Supongo que es difícil dar con una foto que haga más justicia a la crónica de este programa... Javier Sardá regresó a la tele con su "Dutifri", y lo hizo para hacer el indio.
El planteamiento original del programa no está mal: viajar a países lejanos tratando de acercarse a su realidad a través de los ojos de españoles que viven por allí. Conocer de primera mano, y con un enfoque distinto de la tradicional realidad edulcorada para turistas, qué pasa en cada sitio.
Ahora bien, creo que hay formas y formas. Sin duda, Sardá tiene muchos años de carrera profesional, y a estas alturas estaba claro que iba a hacer un programa de esos que llaman "de autor". Es decir, si te gusta Sardá, te gusta el programa. Si no... pues no. Y a mí particularmente hace tiempo que no me gusta. Cuando se pone profundo, que puede y sabe, tiende demasiado (para mi gusto) a la demagogia. Y cuando se pone "ganso" (que es demasiado a menudo, de nuevo para mi gusto) no me hace demasiada gracia.
Aun así, creo que el programa tendría sentido si se apostase definitivamente por una de las dos vías. O la seria, o la chistosa. El problema de "Dutifri" es que intenta mezclar las dos, y resulta francamente chirriante ver una entrevista en pleno corazón de las favelas donde se habla de drogas y asesinatos, y acto seguido oir a Loles León gritando como una loca en plena excursión fluvial.
Como dicen en El Descodificador, Telecinco le ha dejado hacer a Sardá un programa a medida. En cierto modo, se lo debían, igual que le debían el periodo sabático que se tomó después de Crónicas. Es el precio que hay que pagar por los servicios prestados y la audiencia (y la lluvia de euros) generada durante tantos años, y por la esperanza de que vuelva a hacer sonar la flauta del éxito en un futuro cercano.
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