70 años de Marlon Brando dando una de las mejores interpretaciones de la historia. Drama intenso e imprescindible que ganó 8 Oscars

70 años de Marlon Brando dando una de las mejores interpretaciones de la historia. Drama intenso e imprescindible que ganó 8 Oscars

Uno de los intentos de autojustificación más burdos dio una película extraordinaria

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La Ley Del Silencio 1954 Marlon Brando

Antes de comenzar a hablar de una de las mejores películas de la historia del cine para muchos, seria interesante comentar una escena de ‘Bikeriders. La ley del asfalto’. En ella, el personaje de Tom Hardy está viendo la televisión, donde se emite ‘Salvaje’, y el carisma imparable de Marlon Brando como líder de una banda de moteros le anima a formar su propia pandilla. Una escena que, además de tener cierto significado por cómo Hardy ha asimilado prácticas del mismo Brando, representa cómo el actor se volvió toda una revolución a muchos niveles para el cine.

Su presencia y su talento eran innegables, con un magnetismo que cautivaba totalmente al público. Pero no resulta una exageración decir que hay un antes y un después en el cine americano a raíz de Brando, por cómo su manera de actuar que empleaba manierismos de manera diferente y trataba de alcanzar una pureza menos teatralizada, intentando simular una naturalidad y una autenticidad que llevasen sus películas a otro nivel. Un estilo que muchos han querido seguir desde entonces, especialmente desde que se vio por primera vez una película como 'La ley del silencio' ('On the Waterfront').

Alzar la voz

La asombrosa película de Elia Kazan, protagonizada por el susodicho Brando y una sensacional (y debutante en el cine) Eva Marie Saint, cumple hoy 70 años de su estreno en cines. Un drama extraordinario, con el actor dando quizá su mejor interpretación, y que hoy se puede ver en plataformas de alquiler como Amazon Prime Video, Apple TV y RakutenTV.

Terry Malloy es un retirado boxeador que fue prometedor, pero cuya carrera quedó truncada y ahora sólo le queda trabajar como estibador en el puerto de Nueva York. Pero un día se ve involucrado en un terrible crimen por culpa del jefe del sindicato y sus prácticas mafiosas, y empezará en él un conflicto moral por mantenerse fiel al colectivo o dar un paso para hacer lo correcto.

Su loable muestra de la acción sindical no deja de estar teñida por un contexto, digamos, complicado que provocó la existencia misma de la película. Kazan quiso hacer esta película sobre denunciar la corrupción a modo de justificación personal por sus actos de delatar a varios compañeros de la industria del cine en plena era del Macartismo. La caza de brujas de los simpatizantes de la ideología comunista, o a veces simplemente de izquierdas, recibió la colaboración del director, renegado de dichas ideas y convencido de la pureza de sus actos, animando a otros compañeros a seguir su ejemplo.

‘La ley del silencio’ y la paradoja que lleva a la maestría

La Ley Del Silencio 1954 Elia Kazan

El coste en las vidas de varios de los que fueron compañeros no cambió la determinación de un Kazan que se vio alentado con el aplauso a esta obra, donde trata de personificarse a través del personaje de Brando. Su autojustificación, si bien burda en su hipocresía, termina siendo interesante. La paradoja no crea una disonancia que destruya el mensaje potente de ‘La ley del silencio’, más bien lo refuerza con esa conexión tan potente a las tribulaciones del protagonista, a las miradas al mundo corrupto que le rodea que están tan bien pronunciadas por el cine negro.

Es un fascinante caso donde la perspectiva ensimismada del autor termina funcionando en gran beneficio a la historia. Sus decisiones estéticas, su puesta en escena, están realizadas con una claridad extraordinaria, al igual que su siempre loable dirección de actores, aquí plasmada con el Brando más brillante y una Eva Marie Saint maravillosa en su precocidad.

Vale la pena detenerse en el trabajo de Brando, que saca adelante todas las escenas con una elegancia y sensibilidad supremas. Cada conversación parece una secuencia de acción, como el monólogo amargo sobre su posible triunfo siendo su coreografía mejor diseñada y realizada. Cada gesto contribuye, dando forma a un personaje que en sí mismo es un pilar en el cine americano. Al igual que ‘La ley del silencio’ en general.

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