El enclenque galo Lunatix –o Alafolix en v. o.— está enamorado de la princesa griega Irina (Vanessa Hessler), pero el padre de la bella joven quiere casarla con Bruto, el hijo de Julio César (Alain Delon), para unir imperios. Lunatix reta a Bruto a participar en los Juegos Olímpicos y la princesa acepta la apuesta y dice que se casará con el ganador. Astérix y Obélix deciden acompañar a su paisano a Grecia y no dudan en utilizar la poción mágica para ganar los Juegos Olímpicos. Pero no contaban con el control anti-dopping. Sin poder utilizar el brebaje y con la participación vetada a Obélix, por haber caído en una marmita, parece que Bruto tiene todas las de ganar.
Cuando coloqué el tráiler y el póster de 'Asterix en los Juegos Olímpicos' ('Asterix aux Jeux Olympiques'), que se estrena el día 8 de febrero, estábamos más o menos de acuerdo en que tenía muy mala pinta. Y lo cierto es que no se trata de una película que se pueda considerar buena, pero es algo más decente de lo que aparenta según esos materiales. Al menos, tiene un par de momentos simpáticos.
El mayor problema de 'Asterix en los Juegos Olímpicos' es su innecesaria extensión de dos horas. La trama, como es obvio, no da para tanto y todo lo que ocurre queda muy claramente dilatado con escenas intermedias que se perciben como una espera. Un montaje más depurado, no sólo lograría que se pasase con más ligereza, sino que, además, eliminando el humor no conseguido, haría resaltar los momentos que sí son graciosos y nos quedaríamos con la sensación de haber visto algo más cómico incluso con los mismos chistes. Es decir, que lo que le ocurre no es que le falte humor, sino que las bromas, en su mayoría, son excesivamente malas.
Bruto es, en teoría, de quien nos deberíamos reír constantemente. Pero entre que sus tretas tienen muy poca gracia y que el actor, Benoît Poelvoorde, no es muy ducho en la comedia, el resultado es muy pobre. Y esto es grave pues es el personaje que más desarrollo tiene y probablemente también el que más presencia disfruta en pantalla. De su parte están Santiago Segura, que vuelve a los asquerosos disfraces como los de Evilio, y José García, actor de origen gallego de enorme éxito en Francia. Sobre ellos se puede decir que sus exageradas interpretaciones no desentonan con el resto de la película, lo cual ya es bastante. Pero, aparte de la curiosidad de descubrir que son ellos, no tienen más interés o gracia.
Tampoco del lado de los buenos vemos mucho desarrollo de personajes: Astérix no tiene el más mínimo carisma, mientras en los álbumes era el carácter más atractivo, con sus despliegues de ingenio y sus cortes sutiles dirigidos a los demás. Probablemente también influye lo poco que le aporta Clovis Cornillac al personaje. Esto se hace muy fácil de detectar cuando ocurre lo contrario con su inseparable amigo. Gracias a que es Gerard Depardieu quien da vida a Obelix, su personaje sí resulta simpático y hasta parece más listo que Asterix. El momento en el cual, como chiste metalingüístico –uno de los muchos que hay— ejerce de Cyrano, tanto para Lunatix, como para Idéefix, es de lo mejor del film.
Os estaréis preguntando, ¿y dónde está la parte pasable o visible? Pues, claramente, en el cameo de Michael Schumacher. Además del expiloto, lo más cachondo es que aparece Jean Todt y que han imitado todas sus costumbres al pie de la letra, por ejemplo, en lugar de un cronómetro, está pegado a un reloj de arena. A pesar de ser lo más gracioso, no supone una novedad, pues ya hacían algo muy parecido en 'Donkey Xote'. Estas apariciones están integradas en la que resulta la mejor secuencia del film, la de la carrera de cuádrigas, pues, además de la gracia de ver a estos señores o el guiño de que el segundo sea el español, es la única secuencia que tiene acción de 'Astérix en los Juegos Olímpicos'.
Sin embargo, los demás cameos de deportistas, como por ejemplo, Zidane, están metidos con calzador. Probablemente, lo que ha ocurrido es que los hayan contratado después de tener el guión cerrado y casi todo rodado. Y por ello los han incluido en un epílogo que, después de lo larga que ha sido la película, sólo estás deseando que acabe. Parece un extra del DVD pegado al final del film.
En general, se hace más larga de lo que necesitaría y tiene menos graciosa de lo que podría, pero se puede ver. Existen chistes referenciales que sí son graciosos, como las alusiones de Delon a títulos de películas o los rodetes en el peinado de la princesa griega, como si fuese Leia. Si le sumamos los cameos de estrellas deportivas, vemos que no nos queda un film nulo, como les gusta decir a los franceses.
Ver 2 comentarios