Disney había tocado el cielo y conseguido una gloria en forma de largometraje que ni el propio creador de la compañía habría imaginado en sus mejores sueños. 'El rey león' ('The Lion King', Roger Allers y Rob Minkoff, 1994) pulverizó taquillas, batió récords y se convirtió, casi de la noche a la mañana, en la cinta de animación más alabada de la historia del cine. Superarla era objetivo claro de la compañía sino quería hundirse de nuevo en los abismos por los que había transitado durante tantos años. Que dicho objetivo tardaría en llegar un lustro, una realidad palpable que la siguiente producción de los estudios pondría en evidencia...y de qué manera.
Puesta en movimiento justo cuando uno de sus directores —Mike Gabriel— finalizó su participación en 'Los rescatadores en Cangurolandia' ('The Rescuers Downunder', Hendel Butoy y Mike Gabriel, 1990), 'Pocahontas' (Mike Gabriel y Eric Goldberg, 1995) nace de la búsqueda por parte del cineasta de una intensa historia de amor que se moviera en similares círculos a los que podían encontrarse en el 'Romeo y Julieta' de Shakespeare, un título éste último que Disney no terminaba de poder adaptar a la gran pantalla dada la imposibilidad de encontrar la forma de tornar su dramático final en algo menos trágico.
A resultas de esa búsqueda denodada, Gabriel dió con el relato de Pocahontas, una indígena nativa americana que, según rezaba la leyenda, se enamoró perdidamente de un aventurero inglés. Partiendo de esa base, que era de todo menos fidedigna a lo poco que se conoce de la historia real —dos datos que chocan de frente con la bucólica versión Disney: la edad de la protagonista, que sólo contaba con 12 años cuando conoció a John Smith, y el hecho de que éste fuera un sanguinario asesino— y con la aprobación casi inmediata de Katzenberg y Eisner comenzó un largo proceso de animación al que terminaría sumándose Eric Goldberg como co-director después de haber supervisado al Genio de 'Aladdín' ('Aladdin', Ron Clements y John Musker, 1992).
Estirando la fórmula
Establecida de forma contundente por ese cuarteto de cintas que, como ya hemos afirmado en entregas anteriores de este especial, conforman el culmen de lo que el cine Disney llegó a ofrecer el siglo pasado —quién sabe qué cotas alcanzará durante la centuria en la que nos encontramos—; las fórmulas que hacían funcionar las películas de la productora quedaron tan firmemente establecidas con dichas producciones que lo que empezaremos a encontrar a partir de 'Pocahontas' no es más que la puntual reimplementación de algunas o todas ellas en una suerte de ciclo sin fin que, no obstante, encuentra aquí su mayor falta de originalidad y garra.
Y aunque podríamos apuntar alguna que otra más, son tres las constantes que los estudios repetirían una y otra vez hasta (casi) el hastío. A saber: la tremenda fortaleza de espíritu de la princesa Disney de turno y lo contemporáneo de su carácter —que siempre van a colisionar de frente con el que, en última instancia, parezca que sólo va buscando el amor en el sexo opuesto—, la parejita de personajes llamados a servir de alivio cómico a la carga dramática y el jalonado del metraje con cuantas más canciones marca de la casa, mejor.
Dándose cita todos ellas en 'Pocahontas', que la mediocridad es lo que termina caracterizando en su totalidad al menos a dos de las tres es algo que, observado con alarma y asombro en aquél primer visionado que servidor pudo hacer de la cinta en su estreno en octubre de 1995, el tiempo no ha hecho más que exponer en modos cada vez más descarnados, dejando al descubierto las superlativas debilidades de la que, sin duda alguna, es la peor producción de cuantas fueron estrenadas por la Disney durante la década de los noventa.
'Pocahontas', ñoña y agotadora
Copia descarada no evolucionada que fusiona en su seno a Ariel, Bella y Jasmine, lo único que realmente sorprendió —y sigue sorprendiendo— de Pocahontas era su concreción gráfica, de una sensualidad como antes no se había visto en un dibujo animado de la productora. Más allá de eso, las actitudes y motivaciones de la princesa india caen de nuevo en reiterar esquemas que ya estaban demasiado trillados como para que pudieran ser valorados de forma positiva; pudiendo aplicarse lo mismo a ese aventurero llamado John Smith, epítome del héroe aventurero estadounidense y un personaje cuyo calado es tan poco profundo como el que detentan el resto de "actores" de este drama.
Huelga decir que esa poca profundidad daña, y cómo, a la percepción última que uno puede extraer de 'Pocahontas', máxime cuando a lo esquelético de la definición de todos los humanos y lo muy de puntillas que pasa el guión por la realidad histórica en la que se enmarca la acción vienen a añadirse lo inservible de sus alivios cómicos —sólo justificables por la dichosa pretensión de que la cinta tuviera aceptación entre el público infantil de tres a seis años cuando queda claro que su objetivo más directo es adolescente— y un talante musical que, extendido a la práctica totalidad del metraje, resulta a todas luces extenuante.
Siendo como es la cinta Disney con más canciones, que todas ellas no podían funcionar con igual efectividad es algo tan evidente como el hecho de que meter siete tonadillas en ochenta minutos de metraje deja muy, pero que muy poco al correcto despliegue del guión. Si para colmo todas no alcanzan las cotas que la que consiguió ser premiada con el Oscar, hablar del sesgo musical de 'Pocahontas' es hacerlo también de algo que se aleja y mucho de lo que la compañía había mostrado los cuatro años anteriores, por más que, cuidado, la calidad de lo compuesto por Alan Menken y escrito por Stephen Schwartz roce la brillantez.
Irónicamente, es ese fascinante y bello videoclip llamado 'Colors of the Wind' el exponente más claro y directo de aquello que cabría destacar para bien y para mal de 'Pocahontas'. En la parte positiva, una animación estilizada y soberbia que por momentos se torna en poesía visual en la arrebatadora belleza de su paleta de colores —las transiciones de la canción son de una maestría incuestionable— y una música que, omnipresente a lo largo de la proyección, tiene momentos de enorme significancia como el de ese final tan poco común en una cinta de la productora. En la negativa, el que ni ésta, ni ninguna de las otras seis, tengan impacto relevante en lo escueto de la trama.
Una trama que ni de lejos daba para hora y veinte de duración y que, estirada cual chicle por mor de los números musicales y por la inclusión de un corpúsculo de personajes carentes de carisma y relevancia, terminaba por demostrar que la validez de una cinta Disney no podía ser medida por lo acomodaticio de su estructura, sino por el riesgo de las decisiones que se tomaran a la hora de insuflar vida propia a la idea de partida. Y en este último sentido, 'Pocahontas' es un erial yermo y desnudo que, eso sí, se lo puso muy fácil al siguiente "clásico" de la compañía; un filme que, de no haber contado con cierto trío de personajes, podría haber sido una obra maestra.
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