Últimamente, zapeando entre los diversos canales a la hora de inicio del prime time (a la hora de la cena, vamos), me he dado cuenta que casi siempre acabo haciendo sesión doble en Boing, viendo por enésima vez ‘Malcolm‘ y cazando antes una imaginativa serie de Cartoon Network llamada ‘Hora de aventuras‘. Este título es, como atestiguó su multitudinario panel en la última Comic-Con, uno de los últimos éxitos salido de ese canal, cuyas series de animación nunca suelen ir por los caminos tradicionales de lo que podríamos entender como dibujos animados para niños.
En el caso de ‘Hora de aventuras’, se nota mucho que su creador, Pendleton Ward, y buena parte de su equipo de guionistas provienen del mundo del cómic independiente y que, como el propio Ward reconoce siempre en las entrevistas, aunque la serie está orientada a los niños, escriben y dibujan historias que a ellos les gustaría ver y que impiden que se aburran mientras están creándolas. Así, no es raro encontrar guiños a aquellos videojuegos de 8 bits de los 80 y, de vez en cuando, se marcan chistes o gags visuales de los que casi hay pellizcarse para darse cuenta de que están en una serie infantil.
Mezcla de tonos
‘Hora de aventuras’ tiene un punto de partida cuanto menos curioso, en el que la Tierra ha sufrido un apocalipsis nuclear y los únicos seres vivos que sobreviven lo hacen cambiados de formas peculiares. En esa nueva tierra mágica de Ooo se mueven Finn, que puede ser el último humano que queda y que tiene un acusado sentido de la justicia y de ayudar a quienes más lo necesitan, y Jake, un perro que habla y que tiene poderes. Los dos son grandes amigos y en cada capítulo, compuesto por dos historias de unos 10 minutos cada una, van solucionando injusticias y ayudando a sus amigos, entre los que cuentan a la Princesa Chicle, que se puede decir que es el amor platónico de Finn, o a una princesa unicornio que sólo habla coreano.
Como todos los niños, Jake y Finn tienen sus propias expresiones y sus propias rutinas, y mientras ayudan a la Princesa Chicle a custodiar unas importantísimas tartas de fresa o derrotan al Rey Hielo, el malo oficial de la serie, que siempre está maquinando alguna villanía o intentando secuestrar princesas, se gastan bromas de todo tipo y se comportan como dos amigos que sólo quieren pasarlo bien y divertirse. Por supuesto, muchas veces, sus aventuras aprovechan para hablar a los niños sobre la amistad, la tolerancia o la justicia, pero en realidad, lo único que les mueve es pasar un buen rato.
Con su mezcla de tonos y de referentes, no es raro que ‘Hora de aventuras’ pueda ser una serie infantil cuyos mayores fans sean veinteañeros universitarios, pero esa sensibilidad a veces indie, a veces un poco gamberra, a veces tierna, otras de reírse con los amigos y otras de recordar las cosas que te divertían cuando eras pequeño, funciona a la perfección. Es una de las series más originales y simpáticas que hay en emisión ahora mismo en España, y un ejemplo de esos títulos de Cartoon Network que llegan tanto a los niños como a sus hermanos mayores.
En ¡Vaya Tele! | ‘Hora de aventuras’, ¿el próximo hit de animación para todos los públicos?
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