Primero, siendo aún adolescente y bebiendo los vientos por todo aquello que Toutain le había editado, fue la "novela gráfica" dibujada por Richard Corben que, sin yo saberlo, continuaba una historia ya narrada en prosa. Años después —algo así como una década—, llegó la lectura del relato original escrito por Harlan Ellison, artífice, entre otras muchas obras y guiones, del que para muchos es el mejor episodio de la serie clásica de 'Star Trek' (id, 1966-1969). Y ahora, casi tres décadas más tarde, el inesperado descubrimiento de este filme que servidor desconocía y que adaptaba, hace treinta y nueve años, 'A boy and his dog'.
Relato escrito en 1969 que Ellison expandiría ese mismo año hasta convertirlo en una novela corta para publicarlo junto con otras en una colección de historias, 'A boy and his dog' narra las aventuras post-apocalípticas de Vic, un muchacho solitario y Blood, un inteligente perro con el que tiene una conexión telepática. Irónico, cínico y por momentos cáustico, el ciclo de las correrías de los dos personajes se expandiría, años más tarde —y como comentaba más arriba— con una continuación en formato cómic ilustrada, no podía ser de otra manera, por ese genio de la ciencia-ficción aviñetada que siempre ha sido el creador de Den.
'2024: Apocalipsis nuclear', pequeñas sorpresas
No pudiendo contar en última instancia con un guión del que se había comenzado encargando el propio Ellison —y que tuvo que abandonar debido a un bloqueo insalvable—, fueron el realizador de la cinta y el productor de la misma los que se encargaron de adaptar la historia de Vic y Blood a la gran pantalla, separándose muy poco de lo que el escritor había dictado en su narración original. Una narración que se situa en un futuro alternativo en el que la humanidad ha sido practicamente obliterada tras una masiva IV Guerra Mundial nuclear.
En este panorama, los pocos habitantes que vagan por la superficie sólo buscan comida y el ocasional encuentro sexual con alguna mujer, ya sea este consentido o, la mayoría de las veces, forzado. Pero hay otra sociedad, una que habita en el subsuelo bajo una enorme biosfera y en la que se ha recreado el ambiente "inocente" de la América rural de mediados de los años cincuenta del s.XX. Y en medio de todo esto, encontramos a Vic —un joven y vehemente Don Johnson— y a su perro Blood, dos supervivientes natos dispuestos a hacer lo que haga falta por seguir viviendo un día más.
Dividida en dos partes muy bien diferenciadas, '2024: Apocalipsis nuclear' ('A Boy and His Dog', L.Q.Jones, 1975) —no me digáis que no parece el título de alguna cinta de serie B italiana de los años ochenta— ofrece pequeñas sorpresas al aficionado del género que se acerque a ella, ya sea en ese tramo inicial que casi se diría que prefigura lo que veremos al final de la década de manos de George Miller en la primera entrega de 'Mad Max' (id, 1979), ya en una segunda parte que ironiza en unos términos tan surrealistas como escalofriantemente reales sobre el futuro de la humanidad.
Un futuro que, al igual que en las palabras de Ellison, está imbuido de cierto nihilismo y un evidente espíritu crítico para con la condición humana en el que esa idea de perfección que se busca en la sociedad subterránea deja entrever algunos de los males más arraigados que aquejan a nuestra especie; y tanto el libreto de L.Q.Jones y Alvy Moore como la correcta dirección de ese inolvidable secundario que fue el realizador —uno de sus últimos papeles fue el de Jack Tres Dedos en 'La máscara del Zorro' ('The Mask of Zorro', Martin Campbell, 1998)— juegan aquí y allá al alternar la sutileza de lo que se muestra con la contundencia de ciertas escenas y diálogos.
Con una frase final que sería críticada años después por el propio Ellison como 'estúpida y chovinista' y que es lo único que no convenció al escritor del trabajo de Jones y Moore, '2024: Apocalipsis nuclear' es, ante todo, un filme simpático que logra ocultar con imaginación los "cuatro duros" con los que se rodó y que, sin ser una pieza imprescindible del séptimo arte, bien merece la atención del amante de la ciencia-ficción, aunque quizás no con tanta intensidad como sí lo hacen el relato original y la fantástica continuación que éste conoció en cómic, títulos ambos de imprescindible lectura.
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