Como Kirsten Dunst me dejó con la boca abierta en 'Elizabethtown' he decidido recuperar películas anteriores protagonizadas por ella, y que no vi en su momento de estreno. Ésta es una de ellas.
Trata sobre un tenista medio acabado que compite en el torneo de Wimbledon, donde conocerá a otra tenista profesional con la que vivirá un romance, que será crucial para su perspectiva ante la vida, y sobre todo ante su futuro profesional.
Tan elemental y manido argumento está servido por su director, Richard Loncraine, de forma mínimamente original, lo que hace que esté por encima de la media de las típicas comedias románticas. Visualmente está tratada, y muy acertadamente, como si se tratara de un partido de tenis; así pues, la cámara se mueve como si fuera una pelota, mostrándonos lo más interesante de la historia, que aunque no sea mucho, por lo menos se ve con interés.
Kirsten Dunst y Paul Bettany interpretan a la pareja protagonista, y los dos están bastante bien, quizá mejor ella que él, y aunque no han tenido que esforzarse demasiado, demuestran que hasta los papeles más tópicos hay que hacerlos con profesionalidad para, al menos, conectar y caer bien al público, algo que consiguen con creces. Además se nota que se lo han pasado en grande. También aparece en algunos momentos el actor Sam Neill, interpretando al padre de la chica, pero su personaje está mal tratado y desarrollado, en parte por el poco tiempo que le dedican.
Evidentemente no nos encontramos ante lo que se considera como un buena película, pero su falta de pretensiones y su pequeña simpatía la hacen ser un producto mínimamente respetable, sin nada destacble, pero tampoco censurable.
Llama la atención su inicio, en el que se juega al tenis con los títulos de crédito, y luego los partidos están muy bien filmados, con algunos planos imposibles que no están mal, y movimientos espectaculares de cámara que le dan vida al asunto.
Es muy, pero que muy previsible, pero no importa, hasta cierto punto. Y la filosofía esa de que con amor puedes lograr lo que te propongas, a parte de cierta, le queda bien a la película. Uno de esos films que los ves, te entretienes, y cuando terminan te olvidas de ellos, sin más importancia de la que tiene.