Tres temporadas me han hecho falta para darme cuenta de que 'Wilfred' es una serie basada en chistes soeces y surrealistas, y que no es el viaje de introspección de un yonki suicida buscando el origen de todas sus miserias. Y creedme cuando os digo que si afrontas la serie esperando recibir sólo una dosis de humor sexual, escatológico y pasado de rosca todo es mucho más pasable.
Porque la primera impactó por la originalidad de su propuesta, la segunda cansó por la repetición de la fórmula, y la tercera se conforma con seguir su estilo. Queda claro que no es nada ambiciosa en su planteamiento, y que cualquier atisbo de avance en la historia de Frodo (Elijah Wood siempre será Frodo) es sólo una ínfima excusa para no convertir a 'Wilfred' en el procedimental de la comedia.
Como siempre, el primer episodio de la nueva temporada sirve para resolver el "cliffhanger" de la anterior; un episodio en el que parece que todo va a cambiar hasta que ves el gag final con Wilfred y Ryan (¡Aleluya, tiene nombre!) poniéndose hasta el culo de porros y hablando de lo más trivial de la vida. 'Wilfred' va a seguir así hasta que acabe, y probablemente ni siquiera ahí sepamos realmente qué está pasando.
Mientras tanto, tendremos repeticiones continuas del esquema de cada episodio. Frodo se rallará con algún aspecto de su vida (su hermana, su trabajo, su vecina...) y Wilfred le empujará a cometer alguna burrada de la que saldrá escaldado; finalmente pedirá disculpas, aprenderá una valiosa lección de la vida y se fumará una cachimba para celebrarlo. Mas repetitivos eran los Power Rangers y todavía nos siguen encantando.
Si queréis una historia serializada tenéis la de Wilfred y Bear: boda y divorcio en apenas dos capítulos. ¡Supera eso, Shonda!
En ¡Vaya Tele! | 'Wilfred', el perro se queda estancado
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