‘Los Ángeles de Charlie’: bienintencionada actualización de la franquicia con un mensaje feminista al que le falta contundencia

‘Los Ángeles de Charlie’: bienintencionada actualización de la franquicia con un mensaje feminista al que le falta contundencia

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Resulta paradójico (y significativo) que de todas las encarnaciones que han tenido 'Los Ángeles de Charlie' desde su versión original, la más feminista siga siendo la primera. Nació como un exploit festivo de James Bond producido por alguien tan poco sospechoso de militar por la liberación femenina como Aaron Spelling, pero aún con toda la problemática heredada de su época -su erotismo, obviamente, estaba dirigido al disfrute exclusivo de la mirada femenina-, el carisma de su trío de heroínas y su sencillo, pop y desendadado mensaje reivindicativo acerca de la capacidad femenina para mejorar lo que hacían los hombres convirtieron la serie en un icono.

Ese talante reivindicativo se recuperó en las dos divertidísimas actualizaciones dirigidas por McG y que, curiosamente, usaban el humor ganso como arma arrojadiza. Su feminismo era absolutamente pop y poco combativo, pero la sensación -muy Spice Girls, ya que era la época- era de que aquel trío de mujeres podían hacer literalmente lo que les diera la gana. Incluido bailar en bragas, vestirse de tirolesas o hacer kung fu. Independientemente de su discurso, además, las dos películas eran una virguería visual, y sabían descatar con una impronta personal de entre toda la avalancha de explotaciones de Matrix en las que teóricamente estaban metidas.  

Esta tercera encarnación de las féminas pretende ser un claro homenaje continuista a la serie original y a las dos películas de McG, con guiños abiertos y explícitos que sugieren una despreocupada e imposible continuidad. Pero Elizabeth Banks está interesada, más que en hacer una película competente de acción, aventura y comedia (tres géneros que tantea esta última película, pero en los que naufraga), en plantear un mensaje feminista que, por desgracia, no termina de cuajar.

'Los Ángeles de Charlie' retoma la base argumental característica de la serie: una agencia de superespías femeninas comandadas por una voz masculina y por un jefe más cercano, Bosley. En esta ocasión, a la competente pareja formada por Sabina (Kristen Stewart) y Jane (Ella Balinska) se suma una ingeniera, Elena (Naomi Scott), que ha inventado un dispositivo que genera energía limpia pero que podría ser empleado con fines mucho más perversos.

'Los Ángeles de Charlie': Paradójicamente, no lo suficientemente feministas

El problema con estas nuevas Ángeles es que pone en primera línea un mensaje de reivindicación femenina que, no cabe duda, es necesario e importante, pero carece de la energía para darle consistencia. De hecho, la película a menudo parece un encargo algo desvaído que no tiene ningún interés como película por sí misma. Un ejemplo: las secuencias de acción son confusas y torpes, y Banks las factura como un trámite. Toda una decepción después de los épicos disparates hipercoreografiados por Cheung-Yan Yuen en las películas de McG.

No solo eso: la parte de suspense y espionaje de la película se mueve entre la autoconsciencia tontorrona y la imitación de referentes como 'Mission: Impossible', pero sin tomar partido por un tono específico. Pero el desconcierto total llega con la comedia: hay momentos en los que es imposible saber si la película tiene humor o no, ya que la mayoría de los diálogos parecen cortados antes de que los gags aterricen. Por ejemplo, es imposible saber si uno de los personajes más exagerados de la película, el gurú de la alimentación sana, es una parodia o un homenaje genuino. Cuando menciona la curación mediante agua con electrolitos, no se sabe si lo dice en serio o no. Y no, no es humor desconcertante intencionado.

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En este contexto, el claro mensaje feminista de la película queda algo disuelto. Hay formas mucho más interesantes de afrontar una película en la que todos los hombres son tontos y malos y todas las mujeres listas y buenas (y aquí los personajes de los villanos empresariales, muy tiarrones ellos, son interesantes), y las anteriores encarnaciones de la franquicia son buenos ejemplos. Simplemente, a 'Los Ángeles de Charlie' le falta la energía de las anteriores para convertir ese feminismo esquemático y pop en algo genuinamente reivindicativo. Y hay mil formas: de 'Josie y las Pussycats' a 'Spiceworld', pasando por 'Capitana Marvel' o 'Super Empollonas'. Es una pena, porque entre actrices manifiestamente activistas y una plétora de cameos muy potente, lo tenía todo a favor.

En este contexto, a Kristen Stewart, el auténtico valor de la película no le resulta difícil destacar. Es cierto que su papel es el más estrafalario y agradecido, pero Stewasrt lleva canalizando -a través incluso de sus apariciones públicas- una personalidad única que encaja con un tono que habría sido el deseable para el film: agresivo pero encantador, muy femenino pero sin necesidad de pedir permiso ni carnets a la audiencia masculina. Una pena que esta vez, el vehículo no haya estado a la altura.

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