Había muchas esperanzas depositadas en ‘The Walking Dead‘ cuando se estrenó hace poco más de dos años. El merecido prestigio del cómic de partida, la implicación de Frank Darabont como showrunner y el hecho de que detrás de la misma estaba AMC, el mismo canal que emite ‘Mad Men‘ y ‘Breaking Bad‘, eran suficiente aval para esperar poco menos que un hito histórico de la televisión. El extenso piloto, dirigido por el propio Darabont, parecía confirmar los mejores presagios, pero las críticas ya empezaron a abundar durante la breve primera temporada: Que si demasiados cambios respecto al cómic, algo perdonable siempre que no hunda el interés de la propia serie, que si personajes poco interesantes o, sobre todo, la falta de garra eran las principales quejas.
Poco cambió el panorama cuando llegó una segunda temporada marcada por el accidentado abandono por parte de Darabont. La alargada estancia en la granja de Hershel y la cansina búsqueda de Sophia no hicieron ningún bien a una temporada que sí contaba con ideas interesantes (el deterioro definitivo de la mentalidad de Shane), pero no del todo bien ejecutadas y sólo un par de capítulos y algún momento concreto nos permitía ver lo que siempre hemos querido que sea la serie. Afortunadamente, ‘The Walking Dead’ ha alcanzado ese nivel durante su tercera temporada.
Sangriento arranque
El primer episodio de esta tercera temporada parece una respuesta a todos aquellos que nos quejamos de la escasez de zombies, en especial tras el obligado recorte presupuestario tras ceder AMC a los caprichos de Matthew Wiener. La escena precréditos, carente de diálogos ya marcaba que ‘Seed‘ (3×01) iba a ser un capítulo centrado en la aniquilación de zombies. Llegué a leer comentarios que se habían gastado todo el presupuesto para este apartado en un único capítulo, y era normal, ya que se apostaba abiertamente por el derroche de sangre para alegría de los seguidores del gore.
Sin embargo, sería un poco injusto despachar el comienzo de temporada como una mera matanza de zombies, ya que también servía para establecer a la cárcel como un personaje vital más allá de su rol como refugio por el que Rick y los suyos estarían dispuestos a hacer lo que sea. El hecho de que el cómic alcanzará su plenitud en la larga etapa ambientada en ese mismo sitio y que el deterioro psicológico de los protagonistas cada vez sea más evidente, en especial en el caso de Rick, planteaba la duda sobre si se había reconducido la situación o si ‘Seed’ no era más que un oasis de sangriento entretenimiento.
Mejora en los personajes
Como ya apuntaba, una de las principales debilidades de la serie era la fragilidad de unos personajes cuyo porvenir importaba bien poco al espectador. Esto fue algo que empezó a resultar molesto con la trama de la mujer maltratada por su marido y que fue creciendo hasta tal punto que parecía casi imposible reconducir la situación sin cargarse a más de la mitad de los protagonistas. No descarto que eso acabe sucediendo más temprano que tarde, pero uno de los atractivos de lo que llevamos de tercera temporada es que algunos de sus personajes vuelven a tener interés más allá del concepto que representen.
Rick es el caso más representativo con su inflexibilidad bordeando con rasgos más propios de un dictador, por no hablar del maravilloso momento en el que literalmente abre la cabeza en dos al preso rebelde que quería acabar con él subrepticiamente. Sin embargo, hay otros casos como el de Maggie que merecen ser resaltados, ya que ha pasado de ser un cruce de molestia por su lealtad hacia Hershel y de cansinez por el inicio de su relación con Glenn a un personaje mucho más físico, que ha demostrado su valía en el exterminio zombie y, de paso, su trama amorosa ya resulta más natural.
El otro gran damnificado por el discurrir de los acontecimientos ha sido Carl, que ya estaba marcado por haber tenido que acabar con el zombie de Shane, pero que ha dado el paso definitivo hacia el lado oscuro de la insensibilidad al haber hecho lo mismo con su propia madre. La escena con él inexpresivo mientras que su padre se viene abajo es bastante ilustrativa respecto a que aquel niño repelente al que querías dar de tortas se ha convertido en otra cosa. No puede decirse lo mismo de Andrea, personaje odioso por lo general que en esta tercera temporada esté teniendo aún menos interés. No todo podía ser bueno.
