'Agatha, ¿quién si no?' empieza siendo una digna y carismática sucesora de 'Wandavision', pero por momentos se convierte en una serie de brujas de CW

'Agatha, ¿quién si no?' empieza siendo una digna y carismática sucesora de 'Wandavision', pero por momentos se convierte en una serie de brujas de CW

Marvel ha recalentado las sobras de ayer, pero le ha echado distintas especias para que sepan diferente. Y funciona, siempre que seas consciente de que no es un plato gourmet

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Agatha

¿Os podéis creer que solo llevemos tres años y medio de series de Marvel Studios? En este tiempo nos ha dado a ilusionarnos, desilusionarnos, pasar de la felicidad a la apatía y terminar en un estado de eterna desconfianza, como quien vuelve con un ex que le ha hecho daño varias veces. 14 temporadas de 12 series distintas contemplan a un universo que se ha expandido demasiado rápido y con muy poco autocontrol. Ese ansia por rellenar un lugar en Disney+ como sea es, en el fondo, la única razón de la existencia de 'Agatha, ¿quién si no?', aunque, de vez en cuando, consigue ser algo más. Tristemente, ya os lo aviso, durante la mayor parte de sus primeros episodios no pasa de ser simple contenido.

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Claramente no hay ningún motivo artístico ni pasional para afrontar la creación de una serie de Agatha Harkness más allá de que el personaje gustara entre el público (principalmente por la cancioncita) y de que Disney exigiera series a destajo a una Marvel excesivamente segura de sí misma que desde que terminó su rodaje ha intentado corregir el rumbo. Sin embargo, le honra que, pudiendo hacer una simple extensión de 'Bruja Escarlata y Visión' estirando el chicle, decida recorrer su propio camino, jugando con el espectador y sus expectativas a lo largo de todo el primer episodio.

Bien es cierto que el chiste se agota muy rápidamente: una vez vemos la parodia de 'Mare of Easttown' (ojo al fabuloso opening), no hay mucho más donde rascar y los giros, introduciendo fragmentos de la realidad en la ficción, se asemejan a los de la serie de la que nace sin intentar darle media vuelta adicional. Sin embargo, es solo el momento previo necesario para asentar los fundamentos de lo que será el resto de 'Agatha, ¿quién si no?', un viaje repleto de magia y aventuras donde el foco no se pone tan solo en Harkness, sino también en sus acompañantes, que conforman un grupo tan variopinto como, francamente... insípido.

Ya lo he avanzado antes, pero el gran problema de la serie es que es perfectamente consciente de su estatus como contenido. A ratos, los efectos visuales y el tono, de hecho, la acercan más a una serie de brujas con factura digna de CW (con todo lo que ello conlleva) que a una producción de Marvel. Más que entretenida, es eficiente, y si levanta el vuelo es casi en exclusiva por la deliciosa interpretación de una Kathryn Hahn que goza cada minuto de este personaje mientras descubre lo que pasó en 'Doctor Strange en el multiverso de la locura'. No, no hace falta haberla visto para entender lo que pasa. Pero sí, os lo recomiendo sobremanera.

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Nadie más que yo quería una suerte de segunda parte de 'Bruja Escarlata y Visión' (sigue siendo mi serie favorita de la productora), pero esta no da la talla. 'Agatha, ¿quién si no?' decide que no aprovechará su categoría de secundaria para innovar: en su lugar nos muestra un camino que ya hemos recorrido antes en mil y un productos audiovisuales y que, aunque está trufado de unos cuantos momentos más o menos memorables, no termina nunca de levantar el vuelo. Es, tal cual, lo que esperabas de ella cuando se anunció -siempre que no fuera una revolución-. Tristemente, el resultado final es mucho más plano de lo deseable y tan solo el carisma de sus protagonistas hace que apetezca continuar viendo más episodios.

Mientras que cada paso del camino nos sorprendía e intrigaba a lo largo de 'Bruja Escarlata y Visión' (al menos hasta el sosísimo final) y su emisión semanal fue pura diversión gracias a las conjeturas variadas del público, aquí sucede todo lo contrario. De hecho, se siente como si Marvel hubiera recalentado las sobras del día anterior: las situaciones son cliché, los misterios no son interesantes y los personajes tienen personalidades excesivamente subrayadas para que podamos distinguirlas entre sí. No es una mala serie, pero ni siquiera ella cree en sus posibilidades, quedándose en una tierra de nadie que, mirado por el lado bueno, tiene margen para corregir sus errores e ir ganando altura a medida que pasen los episodios.

'Agatha, ¿quién si no?' es un producto extraño porque nace de la inconcreción: es un spin-off que lucha salvajemente por tener personalidad propia, pero que en su búsqueda de la originalidad no puede evitar patinar una y otra vez en lugares comunes. Si buscas un producto de calidad único con toda la magia Marvel de antaño, no lo vas a encontrar aquí. Si, en su lugar, te conformas con una serie perfecta para Halloween y que sirva para entretener sin mayores pretensiones, acertarás de pleno: al fin y al cabo, nunca es aburrida, e incluso brilla por momentos (por ejemplo, en esas escenas musicales fabulosas).

No olvidemos que toda esta serie nace, no ya del personaje de Agatha Harkness, sino de una cancioncita de un minuto en el episodio 7 de su precuela y, ante la falta de referentes comiqueros, ha tenido que crear un universo propio prácticamente de la nada (con la ayuda de la serie de 2016 de 'Bruja Escarlata' escrita por James Robinson). Es fascinante comprobar cómo el UCM ya puede volar solo sin necesidad de estar cogido de la mano de los tebeos: tienen tan bien pillado el mecanismo de la orfebrería que ya funciona prácticamente solo.

En ese sentido, cumple a la perfección: hay un sólido esfuerzo por contentar a los fans marvelitas con guiños y referencias variadas mientras trata de abrir su propio camino frente a unas redes sociales que ya se están preparando para convertirla en el nuevo y aburridísimo gran debate sociopolítico audiovisual. No es lo que pretende ni lo que se merece, y haríamos bien en juzgarla exclusivamente por sus propios méritos o imperfecciones. Tiene mucho de ambos, al fin y al cabo. Sí, le falta magia, pero le queda la suficiente como para convencer a un público aún cautivo que insistirá de elevarla a los altares de la originalidad a pesar de que esta se siente, no os voy a engañar, un poquito caducada a estas alturas.

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