Ayer Antena 3 echó el cierre de la primera temporada de ‘El número uno’, el talent show que llegó a la cadena hace trece semanas pretendiendo ser un revulsivo de su programación, pero que se ha quedado a la mitad de un camino con destino incierto. Al contrario de la fuerza que desprendían las primeras promos del programa, ‘El número uno‘ no solo no ha conseguido alcanzar la excelencia que señala el nombre del programa sino que ha mostrado semana tras semana cómo su fuerza iba escapándose sin que nadie consiguiera poner remedio.
El paso del programa por Antena 3 ha servido para responder a esa duda que nos surgió al principio y que hacía que nos preguntáramos si la fórmula del talent show estaba realmente agotada en España, como quedó en evidencia tras el fracaso de la última edición de ‘Operación Triunfo’ en Telecinco. La llegada de ‘El número uno’ nos creó expectativas, aunque éstas se han esfumado casi con la misma rapidez con la que aparecieron. El programa de Paula Vázquez no se ha desmarcado de sus antecesores y se ha basado exclusivamente en uno de los mejores castings que ha dado un programa como este en los últimos años, pero ha dejado a un lado otros factores imprescindibles que lo han transformado en un programa tedioso que cada semana nos invitaba a abandonarlo para siempre.
Un jurado profesional lleno de inconvenientes
Una de las principales bazas con las que contaba ‘El número uno’, al margen de los participantes que conoceríamos más tarde, era su jurado. Los cinco profesionales que se ponían al frente de las valoraciones de las actuaciones semanales tenían la responsabilidad de cumplir con las altas expectativas que se habían levantado a su alrededor, algo que no consiguieron en la primera gala y, pese a los esfuerzos, tampoco han logrado el resto de semanas. El jurado de ‘El número uno’ no ha sido esa piedra angular que el programa necesitaba. Muchas de sus valoraciones han sido desacertadas y se han manejado dentro de ese buenrollismo con el que empezó el talent show y del que poco a poco se ha querido desligar.
En ocasiones, esas valoraciones no se correspondían con lo que veíamos en cada actuación o estaban motivadas por otras razones ajenas a lo musical (cuánto daño han hecho las hormonas femeninas). Pero lo peor del papel del jurado ha sido lo mucho que le ha costado integrarse en el programa. Parecía lógico que pensáramos que los populares cantantes participaran en el show desde el primer minuto, apareciendo como una referencia constante de cómo debía ser un número uno. En vez de eso, no ha sido hasta la recta final cuando les hemos visto cooperando con el programa, aunque en ese momento quizá ya era demasiado tarde.
Hemos tenido que esperar a la última gala de ‘El número uno’ para ver una actuación conjunta de todos los miembros del jurado, una actuación que la lógica nos decía que debía darse al inicio de su primer programa (con menos estilo de karaoke y mejor puesta en escena), una actuación que sirviera como bienvenida y como adelanto de lo que estaba por venir. Este hecho solo es una muestra más de la desconexión que el jurado ha tenido con el programa, una de las principales razones que provoca que el espectador también se desvincule del mismo.
A mitad de camino entre lo que debía ser el jurado y lo que ha sido se ha encontrado Mónica Naranjo, la sexta integrante de la mesa de valoraciones, que comenzó como sustituta y se fue volviendo casi imprescindible con el paso de las semanas. Ella ha sido la que más ha sobresalido y la que ha sabido distanciarse del resto de compañeros con solo su presencia, aunque hay que reconocer que a veces parecía que aún se encontraba en el plató de ‘Tu cara me suena’.
Una mecánica improvisada
No podemos comentar la temporada de ‘El número uno’ sin hacer mención a la mecánica que ha seguido, que se ha movido en la improvisación constante y que nos ha dejado algunos momentos de esos que provocan una fuerte indignación en el espectador. Me refiero a esos blindajes que se sacaban de la manga, haciendo que de la noche a la mañana se le diera la posibilidad de blindar a personas que a priori nada tenían que ver con el concurso y provocando en alguna que otra ocasión que un concursante pudiera ser expulsado sin que se tuviera en cuenta el voto de la audiencia.
La experencia nos dice que un programa como ‘El número uno’ tiene que sorprender, introduciendo elementos nuevos que causen expectación en la audiencia. Pero en vez de eso, el programa nos ha dejado con la sensación de ser un barco al que intentaban cambiar de rumbo cada semana sin tener muy claro el destino al que se quería llegar. En esta línea también hemos visto cambios en el estilo del programa, que ha introducido elementos que se alejaban de la blancura tan característica que Antena 3 ha querido imponer este curso. A esa blancura le han salido manchas, por ejemplo las que ha provocado el director del programa con los vídeos que protagonizaba valorando a los concursantes, que en la mayoría de los casos pretendían enfrentarlos a algo más que sus actuaciones.
Tampoco podemos olvidar esas galas alargadas hasta la saciedad ni la gran cantidad de anuncios publicitarios que se han logrado colar en el transcurso de cada gala, que nos hacían recordar lo peor de ‘Operación Triunfo’. Quizá sea ese el aspecto más negativo de ‘El número uno’, que no se ha podido desligar de ese antecesor aunque el programa partía con la “garantía” de ofrecer algo diferente. Son los concursantes, y la atracción que los espectadores pudieran sentir por cada uno de ellos, lo que ha salvado al programa del desastre, un hecho que en absoluto garantiza que la segunda temporada de ‘El número uno’, si la hubiera, obtenga los mismos resultados de audiencia que los conseguidos hasta ahora.
Los errores encontrados en ‘El número uno’ juegan a favor de Telecinco. De cara al estreno de ‘La voz’ en septiembre la cadena ha encontrado un ejemplo de lo que no debe hacerse con un talent show a estas alturas. Al fin y al cabo la estrategia de la cadena de retrasar su talent show parece que no ha sido tan mala como podíamos pensar, ya que los responsables del nuevo programa de Telecinco saben que ‘La voz’ debe sorprender desde el primer minuto, algo que no ha conseguido ‘El número uno’. El programa de Antena 3 comenzó con la sencillez de un programa cualquiera, pero en esta ocasión la fórmula no ha dado resultado. Los remedios para curar la enfermedad llegaron tarde y, aunque mostraron que era posible (mayor participación del jurado, mejores puestas en escena en las actuaciones…) se dieron después de que ‘El número uno’ dejara en evidencia que no era el programa que pretendía ser.
En ¡Vaya tele! | ‘El número uno’, todo por la música
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