Quentin Dupieux tiene ideas. Cientos de ideas, de manera constante, de lo que debería ser el cine: un bombardeo de giros, propuestas innovadoras, rupturas del espacio y el tiempo, bombardeos de la cuarta pared, ciencia-ficción de estar por casa, personajes esquizofrénicos... El problema es que no todas estas ideas tienen el potencial de pasar del cortometraje, no hablemos ya de rellenar los 75 minutos que suelen durar todas sus cintas. A veces, como en 'El segundo acto' o 'Fumar provoca tos' no sabe qué hacer después de plantear su nueva locura. Merece la pena pasar por alto sus traspiés para ver maravillas como '¡Daaaaaalí!' donde todo funciona, simplemente, a la perfección.
La locura de un genio
Se podrán hacer mil biopics de Salvador Dalí (ha sido interpretado en el cine por Robert Pattinson, Adrien Brody o Ben Kingsley, entre muchos otros), pero ninguno podría alcanzar el triunfo constante y rotundo de '¡Daaaaaalí!'. Y es que Dupieux es consciente de que la genialidad del autor catalán no puede contarse ni resumirse de una manera clásica: se necesita romper el espacio y el tiempo de manera constante, fabricar una historia entre la realidad y la ficción, montarse en un número de ilusionismo constante que haga honor tanto a la persona como al personaje que fue comiéndosela durante años.
Salvador Dalí, aquí magistralmente interpretado por hasta cinco actores distintos, se busca a sí mismo, quiere permanecer en la imagen de manera constante, ser el protagonista, no quiere permitir vender su genio de manera barata. Es un ególatra, un maestro, una persona tan insoportable como fascinante. Y la película le rinde homenaje con una narrativa totalmente desordenada en la que, sin mostrar ninguno de sus triunfos, es capaz de captar su espíritu surrealista de una manera absurdamente inmejorable, como dejando que la personalidad de Dalí penetre en cada fotograma aunque en ningún momento nos adentremos realmente en su biografía propiamente dicha.
En todo momento, '¡Daaaaaalí!' camina en una cuerda floja en la que se siente a gusto: la mezcla entre la locura, la tontería, la seriedad y el respeto, que podría ser un absoluto desastre pero permite a Dupieux mostrar sus obsesiones en todo momento sin que, por ello, sintamos que está luciéndose de manera innecesaria. Los escenarios ricos en detalles, la extravagancia de su protagonista, los bucles, la ruptura continua de la cuarta pared y los guiños al espectador... Todo encaja y, de hecho, su artificialidad se siente absolutamente orgánica. No es fácil conseguirlo.
Mejor morir Dupieux que vivir de rodillas
No todo el mundo acabará aplaudiendo con este biopic sui generis de Salvador Dalí: los amantes del cine más convencional es probable que acaben perdiendo el hilo y el interés muy pronto ante la salvaje reinterpretación de la narrativa del director, que decide bombardear de manera autoconsciente cualquier conato de clasicismo o linealidad. Todo en '¡Daaaaaalí!' tiene un humor único y particular, desesperante en ocasiones, hilarante en otras, pero fascinante siempre. Es un experimento artístico, una obra de arte y ensayo apta para (casi) todos los públicos, un éxito rotundo para su realizador.
Es excéntrica, llamativa, vistosa, imposible de clasificar, y tiene tantos estímulos mentales que hacia el final es normal empezar a sentirse algo abrumado ante la propuesta. Y creedme: me gustaría en esta crítica poder diseccionarla, pero se trata de un agujero negro. Cuanto más hablas de ella, más la entiendes y, al mismo tiempo, más difícil se te hace explicar los mecanismos que utiliza para captar tu atención. En ningún momento vas a tener la tentación de mirar cuánto queda. Primero, porque solo dura una hora y cuarto. Y segundo, porque constantemente está llamando tu atención de una manera u otra sin que puedas apartar la mirada, casi de forma hipnótica.
De alguna manera, y al igual que las obras del pintor, todo tiene sentido y al mismo tiempo no lo tiene en absoluto. Se niega a dar explicaciones, a rendirse ante un público que, cada vez más, necesita que se lo den todo mascado. Y, casi sin pretenderlo, se trata de una de las películas menos atolondradas de su director, en las que no da ningún signo de agotamiento ni de improvisación: todo lo que se cuenta en '¡Daaaaaalí!' tiene sentido, está más que bien pensado, vistiendo a la gamberrada con un traje de homenaje. Nunca nadie se atrevió a tratar así de mal a Dalí. Nunca nadie se atrevió a captarle así de bien.
'¡Daaaaaalí!' es sátira y biopic, locura y razón, entretenimiento y arte. Se trata de una película premeditadamente convulsa, fantásticamente artificial, que se niega a pedir perdón por tratar de ser original e indescifrable en ocasiones... pero que, al mismo tiempo, entiende de una manera preclara la personalidad de uno de los artistas más reconocibles de todos los tiempos. Dupieux y Dalí son una pareja perfecta que encaja a la perfección a través del tiempo y el espacio. No la dejéis pasar.
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