Estaba claro que Mujeres y hombres y viceversa no aspiraba a ser la innovación del siglo, de hecho está basado en un formato italiano, pero lo que nunca imaginé fue que llegaría a ser, además, un espacio realizado a todo trapo, medio improvisado y tópico hasta la saciedad. Carnaza pura y dura. Emma García micrófono en mano todo el rato, quizá para darle más dinamismo al asunto y sentada en las escaleras de un plató reciclado, yo diría que es el de La Noria.
Gente hablando de sí misma y haciendo esfuerzos por ser diferentes en una panorama de lo más plano en el que ha abundado lo cursi. Los asesores son la encarnación del espectador y da la impresión de que aspiren a ser la voz de la audiencia y a meter algo de cizaña en el asunto. Lo que faltaba ya son las intervenciones del público, de círculo cotilla total.
El ritmo del programa, con la presentación de las ternas de aspirantes a robar el corazón y con las primeras elecciones, ha resultado de lo más lento. Es de suponer que mejorarán porque amenazan con que aún tienen tres meses de programa por delante. Hasta que las concursantes no elijan a su pareja van a estar en el programa con las cámaras grabándolo todo porque tienen prohibido verse sin la presencia de las cámaras.
Para quien le interese ver algo absolutamente artificial y planificado en lo que se refiere a los programas de contactos pues el asunto se deja ver. Eso sí, me ha hecho ver como bueno aquel Contacto con tacto, con un Bertín Osborne que se salía de chistoso, o el entrañable toque de Su media naranja, con Jesús Puente. Las tardes de Telecinco con este espacio inciden en lo que nos tienen acostumbrados: intimidades, talk show y reality. Para ellos debe ser como la cuadratura del círculo.
Imagen | El País En ¡Vaya Tele! | El juego de tu vida: morbo y más morbo
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