El Gobernador y Michonne
Me permitiréis que haga alusión al hecho de que los seguidores del cómic original esperábamos como agua de mayo la aparición de El Gobernador y Michonne, dos carismáticos personajes que hicieron mucho bien a la obra de Robert Kirkman. Empezaré por ella, ya que es lo que más me está decepcionando, ya que sólo consigue cautivar cuando está demostrando sus dotes con la katana. El problema es viene en los momentos de calma, donde se limita a mirar con recelo a todo quisqui. Ese emparanoiamiento, aunque comprensible (y enriquecedor de sus dotes deductivas), hace mucho daño al personaje por su sumisión hacia los deseos de Andrea, algo que no han logrado que cuaje.
El hecho de centrar ‘Walk with me‘ (3×03) en exclusiva en la figura del Gobernador fue un grandísimo acierto. No sólo nos permite un necesario descanso del grupo e siempre, pues también da pie a la mejor introducción de un personaje de lo que llevamos de ‘The Walking Dead’, algo a lo que ayuda mucho la actuación de David Morrisey, quien es capaz de ser convincente con la necesaria faceta engatusadora de su personaje (lástima que tenga que usarla con la repelente de Andrea) y temible cuando conocemos a su verdadero yo, no teniendo problemas en exponerse directamente en el excelente momento en el que acaban con un montón de militares.
La aparición del Gobernador también nos ha permitido recuperar a Michael Rooker, todo un ejemplo de solidez interpretativa siempre que le cae en suerte un personaje que mezcla lo rudo y lo desagradable (otra cosa es hasta qué punto es creíble que sobreviviera). Además, da pie a la posibilidad de un casi inevitable choque con su hermano o una traición por parte de Norman Reedus, siendo ambas opciones la mar de estimulantes, y es que, visto lo visto, pase lo que pase va a estar asociado a alguna muerte trágica y, si se me permite la expresión, hijoputesca. Será cruel, pero eso es lo que muchos estamos deseando que haya en ‘The Walking Dead’ lo máximo posible.
Las odiosas comparaciones con el cómic
Es evidente que en esta tercera temporada se ha apostado por acercarse más al cómic original, algo que muchos siempre han reclamado, quejándose de cualquier punto de mínima desviación. Ese extremismo me parece exagerado y siempre estaré con que en una adaptación hay que cambiar todo lo que sea necesario para obtener una buena obra independiente. El problema es que los cambios eran a peor, introduciendo bandazos argumentales que no llevaban a ninguna parte y estiraban la trama como el chicle, perdiendo así toda la fuerza y atmósfera entre opresiva y malsana del cómic de Kirkman.
Además, no sólo se parece al cómic argumentalmente, sino que ha empezado a echarle narices a la hora de abordar lo dramático de la situación, consiguiendo así que hasta aspectos en los que difiere del cómic (la forma de morir de Lori) tengan esa garra hasta ahora casi inexistente. Hay otros cambios bastante claros, pero el problema jamás fue ni será ése si logras darle interés y ejecutarlos tan bien como se ha hecho en estos cuatro primeros episodios de la tercera temporada.
En resumidas cuentas
En definitiva, ‘The Walking Dead’ al fin se ha convertido en una buena serie en esta tercera temporada, siendo capaz de sostenerlo más allá de alegrías (muy) ocasionales, sembrando las semillas para un futuro estimulante, utilizando de forma muy disfrutable a las hordas de zombies y logrando que nos interesemos al menos por varios de sus personajes. Ahora, salvo gran sorpresa, tocará iniciar una senda de transición (no diré hacia qué para no soltar spoilers a los no seguidores del cómic) en la que la serie deberá demostrar si ha sido un pequeño y maravilloso oasis en el desierto o si ‘The Walking Dead’ es definitivamente una serie a tener muy en cuenta. Todo apunta a lo segundo, pero la serie ya nos ha decepcionado demasiadas veces como para confiar ciegamente en ello.
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