Hasta hace unos años, si te hablaban de cine francés, lo primero que se te venía a la cabeza eran películas sesudas y bellas, minoritarias y pretenciosas. Desde hace un tiempo, Francia exporta principalmente comedias y ahora cuando se habla de un estreno francés ya es más habitual pensar en algo ligero y divertido que en aquellos films de autor, que no dejan de hacerse, pero para los que parece que ya no tienen la exclusiva.
‘Nunca digas nunca’ (‘Il ne faut jurer de rien!’, 2005), dirigida por Eric Civanyan, se estrena más de un año después de que saliese en Francia, como otra más de las películas que envía el país vecino para hacernos reír. Gérard Jugnot, a quien vimos recientemente como ‘M. Batignole’ o como el protagonista de ‘Los chicos del coro’, de nuevo protagoniza un film amable en el que él es lo que más destaca. Su personaje, un señor que siempre parecerá bondadoso por muchas tretas que idee, es alrededor del que gira una comedia que tiene momentos buenos, pero que no resulta redonda del todo ni mucho menos original en cuanto a su premisa. Van Buck (Gérard Jugnot) es un comerciante de ropa en el París de 1830. Mientras otros dan nombre a las galerías Lafayette, él ve que sus apellidos no son lo bastante “chic” para un establecimiento de categoría. En una visita a una clienta que quiere dejarle un gran pedido a deber, conoce a Cécile de Mantes (Mélanie Doutey), la hija de esta baronesa, y trama casarla con su mujeriego y díscolo sobrino Valentin (Jean Dujardin), para añadir un toque aristocrático al escaparate de su tienda. Van Buck apostará con Valentín que ella no va a caer en sus brazos como hacen las demás. Si la joven se resiste a la tentación, se llevará a cabo la boda.
El mayor problema radica en que la relación amorosa no resulta creíble. Quizá esto se deba a que los autores han tratado de hacer ver que la joven se siente atraída por Valentín en demasiado poco tiempo (no me refiero a tiempo de película, sino al que transcurre en la ficción: al tiempo diegético) y, por ello, no hay arco suficiente para que veamos que ocurre así. El personaje de Cécile, más que nada, es el de una joven que tiene ganas de divertirse y de llevarle la contraria a la pesada de su madre. Y, por lo tanto, se puede compender que entre al trapo de algunos juegos de Valentín, pero no que lo vea con otros ojos. En cuanto a Valentín, es el que más transformación debería sufrir y, sin embargo, resulta difícil adivinar que las virtudes de la joven le hayan cambiado y le hayan convertido en otro tipo de hombre en uno o dos días. Es cierto que en otros casos se podría dar un amor en un tiempo aún menor, pero se mostraría una evolución mayor en ambos personajes para que nos lo creyésemos.
Además de que por guión no está bien preparado, los actores no están a la altura de este reto y no transmiten el destello del amor. El que él sea más bien feo también hace más difícil creérse que ella lo ame, pero no es la única razón, pues la versión reciente de ‘Orgullo y prejuicio’ funciona a la perfección y el actor no era precisamente muy agraciado. En realidad, si el personaje fuese interesante, ella se podría enamorar de lo más feo del mundo, pero, ya que carece de interés, ayudaría que él fuera guapo especialmente para justificar la rapidez de su enamoramiento. La demostración de si el problema está en el texto o en los actores nos la daría ver otra versión de la obra de Alfred de Musset, en la que se basa la película.
Los actores que rodean a la pareja de tórtolos son los que sostienen la película. Además, sus situaciones son también más originales que aquellas por las que pasan los jóvenes. El comerciante Van Buck, la baronesa madre de Cécile, el cura que vive en casa de ésta y algunos de los empleados y colegas del vendedor son los que aportan los mejores momentos.
La conclusión general es que se trata de una comedia agadable y que no resulta una pérdida de tiempo total, pero que tampoco logra completamente las expectativas que plantea y se queda en meramente superficial. El planteamiento es bueno y la película comienza con ritmo y la promesa de una comedia romántica de época que funcione en todos sus aspectos. Pero poco a poco va decayendo y, ya que no ves a los personajes enamorados, el final resulta forzado y carente de emoción. Por lo tanto, el film tiene un buen inicio y unos actos segundo y tercero decepcionantes.
El trailer en español se puede ver a continuación: