El humor puede llegar a estar en la mirada del observador, y puede llegar a extrañar a otro ser humano que le menciones que encuentres gracioso algo que parece seco y soso hasta extremos increíbles. Es el riesgo de ese tipo de comedia inexpresiva, donde el absurdo se cuela en lo cotidiano como quien pasea por la calle y sin que el espectador haya estado previamente para ello.
Ofrecer esa clase de calidez humana soterrada en una superficie supuestamente gélida y sin aspavientos llega a descolocar. Pero hay cineastas capaces de volverlo una característica de su estilo, que van además en consonancia con intentar ofrecer un pequeño faro de luz en un panorama oscuro. Es lo que hace tan especial a películas como ‘Fallen Leaves’.
Luces de ciudad finlandesa
Aki Kaurismäki hace una de las mejores películas del último año, estrenándose sobre la bocina en diciembre de 2023, hace al fin su esperada llegada al streaming a través de Filmin y de Movistar+ (en Filmin además se puede ver una colección de 17 películas de Kaurismäki para completar la experiencia). Una estupenda y pequeña joya con romances inesperados, precariedad y amor por el cine.
En ella seguimos a dos solitarios y algo desastrosos individuos que están atrapados en trabajos mal pagados. Ansa hace horas en un supermercado y Holappa, que es alcohólico, trabaja en construcción manejando maquinaria delicada. Ambos se conocen en un karaoke, quedando luego porque parece que encuentran una conexión mutua. Pero un unión de malentendidos y mala fortuna dificultará que puedan llegar a tener una relación.
Kaurismäki nos dibuja a dos personas algo desastrosas en sus vidas personales, marcados por desgracias y también una situación económica desfavorable. También nos dibuja un panorama desolador, con la invasión rusa de Ucrania apareciendo en las noticias constantemente. Es todo material para una película realmente deprimente.
‘Fallen Leaves’: el fabuloso absurdo en lo cotidiano
Pero las películas del finlandés nunca caen en lo depresivo. Siempre aprovecha para plasmar contextos sociales y políticos terribles, pero sus personajes acaban encontrando paz y optimismo fuera de ellos, haciendo que las historias en general se conviertan en inesperados lugares felices donde poder hacer humor seco en torno a inseguridades personales o la burocracia.
La magia de las películas de Kaurismäki es que su fachada gélida se desmonta rápido para terminar sintiéndose como un abrazo, muy similar a la atmosférica música electrónica que toca uno de los grupos que salen (las cintas del finlandés siempre ofrecen momentos musicales inesperados y fantásticos). Aquí introduce también un elemento de amor por el cine en general, yendo desde referencias a clásicos ‘Luces de la ciudad’ de Charlie Chaplin como reverencias a un hermano espiritual como Jim Jarmusch y su infravalorada comedia seca ‘Los muertos no mueren’.
Todo es muy familiar, muy visto en el cine de Kaurismäki. Y, al mismo tiempo, funciona de una manera absolutamente conmovedora y preciosa. Una experiencia que se sale de cualquier otra corriente y marca al finlandés como un cineasta necesario.
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