'Este mundo no me hará mala persona' es una fabulosa serie de Netflix: Zerocalcare mezcla genialmente el ascenso de la ultraderecha con la desesperanza millennial y el humor generacional

'Este mundo no me hará mala persona' es una fabulosa serie de Netflix: Zerocalcare mezcla genialmente el ascenso de la ultraderecha con la desesperanza millennial y el humor generacional

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Hay quien pretende que en la crítica de cine y televisión no haya hueco para la política, como si Costa-Gavras hablara de un domingo en el parque o 'El ala oeste de la Casa Blanca' fuera una amable comedia blanca donde poder hablar de sus mordaces naderías. Si una serie como 'Este mundo no me hará mala persona' se toma la molestia de bajar al lodo en un tiempo y posicionarse en un tiempo en el que la división política y social es cada vez más latente (y peligrosa), la labor de quien la comenta no puede limitarse a reír los chistes sobre 'Star wars' y el running gag "¿Vamos a comer helado?". Zerocalcare es valiente a la hora de marcar matices, límites y grises en su intento de explicación del ascenso de la ultraderecha, y lo mínimo que le debemos a una obra así es claridad en el discurso. Todo lo demás es solo ruido.

Cortar por la línea del fascismo

Adoré 'Cortar por la línea de puntos', un análisis del desencanto millennial que tenía tiempo de dar unos cuantos puñetazos en el estómago. Su autor, Zerocalcare, podría haber tirado por una secuela o una continuación espiritual en su segunda serie para Netflix. En su lugar, utilizando los mismos personajes, ha decidido variar el tono, bajar al barro y tratar de explicar el ascenso nazi en una sociedad italiana tan desestructurada como la española.

Lo fácil habría sido hablar de buenos y malos, extremos en lucha. Supongo que nadie esperará que Zero se ponga de parte de los fascistas, pero sí hace un ejercicio doloroso en el que intenta explicar y recortar los matices. ¿Qué hay detrás de algunas declaraciones inesperadas de la izquierda? ¿Por qué hay personas perdidas en la vida que encuentran su refugio en la ultraderecha? ¿Cuál es el papel de los medios en todo esto? ¿Merece la pena jugarse la vida por una causa perdida? Y, sobre todo, ¿cómo entronca el éxito de Meloni con el sentir desesperado de una sociedad millennial que tan solo quiere una oportunidad que le prometieron y nunca llegó?

Zero

Zero ha cambiado desde 'Cortar por la línea de puntos': en 'Este mundo no me hará mala persona' se presenta como un autor de cómics de éxito, que puede dar entrevistas en televisión y ha conseguido ser el número uno, por solitaria que se sienta la cima cuando uno llega allí. Y, aunque no termine nunca de especificarlo a lo largo de la serie, hay una duda que él mismo tiene y que traslada al público: ¿Es él, alguien acomodado, un narrador válido para esta historia? Esta mirada autocrítica domina una serie en la que, sin dejar de lado nunca el humor y la originalidad visual, se llega a conclusiones vitales para entender el mundo que nos rodea. Tristemente.

Conversaciones a flor de piel

En realidad, 'Este mundo no me hará mala persona' no es una zambullida en los modos y maneras del fascismo. La serie da por hecho que el espectador que se acerque ya sabe que la ultraderecha es peligrosa y se va a poner del lado de Zero tratando de impedir el cierre de un local para inmigrantes que han colcado en su barrio de la periferia de Roma. Con la excusa, se mete de lleno a analizar de forma casi quirúrgica los problemas de la sociedad italiana que vive en los márgenes.

Questo Mondo

La falta de trabajo cualificado, el abandono de los barrios humildes, la droga como solución para quien no tiene nada, el perdón de lo imperdonable, la desprotección infantil o la ruina en la que convirtieron los sueños de toda una generación son algunos de los temas que aparecen a lo largo de los episodios dejando un poso para reflexionar al que seguirás dando vueltas días después. La solución al problema del ascenso del fascismo no es tan sencillo como en Indiana Jones (ojalá lo fuese) y tiene aristas y matices continuos que pueden modificar incluso los discursos más progresistas. Pudiendo tomar la línea recta, el autor decide coger el desvío más repleto de curvas que pueda encontrar.

'Este mundo no me hará mala persona' utiliza el humor para crecer, mostrar y reflexionar sin dar la matraca o caer en el "hilo de Twitter". Nadie ha tratado los temas que le preocupan con la sorna (y la preocupación) de Zerocalcare, que confirma aquí que es uno de los mejores cronistas del siglo XXI sin necesidad de lanzarse a engorrosos documentales o serios dramas. La animación y la comedia loca (aunque menos apresurada que en su serie anterior) hacen que el discurso se entienda mejor. Si quieres entenderlo, claro.

El problema de los medios

Mientras que 'Cortar por la línea de puntos' era una narración de varias anécdotas unidas por una línea argumental que daba sentido a la serie (y la convertía en una maravilla que solo podía narrarse de manera episódica), 'Este mundo no me hará mala persona' está más serializada, centrada en ofrecer distinta luz a las distintas partes de un mismo problema. Y donde hay luz, hay sombra. ¿Cómo puede llegar un amigo de la infancia a convertirse en un nazi? ¿Cuáles son los argumentos que arrastran a ciertas personas en busca de soluciones fáciles a preguntas complejas?

La serie se dulcifica ligeramente en su final, aunque solo sea para ofrecer una sensación de esperanza agridulce donde los medios se revelan como las hienas definitivas aprovechándose del conflicto para elevar el tono y llevarse con ello la audiencia. Alejada de los golpes de efecto que daba en su serie anterior, Zerocalcare prefiere, sobre todo en sus episodios 4 y 5, tomarse su tiempo para discurrir por temas resbaladizos donde podría haberse pegado un golpetazo. Pero, al contrario de lo que él mismo piensa, es una voz más que válida para hablar del ascenso del fascismo y la unión con la desesperanza de la juventud.

Zerocalcare evita el simplismo como un ninja y desde el primer episodio deja claro que esta serie no es 'Cortar por la línea de puntos'. Va a hablar más tranquilo, a tener un tono más reflexivo y a analizar cómos y porqués sin dejar nunca de acertar en su humor, algo aguado esta vez por motivos obvios. El fascismo está a la puerta de casa y las actitudes violentas se han convertido en nuestro día a día. Y, francamente, en un mundo como este, tan repleto de consignas facilonas, miedo, dolor, injusticia y falta de esperanza, resulta refrescante que alguien resuma el sentir de parte de una generación con las medias tintas, las reflexiones y los addendums que otros, metidos de lleno en la simpleza de cuatro ideas marcadas por el odio, se niegan a intentar entender. Porque al final no siempre es tan sencillo como ser buena o mala persona. Pero un poco, francamente, sí.

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