realmente quería contar Hideaki Anno. A pesar de la espiral de sadismo aparentemente gratuita de la tercera película (que podríamos llamar "¡¿Por qué, Shinji, por qué?!") la cuarta se muestra agradecidamente optimista mostrándonos aquello que estaba oculto y dándonos un momento de descanso.
Regreso al Evangelion de siempre
El primer acto es ese momento de pausa. Sin dejar de lado la acción espectacular con la que comienza, un Shinji con una depresión profunda, una Asuka a la defensiva y una Rei en plena crisis de identidad tienen la oportunidad de reencontrarse con amigos y consigo mismos en Pueblo-3. Gente que no ha cambiado, que no ha madurado todavía, ven a sus amigos convertidos plenamente en adultos, con su vida avanzada, padres, médicos, ingenieros...
Tras este acto, tan tranquilo en apariencia como vital en todo lo que sucede después, llega la acción casi sin frenos de una segunda mitad en la que la misión principal es evitar el Cuarto impacto. Y aquí es donde Hideaki Anno despliega todo su poderío de narrativa apoyado en una animación absolutamente espectacular que desemboca en un tercer acto que es puro Evangelion.
Tanto que podemos hablar de él como una reimaginación de los episodios 25 y 26 de la serie mezclado audazmente con elementos de 'The End of Evangelion'. Todo esto realizado sin traicionar lo que se ha reconstruido hasta ahora. Y cuando digo una nueva versión es que tenemos un remix de esos elementos, de esas conversaciones interiores y exteriores, esas mezclas de animaciones y, además, ese redescubrimiento del propósito vital de uno mismo.
Ese "todo esto ha pasado antes y volverá a pasar" al que aludía al comienzo de esta crítica se dejan entrever en las palabras de Kaworu, en las ideas finales de Shinji, que reflejan el pensamiento del autor de la saga. Él ha contado lo que quería contar (dos veces), está dejando ir a sus personajes, a su anime. Quién sabe si algún otro cogerá las riendas.
En definitiva 'Evangelion:3.0+1.01 Thrice Upon A Time' es una colosal conclusión a una saga de anime llamada a ser eterna. Una despedida que ha recogido toda la esencia de estos 26 años para ofrecernos una historia tan espectacular como reflexiva.
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