El nombre de Ben Affleck estuvo asociado durante no pocos años al de Matt Damon, algo lógico si tenemos en cuenta la fuerte amistad que les une y el hecho de que ambos ganaron el Oscar a mejor guion original por su trabajo en ‘El indomable Will Hunting’ (‘Good Will Hunting’). La carrera de Affleck tardó bien poco en despegar, pero a mediados de la pasada década se tomó varios años de respiro delante de las cámaras que le vinieron muy bien.
Por aquel entonces, Damon era una de las mayores estrellas de Hollywood, en buena medida por dar vida a
Jason Bourne, papel al que regresó hace apenas unos meses con resultados ligeramente insatisfactorios. Ahora es Affleck quien se ha metido en un personaje más o menos en la línea del creado por Robert Ludlum en ‘El contable’ (‘The Accountant’), un discreto thriller que está funcionando en taquilla mejor de lo previsto.
Un thriller que quiere ser algo más
Al igual que Bourne, Christian Wolff es un personaje bastante rígido físicamente y de pocas palabras, lo cual no pocos verán como una ventaja para Affleck, a quien, en no pocas ocasiones, le ha faltado una mayor expresividad para lograr que sus actuaciones estuvieran al nivel deseado. Eso no quiere decir que sus interpretaciones sean necesariamente malas, pero sí que dejan a veces la sensación de que otro actor podría haberle sacado más jugo a sus personajes.
Su doble vida como letal asesino también sirve como punto de conexión directa con el personaje interpretado ya en cuatro ocasiones por Damon, pero ahí surge el gran punto de desencuentro, pues Bourne utiliza sus habilidades para recuperar su memoria, mientras que Wolff echa mano de ellas para poner freno a cualquier amenaza a su peculiar estilo de vida. Por ello, Wolff no es una máquina de matar, sino un ser con diversos problemas psicológicos con los que está lidiando de la mejor manera que sabe.
Ello lleva a que el guion de Bill Dubuque, responsable del libreto de la fallida ‘El juez’ (‘The Judge’), a intentar combinar la sencilla -aunque implacable- rutina del protagonista con un intento de profundizar en qué le llevó a convertirse en lo que es hoy en día. Sobre el papel, una decisión loable para no extender su historia más de la cuenta con posibles secuelas, pero a la hora de la verdad eso es algo que se convierte en el mayor enemigo de ‘El contable’.
’El contable’, ambición sin premio
Siendo justos, ‘El contable’ tampoco difiere tanto de ciertos títulos de acción de los 80 con un héroe inexpresivo que va repartiendo estopa allí por donde pasa. Ese es el núcleo de la película y por ahí podría haber salido una película más que digna y un entretenimiento aún más solvente. Por desgracia, los flashbacks explicativos rompen el ritmo del relato provocando desconexiones de interés de las que luego nunca termina de recuperarse, y su intento de ser una cinta con mensaje en relación a la enfermedad de su protagonista tampoco llega nunca a cuajar.
Cierto es que así todo adquiere una mayor profundidad, pero los problemas de ritmo no son lo único a lo que ha de enfrentarse un Gavin O´Connor que al menos logra dar cierta entidad visual a la propuesta -sobre todo a las escenas de acción-. El gran problema es que todo es sacrificado en beneficio del protagonista, y encima se hace no para el lucimiento de Affleck -o de la acción, que perfectamente podría haber sido “la nueva” ‘John Wick’-, que cumple con holgura, sino en un intento de atar todos los cabos sueltos de tal forma que acaba coqueteando con el ridículo durante su tramo final.
Esa dosis extra de dramatismo podría haber elevado ‘El contable’ a otro nivel, pero a la hora de la verdad crea un desequilibrio tal que también afecta a otros personajes -Anna Kendrick nunca termina de encajar en el universo de Wolff, pero llega un punto en el que simplemente pasan de ella, perdiendo así contrapunto más humano que aporta- y provoca que todo lo relacionado con ese enemigo misterioso -en realidad es bien sencillo deducir de quién se trata- al que ha de hacer frente acaba resultando de lo más monótono.
Al final nos queda un thriller de acción decepcionante y que funciona mejor cuando da pie a ciertos instantes cómicos bañado por una capa de drama -tanto familiar como de corte más psicológico- que empieza discreta y va dañando progresivamente la película hasta hundirla por completo durante sus últimos minutos. Cierto que todo encaja según la lógica interna que se plantea -incluyendo esa subtrama policial de la que se debería haber prescindido-, pero lo hace de una forma forzada y sin lograr enganchar nunca al espectador.
En definitiva, ‘El contable’ es un fallido pasatiempo por intentar ser algo más que eso. Me agrada que se intente ser ambicioso, pero hay que saber cómo serlo para que no acabe jugando en tu contra. Aquí lo que realmente funciona es el empeño personal del protagonista en acabar todo lo que empieza y seguramente habría sido mejor jugar al despiste sobre el cómo ha llegado a ser así. Para pasar el rato en una tarde de exigencia mínima y poco más.
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