Siempre que hablo sobre Antoine Fuqua suelo comentar que es uno de los pocos directores que, independientemente de los siempre comprensibles altibajos de calidad que pueden darse en una filmografía, no me han decepcionado ni una sola vez al ponerse detrás de las cámaras. No obstante, y pese a mi admiración por títulos como ambas 'Equalizer' o el sorprendente remake de 'Los siete magníficos', hay que reconocer que en 2001 alcanzó un hito que no ha vuelto a igualar.
Me estoy refiriendo, por supuesto, al logro alcanzado con la magnífica 'Training Day (Día de entrenamiento)'; una catedral del thriller policiaco moderno —en parte gracias al espléndido guión de David Ayer— que, en última instancia, deslumbró gracias a las interpretaciones principales de Ethan Hawke y, sobre todo, de un Denzel Washington en estado de gracia.
Día de improvisación
El papel de Washington como el corrupto Alonzo trascendió a la pantalla y se convirtió en una suerte de icono popular por aquél entonces, y eso fue gracias a algunos momentos memorables como en el que entona su mítico "King Kong ain't got shit on me!". Pero ¿cómo os quedáis si os digo que la frase fue fruto de la improvisación?
Durante un especial de Vanity Fair en el que recopiló las 25 escenas más influyentes del cine, Fuqua hizo la revelación, explicando cómo ambos, director e intérprete, se sorprendieron.
"El momento King Kong se le ocurrió a Denzel. Lo recuerdo porque estábamos haciendo la escena y empezó a desviarse. Recuerdo mirar al cámara y decir, 'Espero que hayas grabado eso, porque no creo que vayamos a conseguirlo otra vez'. Denzel viene y me dice, 'Whooo, no sé de dónde ha salido eso'. Fue agotador para él, simplemente le ves ir ahí, a ese lugar... Sólo te propones hacer una buena película y, de algún modo, se convierte en algo cultural".
Quien haya trabajado con actores sabrá perfectamente que existen pocas cosas tan mágicas que un intérprete dejándose llevar por el drama de una escena y saliéndose del camino marcado hasta alcanzar, con suerte, algún momento de iluminación. Washington, con este pasaje de 'Training Day', tocó directamente el cielo.
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