La serie de dibujos animados protagonizada por un perro aplastado que celebraba las Olimpiadas de Barcelona 1992 y que jamás se ha vuelto a repetir en televisión

La serie de dibujos animados protagonizada por un perro aplastado que celebraba las Olimpiadas de Barcelona 1992 y que jamás se ha vuelto a repetir en televisión

Cobi, la mascota creada por Javier Mariscal, murió de éxito en aquel verano olímpico. Pero no fue la única en tener su propia serie, desde luego

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Cobi

Es curioso cómo el mundo real crea narrativas perfectas que en una película veríamos como falsas e inusuales. Tomemos el caso de la primera mascota olímpica de la historia no oficial, Smoky, un cachorro perruno que se hizo popular por la Villa Olímpica en Los Angeles 1932 y que falleció dos años después, cuando una moto le atropelló. Seis décadas después, con la costumbre de nombrar mascotas ya instaurada como algo habitual en los Juegos Olímpicos, en Barcelona se escogió a Cobi, que durante años se dijo, como leyenda urbana, que era la representación del pastor alemán de Javier Mariscal... atropellado por un camión.

La mascota más genial

Puede que Cobi sea la mascota que más recordemos en nuestro país, pero oficialmente la tradición empezó con el dibujo de otro perro, Waldi, que fue el protagonista de las Olimpiadas de Munich en 1972, Sirvió no solo para popularizar aún más el evento y para descubrir su faceta más lucrativa: más de dos millones de piezas de merchandising se vendieron alrededor del mundo, e incluso el recorrido de la maratón final se montó para que se asimilara a su diseño. Sin embargo, aún faltaba una pieza clave para conquistar todos los corazones: su aparición televisiva.

Tuvieron que pasar ocho años más hasta que Misha, el oso que representó a la Unión Soviética en 1980, hiciera algo inédito: convertirse en un protagonista de la cultura pop gracias a la serie de anime 'El osito Misha', que duró 26 episodios entre 1979 y 1980. A lo largo de los años posteriores se ha editado en formato doméstico y repetido en varias ocasiones, convirtiendo al oso de Viktor Chizhikov en un icono que ha conocido incluso a Mickey Mouse y que dio rienda suelta para que, a partir de ese momento, los Juegos Olímpicos se rindieran a la animación.

Desde entonces, y hasta mediados de los 90, todos tuvieron una serie o, al menos, un especial anunciando su llegada. Sam (Los Angeles 84) tuvo la serie de 51 episodios 'Eagle Sam' (o 'Sam, the olympic eagle'), que no salió de Japón y de la que solo han sobrevivido tres capítulos. Por su parte, Hodori (Seúl 88) era un tigre con sombrero que protagonizó 'Dallyeola Hodori' en Corea del Sur, adaptada posteriormente a 32 cómics y de la que, pese a su importancia, solo han sobrevivido... 26 segundos de animación. Y entonces, llegó Cobi.

Vive junto al mar en Barcelona

El 15 de marzo de 1988, la federación española mostró por primera vez a la mascota de los futuros Juegos Olímpicos: Cobi, un pastor catalán dibujado por Javier Mariscal al estilo cubista. Su nombre era un guiño al COOB (Comité Organizador de las Olimpiadas de Barcelona) y el público reaccionó a él... de la manera más fría que os podáis imaginar. Para muchos era feo, desangelado, demasiado vanguardista y no representaba en absoluto esa Barcelona de finales de los 80. El público no entendía nada. Sin embargo, cuatro años después, todo había cambiado.

Cobi 2

Si viviste 1992, sabes perfectamente de lo que estoy hablando: Cobi estaba en todos los sitios. En los yogures de Danone, los envases de Cola-Cao (con el eslogan "Cobi y Cola-Cao, tal para cual"), las cajas de Estrella Damm, vasos de Coca-Cola, todo tipo de merchandising... ¡Tuvo hasta su propio helado, el Frigo Cobi, que costaba 75 pesetas de la época! Por cierto, si tenéis curiosidad, el helado era de fresa, nata y chocolate y en su anuncio se cantaba "A correr y a saltar, el Frigo Cobi te va a acompañar, marcha y marcha de la mejor, con el Frigo Cobi cuando hace calor". Eran otros tiempos.

