Resulta curioso que a estas alturas de la vida todavía se pueda ver algo absolutamente original en televisión, pero ‘Wilfred‘ lo ha conseguido. Adaptado desde una serie australiana, y conservando al actor que hacía de perro en la serie original, la nueva serie de FX tenía como mayor reclamo a Elijah Wood. Nuestro Frodo particular se metía en terreno televisivo por primera vez en su vida, y lo que en principio parecía una ida de olla de las que hacen época se ha convertido, probablemente, en el mejor estreno de este verano.
‘Wilfred‘ nos cuenta la vida de Ryan, un exitoso abogado venido a menos que decide suicidarse para acabar con todos los problemas de su vida. Para ello, lo intenta con una sobredosis de pastillas, pero un giro inesperado de los acontecimientos hace que finalmente se empache de caramelos de menta. Después de su experiencia, nada parece haber cambiado, salvo por el perro de su nueva vecina. Se llama Wilfred, mide un metro ochenta y le habla como si de otro humano se tratase. Disfrazado, eso sí.
Wilfred como perro
Superado el shock inicial en el que dices: “¿Qué cojones estoy viendo?“, la serie te conquista a los pocos episodios. La adaptación de la serie australiana fue llevada a cabo por David Zucherman, co-creador de ‘Padre de Familia’, por lo que no extraña demasiado la actitud de Wilfred en su forma humana. Nos recuerda un poco a Brian, el perro de los Griffin, que intenta comportarse como un humano más pero no puede renunciar a sus instintos de perro, correteando a las motos, dando vueltas antes de echarse a dormir o intentando lamerle la cara a todo el que le acaricia. Estos aspectos son potenciados, sobre todo, en los primeros episodios, y al principio es la única gracia que se le ve a la serie.
Y no digo que no sea divertido, pero evidentemente se necesitaba algo más para mantener el interés del espectador. Las gracietas de perro hacen gracia un par de capítulos, pero luego se hacen pesadas. La serie pronto se olvida de que Wilfred es un perro, deja de ser un animal cuando la situación así lo requiere (el perro abre puertas y ventanas, se lía sus propios porros y aparece en todas partes sin que a nadie parezca importarle), se pasa todo el día con Ryan y va con él a todas partes aun a pesar de que es el perro de la vecina, y pronto pasa a ser la voz de la conciencia de Ryan, complicándole la vida pero también ayudándole a salir adelante.
Wilfred como la conciencia de Ryan
Con el paso de los episodios, la serie fue ganando enteros a marchas forzadas, y la evolución de Wilfred tuvo mucho que ver con ello. Se convirtió en un auténtico terrorista que ponía a Ryan en todo tipo de situaciones comprometidas, e incluso llegó a conseguir que simulara un coito con un peluche frente a un niño pequeño. Y es que a la vez que Wilfred enseñaba sus armas para poner en problemas a su “amigo”, la serie se hacía cada vez más burra. Los chistes que salían de la boca del perro se endurecían cada vez más, escatológicos y sexuales, sin ningún tipo de censura, pudiendo hablar de semen, vaginas, tetas, caca, pis, pedos y droga. Y todo en una misma frase.
Pero por encima de todo destaca el “bromance” que pronto se instala entre Ryan y Wilfred, se convierten en dos amigos que lo hacen todo juntos, y las escenas finales de cada capítulo con ambos colocados en el sofá del sótano son para enmarcar. La mayoría de comedias se despiden ya con un gag final para dejar a la audiencia con una sonrisa (y en muchas ocasiones es lo único que salva a un episodio para tirar a la basura), pero en ‘Wilfred’ alcanza otra dimensión. Nunca una pipa de fumar, un perro y un yonki dieron para tanto.
El origen de Wilfred
El capítulo final de ‘Wilfred’ tenía que mostrarnos algo sobre el origen de la forma humana del perro, por qué Ryan lo vé de esa forma incluso cuando no está hasta arriba de droga. Fueron geniales las referencias a ‘Perdidos’, y por un momento llegamos a creernos que de verdad Ryan murió aquella noche, y que en realidad el objetivo del perro era conseguir que Ryan arreglara sus cuentas pendientes. Todo fue una pantomima más de la mosca cojonera, pero fue divertido.
En cualquier caso, el final nos deja varias dudas; y evidentemente, como ocurre en la mayoría de series de cable que se graban enteras antes de empezar a emitirse, está orientado a un posible cierre definitivo. El accidente de Wilfred al lanzarse delante del coche que acabaría con la carrera de su dueña nos deja al perro lisiado en el hospital y con pérdida de memoria, pero lo que de verdad nos perturba es el hecho de que la puerta que da al sótano (donde se desarrolla gran parte de la acción en la serie), es en realidad un armario en la habitación de Ryan. ‘Wilfred’ ha sido renovada por una segunda temporada (¡bien!), y es bastante probable que esto que hemos visto quede en el olvido. A mí poco o nada me interesa por qué Ryan ve al perro con forma de hombre disfrazado, yo sólo quiero ver a estos dos tirados de la vida fumando como cosacos y liándola parda.
En ¡Vaya Tele! | ‘Wilfred’, aprendiendo a vivir
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