Seguimos con el repaso a la trayectoria del director norteamericano Bryan Singer. Tras debutar en 1993 con la interesante ‘Public Access’, Singer dio un pequeño gran salto con ‘Sospechosos habituales’ (‘The Usual Suspects’, 1994). El premio en Sundance para su ópera prima trajo confianza y prestigio. Era un joven realizador con ideas frescas, diferentes, capaz de sacar el máximo provecho a la idea y los medios a su disposición; alto rendimiento, bajo coste. Un cineasta que con sólo una película había demostrado que sabía manejar al público de una forma que la mayoría de profesionales sólo pueden soñar.
La promesa llegaría a convertirse en realidad con su segundo film. Christopher McQuarrie, uno de los guionistas de ‘Public Access’, tenía una idea sobre cinco criminales que preparan un golpe tras coincidir en comisaría. A esto le añadió pronto dos detalles de importancia. Durante un descanso para almorzar, en el bufete donde trabajaba, se fijó en un tablón de anuncios repleto de recortes, fotocopias y anuncios; y en el nombre de la compañía que había fabricado el tablón, “Quartet” (paro de contar). Igualmente, le había fascinado la historia de un criminal que huyó tras asesinar a su familia, sin que supiera nada de él durante 17 años. Singer necesitaba un proyecto con garra y las ideas de su amigo le atrajeron. Tras discutir el enfoque de la historia, McQuarrie escribió y entregó el sólido guión de ‘Sospechosos habituales’. A cambio recibiría un Oscar.
Bryan Singer contó con un presupuesto de sólo 4 millones de dólares para convertir en imágenes el inteligente y complejo libreto de McQuarrie, un thriller policiaco con varias e importantes secuencias de acción, por lo que el rodaje requirió de bastante imaginación y no pocos malabarismos para compensar la falta de medios. Aun así, lo fundamental era conseguir un buen reparto. Tras caerse de la lista nombres tan importantes como los de Al Pacino o Robert de Niro, Singer pudo contar con un grupo de actores que si bien no podían considerarse de primera fila, no les faltaba competencia y encajaban a la perfección en sus respectivos personajes. Los más famosos, el versátil Gabriel Byrne como Dean Keaton, al que podríamos catalogar de protagonista (si buscamos alguno), un por entonces popular Chazz Palminteri como Dave Kujan, un joven Benicio del Toro como Fred Fenster, y el camaleónico Kevin Spacey como Verbal Kint. Spacey fue el otro miembro del equipo en llevarse un Oscar, como mejor actor de reparto, lo que dio alas a su carrera en el cine (eso y su pequeño pero también memorable papel en ‘Seven’, del mismo año).
Al igual que ‘Public Access’, ‘Sospechosos habituales’ comienza con una imagen engañosa. Una agradable melodía (la banda sonora y el montaje son, de nuevo, obra de John Ottman) hace bailar el agua del puerto de Los Angeles en una noche tranquila. Tras los créditos, Singer nos planta en medio de una escena dramática. Dean Keaton, gravemente herido, intenta explotar el barco en el que se encuentra. Alguien entre las sombras se lo impide. Alguien cuyo rostro se nos oculta, pero que Keaton conoce. Tras intercambiar un par de frases, el hombre remata a Keaton. Enciende una cerilla, la tira y se marcha. Al instante, una ruidosa explosión destroza la embarcación. Entonces la cámara nos pide atención. ¿Alguien estaba oculto observándolo todo?
Las riendas de la historia pasan, provisionalmente, al detective Kujan, interesado en el caso por la implicación de Keaton, a quien lleva persiguiendo desde hace tiempo. Le informan que, efectivamente, alguien ha visto lo sucedido y puede contarlo. Dos testigos, en realidad. Uno de nacionalidad húngara que está en el hospital con quemaduras graves y… Verbal, estafador de poca monta, lisiado, vinculado a Keaton. Verbal ha conseguido un buen trato y saldrá de la comisaría en breve. Sin embargo, antes deberá pasar un rato con Kujan, que desea interrogarle. Desde ese momento, la acción de ‘Sospechosos habituales’ se desdobla en dos tiempos, presente y pasado. Vamos a ver lo que sucede en la comisaría, en el despacho donde se produce el interrogatorio, y todo lo que ocurrió antes de la explosión en el puerto, contado por Verbal.
