Fue todo un notición descubrir que los hermanos Coen estaban preparando una miniserie de seis capítulos para Netflix. Se trataban de varios relatos que tomaban el western como eje y que los autores de ‘Fargo’ o ‘No es país para viejos’ habían escrito a lo largo de varias décadas. Imposible no sentirse atraído ante algo que reflejase su propia evolución, pero el proyecto fue evolucionando y se acabó convirtiendo en una película que Netflix estrena este viernes 16 de noviembre.
Es todo un tópico señalar que la mayoría de las antologías sufren de una evidente irregularidad, ya que resulta imposible mantener un nivel homogéneo en todas las historias. En el caso de ‘La balada de Buster Scruggs’ son los propios Coen los que optan por cambios de tono constantes para dar una identidad propia a cada una de ellas y el resultado final es notable pese a que ninguna de las historias está al nivel de la primera.
Un arranque memorable
La película empieza con la historia del personaje que aparece en el título, en la cual se opta por un enfoque abiertamente cómico que da pie a una arrolladora interpretación de Tim Blake Nelson, quien incluso tiene la posibilidad de juguetear con la cuarta pared y dirigirse al espectador.
Lo que se cuenta no deja de ser una simpática anécdota sobre el mejor tirador del momento y cómo es visto por los demás, pero en su ejecución radica lo que la convierte en el mejor inicio posible para ‘La balada de Buster Scruggs’, ya que te atrapa con sus formas y te termina de conquistar con su sentido del humor, donde no falta el espacio para algunos detalles macabros.
A eso le añades un componente musical muy bien integrado y ya estás atrapado para lo que está por venir. Además, ya en esta primera historia se percibe un muy cuidado trabajo por parte de los Coen tanto en lo referente a la ambientación como a los diálogos de los personajes, sin olvidarnos de una gran atención al detalle en lo referente al manejo de la cámara. Todo brilla por mucho que Nelson sea la gran estrella del momento.
Es en el salto a la segunda historia cuando notamos que el tono de la película no va a ser uniforme, pero entonces aún se conversa un fuerte componente cómico, lo único que abordado de otra forma para evitar repeticiones innecesarias en un relato totalmente desconectado del primero.
Luces y sombras de ‘La balada de Buster Scruggs’
Aquí surge el primer problema, y es la sensación de estar alargando la historia, algo curioso si tenemos en cuenta su brevedad. No es algo grave pese a que suponga una evidente caída de interés, pero sí que trae a la película una ligera sensación de insatisfacción que irá apareciendo en el resto de relatos por diversos motivos.
Es algo curioso, ya que todas ellas retratan muy bien el objetivo que parecen marcarse los Coen, pero también ninguna de ellas te ofrece una satisfacción plena. Desde la curiosa relación entre un padre y su hijo siempre en la carretera pasando por el buscador de oro, la mujer que recibe una proposición de boda inesperada o los viajantes en una diligencia. En todas ellas siempre te queda la sensación de que falta algo.
Es cierto que los Coen mantienen su impecable trabajo de puesta en escena y que los actores destacan en sus extravagantes personajes -ahí me gustaría destacar sobre todo a un estupenda Zoe Kazan en un rol con menos oportunidades de lucirse que otros-, tanto aquellos prácticamente desprovistos de diálogos hasta aquellos en los que lo que dicen resulta esencial en el devenir de los hechos. La variedad está ahí y los Coen se permiten jugar desde los relatos con un fondo más dramático hasta otros más ligeros, pero siempre te quedas pensando que la forma no compensa del todo el fondo.
Existe una marcada tendencia a recurrir a la violencia para solucionar las historias, algo comprensible dado que se sitúan en el salvaje oeste, pero es ahí donde surge esa temida repetición que resta brillo a algunas de las historias. Y es que Incluso a la que se dedica un mayor número de minutos y se zanja de una forma curiosa te deja pensando que los Coen se han dejado algo fuera. Obviamente no es así, pero una cosa son sus intenciones y otra la recepción por parte del espectador.
Queda la posibilidad de ver en ‘La balada de Buster Scruggs’ un reflejo de la propia carrera de los Coen al no querer limitarse a mostrar una de sus caras -ahí todos van a encontrar algo para disfrutar con mayor intensidad- y que por ello haya otras coincidencias que las aproximen y en otros casos produzca una reacción muy diferente a la mía. Por desgracia, lo que parecía que podría encantarme y situarse entre lo mejor de los Coen tras su primera historia se acaba quedando “solamente” como una de sus propuestas intermedias.
En definitiva, ‘La balada de Buster Scruggs’ se sitúa fácilmente como una de las mejores películas originales de Netflix por mucho que inicialmente fuera a ser una serie de televisión. Y lo hace arrancando de maravilla y luego ofreciendo siempre un alto nivel pese a que siempre falte ese algo para que vayan más allá de anécdotas al servicio del estilo de los Coen muy bien ejecutadas.
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