‘Gisaku’: samuráis en España o 'El código Cervantes'

‘Gisaku’: samuráis en España o 'El código Cervantes'
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Fílmax presenta… a un samurái japonés que lleva casi cuatrocientos años aletargado en Sevilla, un niño huérfano que quiere retroceder en el tiempo para evitar la muerte de sus padres, un ser que antes fue un lince y cuyo propósito es proteger a las especies en peligro, una inventora casi adolescente y a Gisaku, un demonio en el cuerpo de un animalito de compañía.

El samurái, de nombre Yohei, tiene la misión de proteger la puerta por la que puede entrar la parte demoníaca de Gorkan, que ahora está en la tierra en forma de humano, esperando que se abra el umbral que le devolverá sus poderes. Esta abertura sólo está accesible cada 385 años y precisamente es en este momento cuando se va a abrir. Existen cinco triángulos metálicos que son las llaves que permiten abrir esta grieta: la de la naturaleza, la de la inteligencia, la del corazón, la del valor y la de la imaginación. Quien posea todas ellas tendrá el poder. Yohei y sus amigos deberán evitar que Gorkan se haga con el poder y siembre el terror en todo el planeta.

Como defectos hay que señalar que algunos de los dibujos no son tan estéticos como otros y que la animación es un tanto cutre. Pero quitando eso y obviando el detalle de que el samurái conozca el castellano actual (defecto que tienen filmes muy reconocidos), la película es muy divertida. He disfrutado especialmente los momentos en los que aparecen las ciudades españolas, al son de flamenquillo de librería, con sus edificios emblemáticos, sus paradas de metro, etc... También son curiosas las referencias a la Expo, a la reserva de Doñana, al quinto centenario del Quijote...

Y aquí llega lo mejor. Parte del argumento de la película dice que Cervantes conocía la puerta a través de la cual se puede viajar en el tiempo y que en una edición de El Quijote que le regaló a un antepasado de uno de los personajes, escondió un código para descifrar entre sus capítulos mensajes que llevaban hasta el lugar. Es decir: como 'El código Da Vinci', pero con 'El Quijote', en lugar de 'La última cena'. No sólo eso, además el samurái Yohei, actúa como un don Quijote en la edad moderna cuando confunde al AVE (o como se llame ahora) con un dragón e intenta atacarlo, katana en mano. Maravilloso momento.

Dirigido por Baltasar Pedrosa, ‘Gisaku’ es el primer largometraje de animación de género ‘Anime’ (modalidad familiar del ‘manga’ japonés) realizado en Europa. Llega a los cines españoles el próximo 17 de marzo y ya puede verse el tráiler. Co-producida por Filmax y la SEEI (Sociedad Española para Exposiciones Internacionales), el proyecto formó parte del programa cultural que presentó España en la Exposición Universal de Aichi 2005. La nueva producción de Filmax Animation apuesta por valores como la amistad, la honradez, la lealtad o la solidaridad. Es un viaje por algunos de los lugares más emblemáticos de nuestro país (catedral de Santiago, la Giralda de Sevilla, el Museo del Prado, la Sagrada Familia barcelonesa, el Guggenheim de Bilbao...), así como una aventura frenética en la que se ven reflejados el patrimonio artístico, cultural, tecnológico y natural de la España del siglo XXI.

Me parece que las intenciones de ‘Gisaku’ son completamente loables y que, en su mayor parte ha cumplido sus propósitos. Es una película entretenida para los niños y niñas, graciosa y nada aburrida para los adultos, y llena de enseñanzas y mensajes positivos. Los valores por los que se indica que apuesta en el párrafo anterior (párrafo que, obviamente, es en su mayoría, información de la distribuidora) están introducidos quizá de forma algo obvia, especialmente la ecología, pero nunca deja momentos al sentimentalismo o a la ñoñez, como lo harían las películas de dibujos animados americanas... y las de imagen real, para qué engañarnos. Y esto es muy de agradecer.

El guión, de Ángel E. Pariente, cuenta una historia interesante, original, está bien construido y no tiene ningún problema de estructura. Al principio abusa durante un tiempo de la voz en off para explicar algunos de los acontecimientos pasados, pero muchas películas de gran calidad hacen lo mismo. En realidad, es preferible que emplee este recurso antes que dejar que el argumento resulte incomprensible u obligarnos a ver horas innecesarias de planteamiento. La película dura unos escasitos 78 minutos y no necesita más. Al final, además, durante los créditos, se nos regala un video clip.

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