Y, por supuesto, con este plan de expansión, tuvo su propia serie de televisión, 'The Cobi Troupe', también conocida como 'Las aventuras de Cobi', donde se nos presentaba no solo a sus amigos (Cachas, Olivia, Jordi, Bicho, Nosi -mascota de las Olimpiadas Culturales- y Petra -mascota de los Juegos Paralímpicos-), sino también a los dos villanos que querían contaminar Barcelona y causar el mal, Tamino y el Doctor Normal. Duró 26 episodios, cada uno dividido en tres mini-historias, y fue creada en España gracias a BRB y Claudio Biern Boyd. Tenía la popularidad de Cobi, animación en una era dorada para su emisión televisiva, las Olimpiadas de fondo... Sería un éxito, ¿no? Bueno.

Cobi es tu amigo, ya verás

La serie, con guion de El Tricicle, costó 350 millones de pesetas (unos 2,1 millones de euros), se emitió primero en las cadenas autonómicas de FORTA (Telemadrid, ETB, TV3, Canal Sur, etcétera) y después fue comprada por 24 canales alrededor del mundo, incluyendo TVE. Todo muy bonito, si no fuera porque en su día hubo una tremenda polémica porque BRB decidió animar la serie en un estudio de China, Jade Animation, que a su vez subcontrató a otro estudio, Beijing Selencie and Education Film... mientras los barceloneses de Cartoon Now, que fueron los primeros en tener el proyecto, quedaban al margen, supuestamente por entregar un proyecto de bajísima calidad.

Desde el COOB se pretendía que 'The Cobi Troupe' se convirtiera en un éxito al nivel de 'Fútbol en acción', la serie que convirtió a Naranjito en el protagonista de 1982, pero lo cierto es que se quedó a medias y, quizá por ser demasiado infantil, nunca terminó de calar entre el gran público. El propio Mariscal recordaba años después que la productora se pasaba "por el forro muchas de las cosas que les enviábamos" y reconoce que el proyecto no terminaba de estar bien encarado. Quizá por eso no se ha vuelto a repetir nunca una vez pasada Barcelona 92 y no está disponible en formato doméstico, ni siquiera ante la oleada de nostalgia que supuso el DVD.

Pero en el estudio de Mariscal estaban tan convencidos del éxito en su momento que incluso lanzaron seis cómics que adaptaban la serie (y que, por cierto, tengo en casa, como parte de la Cobi-manía que solo le puede entrar a un niño de ocho años en los 90) editados por Plaza y Janés y que resultan tan extraños como apreciables hoy en día. Cobi, la mascota más genial, vivía al lado del mar en Barcelona (concretamente en el observatorio Fabra, del Tibidabo), y sus peluches se vendían a miles, pero su serie nunca terminó de despegar. Tanto, que muchos de sus episodios se encuentran perdidos tanto en castellano como en catalán y otros idiomas. Cuando se terminaron las Olimpiadas, se terminó el interés en Cobi.

En Atlanta 1996 parecieron aprender la lección, y no dieron demasiadas ínfulas a Izzy, la primera mascota hecha por ordenador y que nadie sabía exactamente lo que representaba: tuvo un especial televisivo de veinte minutos titulado 'Izzy's Quest For Olympic Gold' y nunca más se supo. La fiebre por hacer series de las mascotas de las Olimpiadas pasó poco después, aunque tenemos algunos ejemplos modernos, como los cortos de dos minutos 'Vinicius & Tom, divertidos por naturaleza' (Río 2016)  o 'The Olympic adventures of Fuwa' (Beijing 2008), que tuvo dos secuelas y 100 episodios. Sin embargo, la falta de interés general por los Phryges en París 2024 hace pensar que nunca volverá a haber un Cobi. Los tiempos, una vez más, están cambiando.

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