Después de que el día 22 de febrero se estrenase 'La guerra de Charlie Wilson' y el 29 de febrero, 'Buda explotó por vergüenza', la película sobre Afganistán que toca esta semana es 'Cometas en el cielo' ('The Kite Runner').
El film es de Marc Forster, un director que ha demostrado, como ningún otro, que depende tanto del guión que le ofrezcan en cada momento, que no podemos ni siquiera considerar que su nombre signifique algo que no sea saber adaptase al material de partida. En 2007 se estrenó aquí la que para mí fue la mejor película del año, 'Más extraño que la ficción', pero todas las bondades de este film estaban en el guión de Zach Helm y Forster lo que supo hacer fue llevar bien a la pantalla estas palabras, que no es poco. En su irregular carrera se pueden encontrar 'Tránsito' ('Stay'), 'Descubriendo Nunca Jamás' ('Finding Neverland'), 'Monster´s Ball'… y está dirigiendo la próxima de James Bond, 'Quantum of Solace'.
En 'Cometas en el cielo', el guión es de David Benioff y se basa en una novela de Khaled Hosseini. Y es aquí donde encontramos las deficiencias de esta película que, no obstante, ha recibido premios y aclamaciones. La historia que se cuenta, sencilla y muy vista en telefilmes, tiene como marco de fondo un país que se encuentra en conflicto. Esto hace que la película se considere importante y que haya recibido tan buenas críticas. Pero la situación afgana es sólo el contexto que rodea la trama personal del protagonista y no existe la más mínima implicación política, la más mínima profundización. Se rueda esta película porque el libro ocurre en Afganistán y el país está de actualidad, pero podría situarse en cualquier otro lugar y la película sería la misma, sólo que sin lo que la disfraza de significativa.
En el propio film hay dos frases que definen muy bien esta falta de implicación: "Estoy en mi país como si fuese un turista" es una de ellas. En efecto, 'Cometas en el cielo' muestra los problemas más conocidos de ese país: lapidaciones, ejecuciones, personas que han perdido las piernas… como quien te pone un número flamenco en una película ubicada en España. Los autores saben que eso crea un efecto y con esa intención lo incluyen en el metraje. La otra frase es "Vas a adoptar a un niño y te crees un héroe, pero ¿qué hay de los otros 200?". Así es: el personaje no podría llevarse a todos los niños y bastante hace con sacar de esa situación a uno de ellos. Pero los autores de la película sí se podrían preocupar por los que quedan allí y no mostrar ese final tan blando como una resolución feliz a algo que en realidad no se ha resuelto. Lo único que se soluciona es el sentimiento de culpa del protagonista.
Todo lo dicho no supondría un problema si el argumento de fondo fuese interesante, pues una buena historia nos da igual que ocurra en un contexto sin implicaciones de ningún tipo. Sin embargo, las lecciones morales sobre la bondad son muy obvias y los giros de la trama parecen de serial televisivo. No sólo eso, sino que además resulta demasiado SPOILER casual y conveniente para el guión que el protagonista no tenga hijos cuando le dicen que el niño de su amigo en realidad es su sobrino y que lo tiene que adoptar. De hecho, si lo que quieren es dar una lección de generosidad, el gesto de adoptar al niño sería bastante más grandioso por parte del protagonista si no fuese su sobrino y si él tuviese ya varios hijos en EE. UU. y dificultades para mantenerlos FIN DEL SPOILER.
La estructura novelesca se da de bruces con el lenguaje fílmico y las tres etapas de la vida del protagonista que se muestran resultan excesivas para una película. Primero él y su amigo son niños en Afganistán en 1978. El hijo del criado se muestra sumiso y acepta todo lo que el protagonista le haga. Más adelante, nos olvidamos de este amigo y vemos la juventud del personaje principal en EE. UU., a donde emigró cuando era niño. Y por fin vemos su vuelta a su país natal. Lo que se nos cuenta, la cuestión humana, está en la primera y última partes. La fracción de en medio, es decir, la que transcurre en Norteamérica, no influye en absoluto. En aras de aligerar el film y evitar su efecto soporífero, este segmento central se podría haber eliminado por completo. Bastaría con hacer ver que vive allí desde hace mucho y esto (SPOILER y lo del padre FIN DEL SPOILER) se podría comunicar en la llamada telefónica que recibe cuando publica el libro.
La única parte que podría tener interés de todo este argumento es la tercera y es verdad que si sólo tenemos en cuenta esta última fracción, podríamos acercarnos algo a las buenas consideraciones que se han dirigido a la película. Por ello, si se eliminase el fragmento central y se llegase a más directamente a la sección final, los autores podrían profundizar mejor en las cuestiones políticas y en las humanas. Es buena idea comenzar el film con esa llamada y luego retomar la historia decenas de años antes, pero quizá se podría hacer eso mostrando ya para qué tienen que volver a Afganistán y así veríamos la infancia como algo relacionado con esa misión final y no como una anécdota sin conexión con el resto.
Como decía, todo lo que incumbe en menor medida a Marc Forster –aunque le incumbe, pues un director es, al fin y al cabo, quien narra las historias— es lo menos interesante del film. En el apartado de la dirección todo está correcto: la ambientación es buena, la fotografía es bonita… Los actores, tanto niños como adultos, están muy bien escogidos y todos ellos hacen un gran trabajo.
En definitiva, la película aparenta ser grave y representativa por estar situada en Afganistán, pero el tema político se trata sólo de forma superficial. No pasaría nada por ello si la historia humana de 'Cometas en el cielo', es decir, su contenido sobre la culpabilidad y la recuperación de la bondad, no fuese tan obvio y sentimental. Si queréis ver una buena película sobre este país, os recomiendo 'Buda explotó por vergüenza'.
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