Esta mañana ha estado en la Cadena SER Ana Rosa Quintana y se le ha preguntado por el trato que se da a los menores en televisión. Su programa y ‘Rojo y Negro’, de su productora, han recibido por vía judicial una demanda de indemnización por violación de la intimidad de una menor a la que entrevistaron en relación al caso de la joven desaparecida en Sevilla. Una entrevista que recibió duras críticas de muchos sectores porque el trato que se dispensó a la niña, que iba acompañada de su madre, abundó en detalles morbosos y, sobre todo, irrelevantes.
Lo primero que ha dejado claro Ana Rosa es que aquella entrevista no se hizo por conseguir audiencia y lo argumenta con los datos de audiencia de días anteriores y posteriores, manifestando que fueron similares. Aquella emisión de ‘Rojo y negro’, no obstante, batió récord. Confirma que el asesor jurídico de la productora dio el visto bueno y manifiesta que haber ocultado el nombre de la menor o haberle tapado la cara no habría cambiado nada. Reconoce también que se dejaron llevar pero apostilla:
Hay menores y menores.
Yo no dejo de sorprenderme. Se justifica que el trato recibido por la menor de catorce años, a la que trataron como una adulta, viene avalado por la actuación de ella en el desarrollo del caso y afirma que ha mentido a la policía y a los jueces. Viene a decir que la menor no llevaba una vida de menor y que, en otras palabras, no es como el resto de niños de su edad. Lo que yo me pregunto es: ¿Qué potestad tienen Ana Rosa o su productora para decir quién merece tener un trato de menor y quién no? Para eso está la Ley, que marca claramente ese límite. Ana Rosa cuenta que la niña vendió su historia porque quería exonerarse frente a sus vecinos y amigos y ellos, que vieron el filón, no dudaron en ponerse al servicio del morbo más escandaloso en aras de la libertad de expresión, juzgando la parte que les convenía. Les salió el tiro por la culata.
Respecto a la indemnización que se les solicita para la niña a través de las acciones llevadas a cabo por la Fiscalía de Menores de Sevilla, Ana Rosa insinúa una caza de brujas y afirma que deberían indemnizarla entonces todas las cadenas en las que salió y todos los periódicos que publicaron su foto. Vuelve a echar balones fuera. ¿Su responsabilidad o su actuación se atenúa en comparación a lo que hicieron los demás? ¿Son menos culpables porque todos lo hicieron mal?
Está claro que, si piensa que metieron la pata y se pasaron cuatro pueblos, no va a decirlo. Atrincherada en la defensa jurídica de su inocencia como argumento Ana Rosa ha intentado transmitir la idea de que los hechos no pueden ser cuestionables moralmente si son defendibles jurídicamente y, tal y como están las cosas, parece que tiene parte de razón. Mientras el sistema siga basándose en multas a posteriori y no en una elaboración de normas definitivas que regulen los contenidos y la responsabilidad de los espacios televisivos, los juicios de valor van a quedar en manos de una audiencia que, aún a día de hoy, premia las exclusivas sin cuestionarse los contenidos. Muy triste.
Vía | Entrevista a Ana Rosa Quintana en la Cadena Ser
En ¡Vaya Tele! | La lucha por la audiencia matinal
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