Es verdad que no debutó en la dirección hasta 2005 con la muy disfrutable ‘Kiss Kiss, Bang Bang’, pero lo cierto es que Shane Black había llamado la atención de Hollywood casi dos décadas antes con el guion de ‘Arma letal’ (‘Lethal Weapon’). Más tarde llegarían ‘El último Boy Scout’ (‘The Last Boy Scout’) y ‘Memoria letal’ (‘The Long Kiss Goddnight’), por la cual recibió el millonario sueldo de 4 millones de dólares, el más alto pagado por un libreto hasta aquel entonces.
Varios años de ausencia en la primera línea se cortaron gracias a su ópera prima y en 2013 consiguió el mayor éxito de su carrera con ‘Iron Man 3’, lo cual le dejaba en una situación privilegiada a la hora de elegir su próximo proyecto. Fue Warner la que finalmente dio luz verde a ‘Dos buenos tipos’ (‘The Nice Guys’), una genial y divertidísima película con unos Ryan Gosling y Russell Crowe en estado de gracia que mañana 10 de junio al fin llega a los cines españoles.
El sello de Shane Black
Hay una serie de elementos comunes en la práctica totalidad de cintas firmadas por Black, pero el más llamativo siempre ha sido su tendencia al uso de dúos, lo cual le ha permitido dejar una huella imborrable en las buddy movies. En ‘Dos buenos tipos’ reincide en la poco menos que obligación de colaborar dos personajes aparentemente contrapuestos pero que en realidad tienen más en común de lo que parece a simple vista.
Otro rasgo especialmente presente cuando tiene más posibilidad de campar a sus anchas es su querencia por el exceso, y aquí no hablo solamente de las acciones de sus personajes, sino también de sus diálogos, donde lo que realmente importa es la chispa y el ingenio en lugar de estar atentos a que sea realmente así como puedan hablar en la vida real. No obstante, en el universo de Black todos actúan siguiendo un mismo criterio, por lo que tiene toda la lógica del mundo.
De gran importancia para ello es el vertiginoso ritmo de la película, pues empieza ya con bastante fuerza y no deja de crecer durante su primera hora de metraje, asistiendo uno atónito al vendaval de diversión que se nos ofrece. La cosa sólo se tranquiliza algo cuando toca aclarar de verdad el caso que investigan los dos protagonistas, pero nada más que lo necesario antes de retomar su vivacidad de cara la gran traca final.
Sí que es cierto que Black nunca ha demostrado un especial interés en las historias que cuenta -aquí reincide en echar mano de un relato con toques de cine negro y tiene la profundidad adecuada para el tono dominante, ni más, ni menos-, sino en todo lo que hay alrededor de ellas. Eso es algo que vuelve a suceder en ‘Dos buenos tipos’ e incluso se permite jugar con elementos propios de momentos distintos. Eso -y el fantástico colorido- ayuda a añadir más variedad a una película que, entre otras cosas, destaca por eso.
En ese último punto también convendría señalar que Black recupera su buen hacer con los niños, recurso ya utilizado en ‘El último gran héroe’ (‘The Last Action Hero’), cuyo guion reescribió, o ‘Iron Man 3’, pero allí formaban parte de esos dúos que mencionaba antes, mientras que aquí casi podríamos decir que la hija en la ficción de Ryan Gosling da pie a un trío muy divertido que nos regala momentos antológicos, y encima aportando cosas diferentes a los dos protagonistas.
Además, Black demuestra una gran madurez para las escenas de acción, muy vigorosas en sí mismas y que no rompen esa marcada tendencia cómica -casi absurda, pero en el mejor sentido posible- de la película. También sabe manejar muy bien esos excesos a los que aludía más atrás y que en el caso de ‘Iron Man 3’ dieron paso a un último acto que saturaba y cuyo interés caía de forma pronunciada respecto a todo lo visto anteriormente.
’Dos buenos tipos’, para pasárselo en grande
Una vez aclarado todos los ingredientes que aporta Black a la ecuación, nos queda hablar sobre todo de su inspiradísimo reparto, donde lo primero que importa es el carisma de los actores y su capacidad para amoldarlo a las necesidades de la función. Tanto Crowe como Gosling lo bordan en ese punto, aunque el segundo tiene más posibilidades para lucirse, ya que su toque de cantamañanas se presta más a eso que la contundencia del primero.
Tampoco me gustaría olvidarme de la gran química que muestran -son tronchantes juntos y se complementen a las mil maravillas-, que debe bastante al libreto de Black, pero lo entregados que están a sus papeles y lo bien que parecen pasárselo es algo que se contagia al espectador, incluso si estás en una situación de bajón, ya que ese fue mi caso y ‘Dos buenos tipos’ no tardó casi nada en atraparme y hacerme disfrutar como pocas películas lo han hecho durante los últimos años.
No voy a negar que hay algún personaje que quizá sea víctima de que el caso en sí mismo no sea más que una excusa para que investiguen los dos protagonistas, pero es un peaje que yo estoy dispuesto a pagar. La cuestión es que Shane Black hace una apuesta muy clara con ‘Dos buenos tipos’ y la lleva hasta sus últimas consecuencias sin cortarse un pelo y exprimiendo al máximo sus virtudes, por lo que esos pequeños detalles para mí pierden trascendencia.
En definitiva, ‘Dos buenos tipos’ es una película que encantará a aquellos que ya hayan sido seducidos previamente por el cine de Shane Black y que además cuenta con una pareja protagonista inmejorable que vuelve a recordarnos todo lo que pueden dar de sí las buddy movies. Una comedia de acción de primerísimo nivel que te deja con ganas de más, aunque dudo mucho que llegue a existir tras su fracaso en taquilla. Por desgracia, las secuelas que sí necesitamos son a menudo las que no se hacen…
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