"La hija toca el violín, la madre el violón y su padre la viola. El Santiago Segura. ¿No has pillado el chiste?". Cuando Segura dijo este chiste en 'Torrente 4' probablemente no imaginaba que acabaría parafraseado en un true crime por el dueño de un cine autodenominado "amante del séptimo arte". Parece una situación escrita por el más cínico de los guionistas, pero la hilaridad salida del patetismo más profundo pronto se transforma en terror cuando recordamos que ese aparente cinéfilo es, además, un pederasta que está evitando entrar en la cárcel y que durante décadas ha actuado con total impunidad. Que sigue haciéndolo sin importarle las consecuencias (de hecho, sin creer que vaya a haberlas), delante de las cámaras de Carles Tamayo.
Un true crime para cambiar los true crime
No hay semana sin un nuevo true crime en plataformas. Historias de sectas, asesinatos, secuestros, personajes crueles y víctimas indefensas que han resucitado en más de una ocasión la pregunta "¿Hasta dónde es lícito llegar para hacer televisión?". No es lo mismo la lúdica crueldad de 'Pesadilla de un secuestro en California' que el morbo de 'El caso Sancho', el humor de 'Tiger King' o las dudas planteadas por 'Making a murderer'. Pero algo es inevitable: hemos pasado a ver los asesinatos y las vejaciones como simple objeto de ocio y consumo, una diversión más en la parrilla, olvidándonos de que hay personas reales tras ellas.
'Cómo cazar a un monstruo' no consigue eliminar el componente lúdico (no del todo, al menos), pero sí ha venido dispuesta a revolucionar la historia del true crime sin pretenderlo cuando empezaron el rodaje. En el inicio del documental de Prime Video Carles Tamayo no sabe hasta dónde va a llegar al juntarse con Lluís Gros, el antiguo proyeccionista de su pueblo que pretende que el periodista investigue su inocencia en un caso de pederastia por el que ha sido condenado. Este, de manera muy inteligente, no le da ninguna credibilidad en ningún momento: el objetivo del true crime no es saber lo que pasó, sino conseguir que acabe en la cárcel y pague por sus crímenes.
Normalmente, los true crime cuentan lo que ha ocurrido a toro pasado: el narrador es omnisciente y domina la narrativa para engañarnos y llevarnos por su camino. En este caso, el documental se va desarrollando ante nosotros en tiempo real: sabemos lo mismo que Tamayo, los giros llegan de manera lineal, es más una investigación que un true crime a la antigua usanza. Y os aseguro que pasé los tres episodios al borde del sofá, absolutamente maravillado por el dominio de la narrativa de un protagonista decidido a bombardear para siempre y sin esfuerzo aparente los tópicos de este género televisivo. No será el único que veremos próximamente, por cierto: Alicia Malo ha venido dispuesta a revolucionarlo en el servicio de streaming.
'24' a la española
Uno de los aciertos más grandes de 'Cómo cazar a un monstruo' es no tener ningún momento de compasión o de bondad con el criminal al que seguimos durante tres episodios. No tiene cualidades redentoras, no hay momentos en los que nos añadan una visión positiva sobre él. Es absolutamente imposible que alguien acabe su visionado pensando que es inocente, que en el fondo no merecía este acoso o que ha sido un injusto objeto de una caza de brujas, como el propio Gros defiende. El documental es claro siempre en sus intenciones sobre él: es un pederasta condenado y debería estar en la cárcel. No hay "y si". No hay "pero". Y es fascinante ver un true crime que no siembra la duda en el espectador.
Además, prepara una bomba para su tercer episodio, uno de los mejores capítulos del año, narrado y rodado a tiempo real con la tensión (y, por qué no, diversión) de un '24' a la española, con centros de salud, cafeterías y policías atados de manos por la burocracia. Si hubieran querido escribir un guion como este, no les habría salido igual de bien: la caza final al monstruo está a la altura de las expectativas creadas, y cada segundo que pasa va aumentando la presión sobre un periodista que sabe que no tendrá otra oportunidad, un villano que se cree intocable y un equipo volcado en que se haga justicia.
Deshaciéndose de la distancia que toman la mayoría de documentales del género, Tamayo se erige como protagonista del mismo, dándole una perspectiva personal de manera constante. Lo que está pasando no solo le importa, sino que le atañe personalmente. Le hace daño. Le abre heridas, le enfurece, hace que se replantee su propia infancia, incluso llegando a enfrentarse con su familia. Eso no significa que ceda a la lágrima fácil (ni tan siquiera en las durísimas conversaciones con las víctimas) o que manipule los hechos a su conveniencia. Sí, hay secuencias claramente escenificadas para una mejor comprensión de lo que ocurre, pero en ningún momento son tan definitorias como para dejar de suspender nuestra incredulidad.
A los monstruos sí mirar
'Cómo cazar a un monstruo' es una de las mayores sorpresas televisivas de este año, un documental que muestra la potencia que tiene una nueva voz venida de YouTube, capaz de proponer nuevos retos, narrativas y desafíos televisivos, dando un manotazo en la mesa y cambiando la propia definición del true crime. Una historia que se abre al mismo tiempo para su director y para nosotros, un tono que se aleja de la crueldad y el morbo para centrarse en la investigación y la justicia, un episodio final inenarrable, un autor que se erige como protagonista (para lo bueno y para lo malo)... Una auténtica bomba de relojería que debería ser un éxito rotundo.
¡Ah! Y en ningún momento se lanza en vacío hacia la excesiva seriedad o el drama lacrimógeno: ante todo, 'Cómo cazar a un monstruo' es consciente de que debe ser un producto entretenido, una persecución entre el gato y el ratón con tintes casi de novela negra policíaca repleta de falsos amigos, pistas, persecuciones, investigación y momentos escalofriantes (con un humor negro digno de mención) que culminan por todo lo alto. Su dominio del momento y del espacio hace que en todo momento lo pasemos bien y mal al mismo tiempo, que la tensión se adueñe de nuestro cuerpo, que estemos sentados al borde del sofá de manera inconsciente. Pocos halagos mayores se pueden hacer.
Para haceros una idea de los hallazgos audiovisuales del documental, hay un momento en el que, gracias a la intimidad y amistad que Gros cree que tiene con Tamayo, se pone a hablar con adolescentes, delante de la cámara, mediante videoconferencia, ante la incredulidad de su interlocutor. Este es solo uno de los muchos (muchísimos) momentos increíbles, únicos, turbios, fantásticos e irrepetibles de un true crime dispuesto a renovar para siempre un género que ya empezaba a dar coletazos de desidia. A partir de este viernes 6 lo tendréis en Amazon Prime Video, y si queréis un consejo, aceptad este: no os lo perdáis por nada del mundo.
En Espinof | Las mejores series de 2024
Ver 9 comentarios