Hace unos años el suceso de r/wallstreetbeetz puso de relieve la gran mentira de la cultura del esfuerzo que los brokers de la bolsa suelen promulgar para justificar su poder dentro de la economía. Su manera de poner patas arribas las reglas del sistema contra esta gente, y desmontando sus dogmas socioeconómicos, hicieron de nuevo relevante una película con ideas similares y que ahora cumple 40 años: 'Entre pillos anda el juego'.
Es el mercado, amigo
La memorable comedia ochentera va a poder verse hoy en televisión a través del canal Paramount a partir de las 22 horas, y es un plan al que va a ser difícil resistirse al tratarse de una de las mejores películas de todos sus responsables. El gran dúo cómico de Eddie Murphy y Dan Aykroyd, la secundaria de lujo Jamie Lee Curtis y el director John Landis intentando dejar atrás el mayor crimen de su carrera (el rodaje de 'En los límites de la realidad') coinciden para firmar una hilarante cinta sobre "Es el mercado, amigo".
Readaptando la comedia de enredos británica 'El millonario', que ya adaptaba un relato de Mark Twain, muestra como los destinos de dos hombres, un rico (Aykroyd) y otro pobre (Murphy), son trastocados por la apuesta de dos aburridos hombres de negocios. Intentando descifrar si la clave del éxito es genética o educativa, trazan artimañas para cambiar sus posiciones socioeconómicas. El buen desempeño del personaje de Murphy realza que, incluso con un ligero síndrome del impostor, lo que realmente le ayuda a prosperar es tener infinidad de recursos.
Esta película llego mucho antes de que llegase el fenómeno de las películas mordaces sobre brokers financieros como 'El lobo de Wall Street' o 'La gran apuesta'. Incluso precedió a 'Wall Street', ese reverso de la codicia americana que fueron los ochenta de Ronald Reagan. Y lograba ser incluso más perceptiva sobre el impacto de esos tejemanejes macroeconómicos en las clases trabajadoras a través de una sátira muy afilada.
Es por ello que cuando la película pasa de los enredos a convertirse en una buddy movie entre Murphy y Aykroyd para devolver la jugada se siente casi como un acto de solidaridad y lucha de clases. Es uno de los aspectos que ha logrado envejecer mejor de una película bastante divertida e incorrecta, que es capaz de hacer los chistes más gamberros sin dejar de considerar aspectos de sus personajes como la pobreza o la raza, esquivando buenas intenciones en las que sería fácil caer por el contexto navideño en el que sucede la acción.
Su ánimo por probar el humor más pasado de rosca para desarrollar a sus personajes hace que muchas de sus gracias se pasen de frenada y sean justo lo que la anclan mucho a su época. Pero la película consigue funcionar mucho gracias a su irreverencia problemática, no a pesar de ella, y por eso sigue funcionando como la mejor muestra de la sociedad Murphy-Landis, además de la Aykroyd-Landis. El plan para esta noche es inmejorable.
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