'Bright' no brilla en ningún aspecto: Netflix y David Ayer han perdido una gran oportunidad

'Bright' no brilla en ningún aspecto: Netflix y David Ayer han perdido una gran oportunidad

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'Bright' no brilla en ningún aspecto: Netflix y David Ayer han perdido una gran oportunidad

Netflix tiene un apetito insaciable. Su nivel de gasto no deja de crecer y el objetivo es convertirse en el referente mundial para los amantes del cine y la televisión. En lo referente a la pequeña pantalla ya tiene suficientes motivos para sacar pecho, pero la cosa cambia con el séptimo arte, donde aún no ha conseguido pasar de ser una más. Como es lógico, están deseando que eso cambie y ‘Bright’, título que estrena este viernes 22 de diciembre, es su primer gran esfuerzo para conseguirlo.

Con un presupuesto millonario, ‘Bright’ cuenta con el gancho de ser la nueva colaboración entre David Ayer y Will Smith tras ‘Escuadrón suicida’ (‘Suicide Squad’). Sobre el papel, era raro que ningún gran estudio superase la oferta de Netflix, pero la cosa no tardó en despejarse tras la aparición de los primeros avances. Lucía rara y no costaba creer que pudiera acabar siendo un lamentable disparate. No llega a tanto, pero sí que es una mala película.

Cuando tu mitología es más interesante que lo que cuentas

Escena Bright

Estoy convencido de que uno de los motivos por los que Ayer aceptó hacer ‘Bright’ para Netflix fue por la gran libertad creativa que le ofrecían. A fin de cuentas, ellos sí pueden arriesgarse y en cierta medida no les queda otra si quieren atraer a ciertos talentos que de lo contrario estarían muy cómodos siguiendo con las majors de Hollywood. Lo que no me queda tan claro es qué vio exactamente en el guion de Max Landis para querer hacerla.

Quien me conoce sabe que soy muy poco amigo de Landis, al que considero uno de los mayores farsantes de Hollywood. Sí que tiene ideas estimulantes y sabe cómo plantear premisas que te hagan sentir curiosidad, pero luego lo más habitual -hay alguna excepción, como la televisiva ‘Dirk Gently’- es que acaben siendo libretos lamentables que nunca saben cómo desarrollar lo planteado de forma satisfactoria. Esos errores reaparecen aquí.

Protas

Por un lado, Landis crea un universo alternativo bastante curioso en el que va planteando diversos detalles sobre un pasado que suena mucho más interesante de lo que vemos. Además, lo hace en su mayor parte a través de diálogos muy expositivos, probablemente una decisión de Ayer para intentar tener bajo control el elemento mágico sin por ello tener que renunciar a esa suciedad urbana del trabajo policial que tan bien había sabido reflejar en anteriores trabajos.

Esto último es algo que se percibe mejor antes de que suceda el verdadero desencadenante de la historia, pero ni por esas logra brillar tanto como lo hacía en ‘Sin tregua’ (‘End of Watch’), probablemente porque no puede incidir tanto en ello a través de la fotografía. Aquí no queda otra que optar por un acabado visual más fácil de digerir por el público casual y eso acaba provocando que la que podría haber sido su gran fortaleza se quede en tierra de nadie.

‘Bright’ no da la talla

Edgar Bright

Incluso la propia dinámica entre los dos protagonistas se desarrolla de forma un tanto cuestionable, pero durante el primer acto entendemos que existan ciertos recelos por un episodio pasado y pensamos que ese algo que no encaja puede deberse a eso. Luego simplemente nos queda claro que Will Smith y Joel Edgerton bastante tienen con encarar con la mayor dignidad posible unos personajes perfilados de forma un tanto monótona cuando había ahí un conflicto que podría haber dado mucho más de sí.

Lo curioso es que también son los dos personajes más interesantes con diferencia, ya que todos los demás quedan reducidos a ser meras comparsas, ya sean aliados o enemigos. Puede que aquí y allá haya algún momento simpático gracias a ellos, pero en líneas generales son bultos más que otra cosa. Y sobre la villana interpretada por Noomi Rapace mejor no decir gran cosa porque resulta una mala tan lamentable que destruye cualquier tipo de interés que pueda tener lo que debería haber sido la forma de llevar más allá esa mitología por parte de Landis.

Imagen Bright

De hecho, ‘Bright’ acaba convirtiéndose en una especie de correcalles en los que esas nuevas razas solamente sirven para realizar un endeble aproximamiento al tema de la tolerancia en el que nunca esperéis que se profundice. Por desgracia, acaban llamando más la atención los cuestionables diseños de las criaturas, hasta el punto de que en algún caso casi estaba esperando que los actores se echasen a reír. Y aquí no es que sean cutres por falta de dinero, es que simplemente no tienen el gancho visual adecuado y acaba volviéndose en su contra.

Por un lado, es cierto que ‘Bright’ es la primera cinta de Netflix hasta la fecha que visualmente te da la sensación de que eso podría ser perfectamente un espectáculo para disfrutar en tu cine más cercano. Y no solo por la abundancia de efectos visuales, ya que también tiene una factura técnica encomiable. Quizá por ello duela más que acabe estando al servicio de un relato que desaprovecha todos los elementos que tenía para convertirse en algo diferente, incluso en lo visual, donde también acaba resultando de lo más rutinaria.

Al menos hay que concederle a ‘Bright’ que no se embarulle narrativamente, ya que te plantea una amenaza, va mostrando los peligros a los que se enfrentan los protagonistas y todo deriva en el gran enfrentamiento final. Es consciente de lo que puede dar de sí, pero es una pena que nunca se vaya un poquito más allá para que conozcamos ese fascinante nuevo mundo. Ni siquiera entran a hablar demasiado esos seres con habilidades especiales que dan título a la película. Los ingredientes están ahí pero cogen lo justo para intentar parecer singular sin pasarse de la raya.

En definitiva, ‘Bright’ es una demostración de que Netflix no ha estado a la altura con su primer blockbuster. Tampoco creo que sea una de las peores películas del año, pero va a ser difícil que la compañía tenga otra oportunidad de contar con tanta curiosidad del público por una película. Este era el momento de darlo todo y brillar en lugar de ofrecernos esto, que a duras penas recordaros dentro de unos días y que a mí me dejó sin ganas de ver una secuela salvo que como mínimo cambien de guionista.

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