Como algo casi muerto, como un agonizante moribundo que da sus últimas bocanadas intentando coger algo de aire para decir unas palabras sin sentido. Así se ha despedido ‘Weeds‘ para siempre frente a una audiencia que sólo ha permanecido por mantenerse fiel a sus costumbres. La serie de Showtime estaba muerta mucho antes de este final, probablemente lleva dando vueltas sin sentido desde hace cuatro temporadas, cuando abandonaron Agrestic y a la mayoría de sus personajes secundarios; esto sólo ha sido la confirmación de que la serie no daba más de sí.
La séptima temporada, que culminó el pasado año por estas fechas, tenía toda la pinta de ser la última; ofrecía un final tan cerrado como abierto, medianamente satisfactorio y, lo más importante, prometía un descanso eterno para una serie acabada (ya sabéis lo que dicen de dejar descansar a los muertos). Finalmente Showtime y Lionsgate llegaron a un acuerdo tardío para traer de nuevo a ‘Weeds‘ con una octava temporada, que esta vez sí ha sido la última. Pero ni por ésas se ha salvado.
‘Weeds’, un atisbo de cambio intentando volver al inicio
El intento de ‘Weeds’ por volver a sus orígenes ya se vio el año pasado, cuando recuperaron antiguas tramas y personajes como Heylia (que nunca debió salir de la serie), pero se ha llevado hasta el extremo en esta última temporada en un intento de reconciliación con los más acérrimos fans. Se vio desde el principio, cuando desvelaron que el autor del intento de asesinato de Nancy no fue otro que el hijo de Peter Scottson, el agente de la DEA con el que Nancy se pasó fornicando durante la primera temporada, y que terminó muerto en las alcantarillas.
Un acercamiento que se confirmó finalmente en el último episodio, cuando regresaron a Agrestic (o Regrestic, como se llama ahora) para recuperar el monopolio del negocio de la marihuana, aunque esta vez de forma legal. Pero de poco ha servido, al menos para mí, que simplemente me ha recordado lo genial que era ‘Weeds’ al principio y el sinsentido sin rumbo en el que se convirtió con el paso del tiempo. ¿Cómo es posible que regrese a su ciudad natal y en dos conversaciones sea capaz de convencer a su antiguo socio y al jefe mayor de la mafia para que abandonen su imperio y se apunten al carro de la marihuana legal?
El terreno familiar, de nuevo lo más interesante
Un año más, ‘Weeds’ se salva únicamente por su dinámica familiar, por ese juego que siempre ha mantenido la serie entre Nancy como buena madre y Nancy como egoísta sin escrúpulos. Su relación con Silas ha vuelto a ser uno de los puntos fuertes, regalándonos situaciones y diálogos entre ellos para enmarcar. El resentimiento del rubito por el futuro sin alternativas al que le llevó su madre siempre ha estado patente, y ha vuelto a marcar de nuevo su relación con ella.
Y otro que también se dio cuenta de la espiral de autodestrucción en la que estuvo metido durante los últimos años fue su cuñado, un Andy que nunca pudo ocultar sus sentimientos hacia la mujer de su hermano. Toda la tensión sexual que hemos visto durante estos años (¿recordáis aquella escena en la que Andy bebe la leche materna de sus pechos para aliviarle el dolor?) se resolvió en el penúltimo episodio, con esa escena de sexo en el jardín a la desesperada. Nancy lo hizo para no quedarse sola, Andy para quitarse la espinita. Y sólo un par de trallazos hicieron falta para mandarle lejos durante una buena temporada.
‘Weeds’, un final “sin sal”
Un nuevo salto temporal (¿y ván cuántos?) nos transportaba a la época en la que ‘Weeds’ se despedía para siempre; una serie de años en el futuro donde tendremos unos teléfonos transparentes súper molones y donde Nancy por fin ha podido establecerse en el negocio, esta vez de forma legal. Muchos socios en su empresa, pero nadie de su familia alrededor. Silas huyó en cuanto pudo al reencontrarse con su antiguo y mudo amor, Shane también huyó para crear su propia espiral de autodestrucción, y a su lado sólo quedó el pequeño Stevie, más que decepcionado por las mentiras de su madre.
Un capítulo final dedicado casi exclusivamente a la soledad de Nancy, a enseñarnos su miseria personal después de tantas decisiones erróneas como ha tomado en su vida. ¿Es un final feliz? Ni mucho menos. ¿Es un final triste? Nada más alejado de la realidad. ¿Es el final que esperaba? ¡Ni de coña! ‘Weeds’ ha tenido oportunidades magníficas para despedirse a lo largo de los años. El final de la sexta temporada, con Nancy enfrentándose a la cárcel; o el de la séptima, a punto de recibir un disparo en la cabeza. Pero no, Jenji Kohan prefirió un final agridulce, irreal y poco emocionante.
¿Qué nos queda a los que una vez fuimos fans de la serie? El recuerdo de las 3-4 primeras temporadas y, sobre todo, el orgullo de haber llegado al final. ‘Weeds’ se ha diluido entre giros y más giros de guión, desprendiéndose de su identidad, salpicándolo todo con un poco de sexo y una teta de Nancy de vez en cuando. Por perder han perdido incluso la belleza desnuda de Hunter Parrish, que por contrato estableció que no se le volviera a sacar sin camiseta en la serie. Un cúmulo de despropósitos que despiden a ‘Weeds’ como una de las series que peor ha envejecido; la que otrora fuera uno de los símbolos de Showtime es ahora un símbolo de decadencia, de cómo no hay que hacer las cosas en televisión. Hasta siempre Nancy, no te echaremos de menos.
En ¡Vaya Tele! | ‘Weeds’, ¿el regreso de los “little boxes”?
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