Nos quejamos de los talent shows. Acabamos asqueados cuando uno de ellos termina su edición, en la que ya ni siquiera sus ganadores consiguen permanecer un año como artistas emergentes en el mundo de la música. Y en ocasiones despedimos estos programas con la premisa de que no volveremos a caer en la trampa, ya que creemos estar seguros de que ninguno de ellos tendrá nada nuevo que ofrecernos. Pero luego pasan las semanas, los meses, comienza una nueva temporada y olvidamos nuestros deseos. Así, nos vemos atraídos a los talents show como los insectos a la luz. Y ‘la voz’ ha aparecido en nuestras vidas como un potente foco de gran intensidad.
Esa es la principal razón por la que el estreno de ‘La voz‘ ha conseguido congregar a un 30,6% de de la audiencia, lo que se traduce en más de cuatro millones y medio de espectadores. Ya podíamos intuir estos datos ayer por la noche, cuando el estreno consiguió acaparar Twitter, siendo lo más comentado de la red social durante las más de dos horas de emisión del programa, demostrando que la audiencia aún no se ha cansado (del todo) de observar a personas intentando convertirse en artistas gracias a su participación en un programa de televisión.
Con el estreno de ‘La voz’ ha quedado demostrado una vez más la fuerza que tiene Telecinco para reunir al público delante de la televisión. De hecho, la campaña de promoción de ‘La voz’, la gran baza de la cadena para este otoño, es un buen ejemplo de la manera en la que se debe vender un programa antes de su emisión, algo que pocos saben hacerlo de forma tan efectiva como Telecinco (estrenos simultáneos, visitas a programas de la casa, promociones…). Y, para un estreno tan potente, la cadena ha vuelto a apostar por lo seguro, rescatando a Jesús Vázquez de Cuatro y poniéndolo al frente de uno de esos programas para los que parece estar hecho.
Menos seguridad provocaban los miembros del jurado, centro de todas las miradas y uno de los puntos claves en los que los talent shows están basando su existencia en los últimos años. En esta ocasión, siguiendo la línea de lo que en España hemos visto con anterioridad con ‘El número uno’, ‘La voz’ cuenta con cuatro cantantes profesionales de nuestro país, que tienen reconocimiento en el mundo de la música española pero no todo el agrado por parte del público para ponerse al frente de un programa de estas características. En ellos recae el principal peso del espacio. Por lo visto en el primer programa parece que ellos se comportarán tal y como podíamos esperar y que no habrán grandes descubrimientos, dando lugar a un jurado que despierta pasiones y recelos a partes iguales.
‘La voz’, evolucionando el talent show
‘La voz’ se presenta como un programa grabado, al menos en su etapa de audiciones a ciegas (las cinco primeras galas), en el que el formato se nutre de un ritmo aceptable, aprovechando las posibilidades que le da la edición al estar grabado con anterioridad. En su primera gala ha sabido distanciarse del talent show más cercano en el tiempo que tenemos en la televisión española, ‘El número uno’. Nada más que valorando los primeros minutos, en los que se nos presentaron a los artistas con esa actuación grupal que pretende dar cierto carisma al jurado, podemos intuir que ‘La voz’ ha aprendido de algunos errores del espacio de Antena 3. Con la expectación que ha causado y las audiencias conseguidas, también queda demostrado que Telecinco acertó guardando ‘La voz’ para septiembre en vez de enfrentarlo a ‘El número uno’ la temporada pasada.
Telecinco cuenta en estos momentos con un programa que tiene muchas posibilidades de ser el éxito del otoño, teniendo en cuenta que ‘La voz’ evoluciona el género del talent show dándole un nivel superior de “crueldad” al formato (ahora los concursantes no deben cruzar pasarelas ni esperar a que el jurado les vote favorablemente, sino que tienen que conseguir que algún cantante se digne a darse la vuelta para mirarle). Es lo que provoca que el espectador quede expectante, esperando saber si el concursante de turno alcanzará el éxito o sufrirá una humillación (merecida o no) después de que nadie quisiera girarse para ver su actuación.
Este novedoso detalle puede hacer que ‘La voz’ española tenga el mismo éxito que ha cosechado el programa en otros países, convirtiéndose en todo un referente. Además, el programa de Jesús Vázquez cuenta con otra sorpresa: el cambio de roles al que se someten concursantes y jurado cuando todos sus miembros se giran y le ofrecen un hueco en su equipo. Es el “castigo” que ‘La voz’ tiene reservado al jurado, algo que a la audiencia también le provocará cierto grado de satisfacción (¿os imagináis a Risto teniendo que mendigar concursantes?).
La curiosidad que ha levantado ‘La voz’ puede arrastrar a un buen número de público, al menos durante sus primeras emisiones. Luego el programa tiene que demostrar que sabe dinamizar que haya 56 candidatos a ser la voz (14 elegidos por cada miembro del jurado), algo para lo que encuentro ciertas dificultades. Para terminar, un último apunte. Si yo fuera miembro del jurado no me gustaría dar la impresión de que mis valoraciones dependen del que tengo al lado, algo que, tras ver la primera gala, parece que consigue condicionar sus decisiones. No estaría mal que, además de no ver a los concursantes en el escenario, tampoco puedan observar lo que eligen las personas que tienen al lado. Puede que así sus decisiones nos dieran mayores sorpresas.
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