Kujan se muestra agresivo con Verbal y pronto queda claro que realmente los hechos le importan poco, lo que quiere, por encima de todo, es conseguir que el detenido implique directamente a Keaton en todo. A través de las confesiones de Verbal descubrimos a los cinco delincuentes que llevarán a cabo el asalto al barco que voló por los aires, cuyo misterio no se resolverá hasta el final. Keaton, Fenster, Michael McManus (Stephen Baldwin), Todd Hockney (Kevin Pollak) y Verbal fueron detenidos e interrogados tiempo atrás, sin pruebas, y puestos en libertad tras una noche en comisaría. Esa reunión unió sus destinos y, sin remedio, los puso en el punto de mira de Keyser Sozé. Y llegamos a la gran pregunta de la película. “¿Quién es Keyser Sozé?” pregunta Verbal, ante las caras de pánico de sus compañeros. Ya en el presente, Verbal cuenta a Kujan que Sozé es un mito entre los delincuentes, el diablo al que todos temen, el criminal perfecto que lo controla todo en las sombras; un fantasma. Kujan cree saber quién es: Dean Keaton.
Si se ha destacado a ‘Sospechosos habituales’ por algo, y es lógico, es por la estructura y la sorpresa final de la historia. Las imaginativas y retorcidas entrañas del guión de McQuarrie transforman lo que sería una sencilla trama de policiaco en un ejemplar acertijo cinematográfico, una película que obliga al espectador a estar atento de principio a fin, uniendo piezas, interpretando las pistas, intentando llegar a la solución que parece ocultar Verbal Kint. Bryan Singer, en una entrevista que podéis encontrar en los extras del DVD, confiesa que aunque se cuidaron todas y cada una de las escenas del guión, para que todas contaran algo por muy pequeño que fuera, su intención era que el público no se aburriera en ningún momento la primera vez que vieran la película.
De hecho, Singer parece dar por sentado que nadie la volverá a ver una segunda o una tercera vez. Ciertamente, puede discutirse si merece la pena volver a ver ‘Sospechosos habituales’, una vez que ya has visto el final y descubierto todo el entramado. Bueno, en mi opinión sí, ¿por qué no volver a disfrutar un sorprendente truco de magia después de saber cómo se hace? Hay más en ‘Sospechosos habituales’ que un sorprendente desenlace. Para empezar, la extraordinaria interpretación de Roger “Verbal” Kint a cargo de Kevin Spacey; atención a cómo fuma en la comisaría y luego fuera de ella, ¿se puede transmitir tanto con tan poco? Tampoco es justo dejar de lado la impecable labor de Gabriel Byrne, otro carismático actor donde los haya. Su Dean Keaton es una versión triste y trágica del típico protagonista de cine negro. Keaton es un ex-policía que intenta rehacer su vida junto a una abogada de éxito, pero que no puede dejar atrás su pasado y vuelve a delinquir. Keyser Sozé se cruzará en su camino… ¿o acaso es él Keyser Sozé? “El mayor truco del diablo fue convencer al mundo de que no existía”. Por otro lado, aunque no quiero arruinar nada a los que no hayan visto el film, sería un buen tema de discusión lo que realmente ocurre y lo que Verbal inventa. ¿Hasta qué punto sabemos, verdaderamente, qué sucede con los cinco delincuentes? O más aún, ¿existe realmente Sozé?
En definitiva, si la ves por primera vez vas a experimentar un juego realmente fascinante, con un final que recordarás siempre, y si repites, sigue quedando un thriller de elegante factura, magníficas interpretaciones y eficaz tensión, in crescendo hasta el desenlace. Una película notable que pondría a Bryan Singer en el mapa. Un trabajo difícil de superar, pero este cineasta aún tenía mucho que decir, sólo estaba empezando. En unos días hablaremos de su siguiente film, la difícil ‘Verano de corrupción’.
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