El fracaso en encontrar una identidad propia para cualquier obra es uno de los principales talones de Aquiles de multitud de ficciones. Esta necesaria búsqueda por el no ser una más resulta en una espada de doble filo para las que pertenecen a un universo más amplio: ¿cómo ser una serie distinta y con ambiciones propias estando ambientada (y condicionada) en una franquicia con más de cincuenta años de historia?, ¿hasta que punto puede distanciarse de lo anterior sin perder el espíritu original?
Son preguntas que, sin duda, surgen cuando uno ve 'Star Trek: Discovery', la nueva entrega televisiva de la que es la franquicia de la space opera por excelencia. La serie, realizada para CBS All Access y que emite internacionalmente, incluída España, Netflix, se despidió el pasado domingo hasta el próximo enero tras alcanzar su noveno episodio, 'Into the forest I go'. Un episodio que nos deja con un gran cliffhanger y que, a su vez, nos da la excusa para ver cómo está evolucionando la nueva ficción trekkie.
Uno de los grandes problemas a los que se ha enfrentado esta nueva exploración del universo trekkie viene, precisamente, por las expectativas creadas por parte del fandom. Casi como si pareciera una reimaginación a lo Battlestar Galáctica, está claro que no estamos ante el 'Star Trek' "de toda la vida". Tan claro que no han sido pocas las voces que prefieren, en este sentido, el homenaje que Seth MacFarlane le hace a la franquicia a través de 'The Orville'. También es verdad que esta diferenciación es buscada por parte de Alex Kurtzman y Bryan Fuller, arquitectos, junto con Gretchen J. Berg, de 'Discovery'.
Si simplificáramos bastante, estas diferencias entre Discovery y el resto de la saga son meramente estéticas: desde el diseño de decorado, la iluminación, los uniformes, las dinámicas entre los personajes y el papel. Todo recuerda vagamente a la franquicia pero, a la vez, se muestra rupturista. Si escarbamos, observamos más distinciones: el toque de camaradería entre la tripulación, los discursos y decisiones perfectas del capitán... son asuntos que en esta nueva serie no tienen tanto peso, pero que poco a poco se van viendo.
De hecho lo único que parece conservar de la tradición constante de (casi) todas las 'Star Trek' es la ambición por ir "a donde ningún hombre" ha ido antes. La exploración espacial: nuevos planetas y nuevos retos científicos adornados por la necesaria cháchara habitual incluso cuando la ciencia no era exactamente el fuerte de los primeros años de la saga.
Y esto es algo que busca esta nueva serie pero situándose en un entorno claramente bélico. Los primeros dos episodios nos ofrecen todo el trasfondo: cómo estalla la guerra con los klingon y las acciones que llevan a la desgracia a Michael Burnham (Sonequa Martin-Green). No es hasta 'Context is for kings', el tercer episodio, cuando comienza de verdad 'Star Trek: Discovery' y nos da una pequeña ración de lo que hemos catado durante décadas.
La Discovery es una nave científica liderada por "un militar". Gabriel Lorca (Jason Isaacs) toma la decisión de "raptar" a Burnham porque la cree vital no para los experimentos que desarrolla en la nave, sino para vencer a los klingons. ¿El gran experimento? un revolucionario motor de esporas con el que atravesar (saltar) distancias nunca antes imaginadas. ¿La pega? que eso implica usar a un ser vivo, un tardígrado al principio.
Poco a poco vamos teniendo episodios a los que no se les puede echar en cara que no estemos ante una serie de 'Star Trek', como "la toma" de la Discovery por parte de un visitante extraño o la odisea en el planeta Pathvos. Además, la serie se preocupa por desarrollar la cultura y la sociedad klingon, la pena es que esta subtrama no termina de encajar bien a pesar de ser relevante para lo que pasa en la nave.
Este último episodio, 'Into the forest I go', sigue caminando por los senderos ambiguos del capitán Lorca, al que parecen importarle más los resultados que los medios, aunque estos medios signifiquen destrozar a Stamets (un fantástico Anthony Rapp) en su papel de "navegante". La trama klingon alcanza también un punto cumbre, con la relación tormentosa entre Tyler (Shazad Latif) y su otrora captora L'Rell.
A lo largo de los nueve episodios vistos hasta ahora de 'Star Trek Discovery' hemos visto como la serie ha ido creciendo y reivindicando una identidad propia llevando a la franquicia al presente televisivo lleno de claroscuros, ambigüedades y, a su vez, una mayor dedicación de horas a la historia y a los personajes, que te van ganando poco a poco (desde Saru hasta Sylvia) y cuyas dinámicas marcan los ánimos de la serie.
Hay que reconocer que a 'Star Trek Discovery' le falta todavía un poco de empaque, dar todavía un par de pasos para darle mejor nota a ojos de los fans de la ciencia ficción... pero no le queda mucho. Es una buena serie, tiene intepretaciones sólidas y un buen guión. Hemos visto que la serie ha ido creciendo poco a poco hasta tal punto que es una de las series que más espero a comienzo de la semana. Ahora toca un parón hasta enero, habrá que ver si ese último salto que hemos visto en el episodio, sirve para dar ese paso que necesita la serie para consolidarse.
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