Momentáneamente ocupado el puesto de mejor película animada del 2012 por la espléndida 'Brave (Indomable)' ('Brave', Mark Andrews, Brenda Chapman, Steve Purcell), la no menos brillante —y muy reivindicable— 'El origen de los guardianes' ('Rise of the guardians', Peter Ramsey), y la entretenídisima 'El alucinante mundo de Norman' ('Paranorman', Chris Butler, Sam Fell), si hay un título del pasado año que se merece con creces estar por encima de todos ellos ese es '¡Rompe Ralph!' ('Wreck-it-Ralph', Rich Moore), una producción de Disney que recupera todo el encanto y la grandeza que hizo de la productora el mejor estudio de animación de la historia durante la práctica totalidad del siglo XX.
"Clásico" número 52 de la casa de Mickey Mouse, 'Rompe Ralph' es una idea que llevaba dando vueltas por la compañía desde finales de los ochenta titulándose inicialmente 'High score' para pasar durante los noventa a ser conocida como 'Joe jump' y en la primera década de este siglo como 'Reboot Ralph'. Pero no sería hasta que John Lasseter mirara con ojos tiernos al proyecto que '¡Rompe Ralph!' no comenzaría a ser una realidad.
Definida por el creador de Pixar como un filme en el que "un malo de videojuego de 8-bits viaja a través del mundo de los arcade para probar que es un buen tipo", '¡Rompe Ralph!' nos presenta a Ralph, un émulo del Kong de la mítica 'Donkey Kong' de Nintendo cuyo papel en el juego 'Repara Félix Jr.' es el de destrozar un edificio que el Félix del título tiene que arreglar. Harto ya de ser el malvado, Ralph se escapará de su "maquinita" para tratar de demostrar que también puede ser un héroe, pero todo se torcerá cuando, tras una incursión en 'Hero's duty' —un FPS de los típicos de hoy en día—, termine llegando a 'Sugar rush', un videojuego de carreras en un mundo de caramelos y golosinas donde conocerá a la entrañable Vanellope Von Schweetz.
Ya desde el prólogo, con Ralph contando su historia en una suerte de reunión de malos anónimos coordinada por uno de los fantasmas de 'Pac-Man' y en la que vemos caras tan conocidas como las de Mr. Bison, Zangief o Bowser —los dos primeros de 'Street fighter', el tercero de 'Super Mario Bros.'— queda muy clara la intención de Rich Moore, el director del filme de que, para conseguir que el mundo de los videojuegos en el que se desarrolla el filme se sienta como auténtico, debe tener "personajes reales de juegos reales en él", y de ahí la asombrosa cantidad de cameos de personajes de juegos de toda la vida que van desde Q'bert hasta las palas del 'Pong' pasando por Sonic, el camarero del 'Tapper' o el legendario Paperboy.
Pero al mismo tiempo, y citando de nuevo a Moore, "para lograr que la parte de la audiencia que no conozca el mundillo no se sintiera desplazada había que evitar desarrollar el filme alrededor de personajes existentes", una decisión que, a todas luces, se eleva como la mejor del filme, siendo los cuatro personajes principales la mejor muestra de lo bien aprendida que ciertos desarrolladores de Disney tienen la lección que Pixar comenzó a impartir en 1996 con 'Toy story' (id, John Lasseter): lo importante son los personajes.
(A partir de aquí, spoilers) Para empezar tenemos a Ralph, un bonachón de cuidado al que es imposible no coger cariño a los dos minutos de proyección, definido como queda por mor del guión a la manera de compendio de nombres tan "poco" conocidos de la productora como la Bestia o Quasimodo pasados por el tamiz del inolvidable robot de 'El gigante de hierro' ('The iron giant', Brad Bird, 1999) — con homenaje incluido al vuelo final de la magistral cinta de Bird—.
Y si entrañable resulta Ralph, lo de Vanellope Von Schweetz es de una cualidad que supera dicho calificativo para entrar de lleno en la "achuchabilidad" que sólo puede ser atribuida a un ser de carne y hueso: aun teniendo en cuenta lo irritable de su aparición inicial, la vocecilla con la que está doblada —en la versión original es Sarah Silverman la actriz que pone voz a la pequeñaja— y la química que el guión crea entre ella y Ralph es de un calibre incuestionable que la convierte, sin duda, en lo mejor de la genial función.
Completando el cuarteto tenemos, de una parte, a Felix Jr., un optimista personaje que es más de lo que parece a primera vista y, de la otra, a la Sargento Tamora Jean Calhoun, una aguerrida luchadora del 'Hero's duty' de la que caerá perdidamente enamorado Félix y que tiene dos de las mejores escenas del filme, aquellas en las que vemos el horrible trauma que la voluptuosa militar arrastra de su vida privada.
Junto a otros tremendamente simpáticos como el rey de 'Sugar Rush' o el Señor Amargo, '¡Rompe Ralph!' es una cinta plena en momentos que discurren sin fisuras por un amplio abanico de géneros, elevándose como un título capaz de dejar satisfecho a un espectro de público que va desde la infancia a la edad adulta, algo que siempre reclamamos los padres que acompañamos a nuestros pequeños al cine y que aquí se ve recompensado sobremanera por una historia de ritmo increíble —a la que sólo achacaría un pequeño descenso en el arranque de la acción en 'Sugar Rush'— plagada de guiños a inolvidables momentos de nuestra infancia y llena de esas lecciones imperecederas sobre la amistad y el creer en uno mismo que esperamos que nuestra descendencia pueda aprehender de manera tan sólida como hicimos muchos de nosotros tres décadas atrás.
Con una animación alucinante y unos diseños espectaculares y plenos de imaginación, habrá que esperar para saber si las declaraciones de Rich Moore acerca de la potencialidad de una secuela en la que se actualizarían los personajes y se mostrarían los nuevos modos de juego —online y con consolas— termina haciéndose realidad y no tardamos en volver a ese fantástico mundo que es el de '¡Rompe Ralph!'.
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