Por aquello de comenzar igual que terminamos ayer, arranquemos adelantando que, ponderada según las reglas puestas en juego en 1984 por James Cameron, continuadas por él mismo y perpetuadas en tercera instancia de forma irregular por los responsables de la tercera entrega de la franquicia, 'Terminator Salvation' (id, McG, 2009) es a todas luces la cinta más prescindible de toda la saga por cuanto falla estrepitosamente en desarrollar de forma hábil una premisa de partida que podría haber dado mucho más de sí en manos más capaces.
Y es que, tras haberse dicho todo lo que se podía decir en el tiempo antes del Día del Juicio Final —o no, que habrá que ver qué diantres hace 'Terminator Génesis' ('Terminator Genysis', Alan Taylor, 2015) a ese respecto— estaba claro que lo que pedía una posible continuación de la historia era llevarla al corazón de la guerra contra Skynet y sus máquinas asesinas en ese mundo asolado por las bombas nucleares al que nos habíamos asomado en las tres películas anteriores y que quedaba perfectamente configurado por el final de la tercera parte.
Futuro prescindible
Ahora bien, como digo, una cosa es que la evidencia de situar la acción en el futuro fuera casi incuestionable y otra que, en aras de reinventar la rueda de cara a una posible nueva trilogía, la cinta dirigida por McG y escrita de nuevo por John Brancato y Michael Ferris —un guión, eso sí, que llegaría a ser revisado por hasta cuatro nombres más incluyendo a Paul Haggis y Jonathan Nolan— termine por posicionarse como una fútil continuación que sin llegar a plantear severas inconsistencias con lo mostrado en el recorrido de la trilogía previa, si que consigue que nos preguntemos, toda vez termina la proyección, ¿de verdad hacía falta este filme?.
Ese talante inútil, que ya flotaba ominoso sobre la tercera parte y que ésta evitaba parcialmente con su correcto final, es aquí una presencia constante y palpable una vez se despeja todo el humo del espectacular aparato que es el arranque de la cinta; una epatante secuencia que sorprende por el pulso que McG demuestra en lo narrativo —habilidad que hasta ese momento parecía completamente fuera de su alcance a la vista de sus trabajos anteriores— y que da paso a un prolongado y por momentos insufrible tramo central en el que los muchos y muy diversos efectos visuales y creaciones robóticas novedosas que hacen acto de aparición no son capaces de ocultar lo vacuo del conjunto.
Un conjunto que, carente de un villano palpable que justifique el avance de las acciones de los diversos héroes —sí, en el horizonte está Skynet, pero su presencia es de una inconsistencia extrema y no ayuda a sustentar la necesaria implicación del espectador—, termina por quedar deslavazado por mano de las tres direcciones en las que tira el libreto: el inminente ataque de la resistencia a Skynet, los esfuerzos del Marcus encarnado por Sam Worthington por llegar al núcleo central de la entidad que obliteró a gran parte de la población mundial y aquellos que fijan su atención en el grupo liderado por John Connor.
Como suele decirse, cada uno de estos tres aspectos de la cinta son "de su padre y su madre", y la falta de concordancia de fondo entre ellas parece el resultado directo de las muchas intromisiones que comentábamos arriba que sufrió el libreto y que tienen como mejor exponente al personaje encarnado por un inefectivo Christian Bale, que pasó de ser secundario en una historia que discurría por otros derroteros a ser sentido como tal por el espectador por mucho que se intenté tapar dicho talante con una mayor cuota de pantalla a instancias de las exigencias del actor.
'Terminator Salvation', de donde no hay...
A sabiendas de que si muere antes de poder mandar a Kyle Reese —un efectivo Anton Yelchin— toda la saga se iría al traste, es la intriga por lo que pueda pasar a John Connor la que se va a tomar viento fresco y, al hacerlo, echa por tierra cualquier intento del filme de parecer interesante o, aún más, de llegar a revestirse de cierta relevancia en el conjunto de los acontecimientos que se nos empezaron a narrar en 1984 y que éste filme, de haber querido, podría haber dado una semblanza de cierre y nueva apertura.
Eliminada tal posibilidad, lo que resta cabría ser sobrepesado bien desde la óptica de cuarta entrega de la franquicia Terminator, bien como filme de ciencia-ficción en futuro post-apocalíptico. Huelga reiterar que la calificación dentro del primer ámbito es paupérrima y que la cinta se las apaña ella sola para sabotearse a sí misma a lo largo de un metraje incoherente y falto de chispa del que sólo resaltan algunas set-pieces —y no precisamente esa última en la factoría que hace que añoremos, y cómo, a Cameron.
Ahora bien, considerada bajo la segunda óptica, 'Terminator Salvation' es una pasable producción de muy desmesurado presupuesto —sin ninguna estrella como Schwarzenegger, no se explican sus 200 millones de presupuesto— que recuerda en ciertos aspectos al cine del género que se rodaba durante la década en la que apareció por primera vez el robot asesino del futuro y que sirve como correcto entretenimiento a cuyo guión, eso sí, es mejor no echarle mucha cuenta no sea que al rascar salgan a la luz sus latentes vergüenzas.
Ante la perspectiva que dejaba el filme hace seis años, podría parecer que cualquier cosa que nos quiera ofrecer la nueva incursión en el universo de los Terminators será bienvenida. Yo por ahora prefiero pensar que la saga finalizó con su segunda parte de la misma manera que intento borrar de mi memoria cinematográfica el recuerdo de una cuarta de Indiana Jones o de cierta trilogía galáctica a la que George Lucas jamás debería haber dado salida. Con respecto a lo que espero de 'Terminator Genésis', entre poco y nada. Pero eso será objeto de análisis mañana por la mañana.
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