El domingo fue el día. Netflix estrenó por fin la esperada cuarta temporada de aquella genial comedia que FOX canceló hace siete años. Quince episodios y todos de golpe a disposición del fan; del fan porque, por suerte, Michael Hurwitz no ha sentido la innecesaria presión de hacer accesible ésta nueva entrega de ‘Arrested Development’ a aquellos posibles interesados en un primer contacto con su serie.
Lo que en su día comenté al hablar de ‘Hemlock Grove’ acerca de cómo la política de emisión de Netflix afectaba al planteamiento narrativo de la ficción y a su planificación general, vuelve a aplicarse aquí. Mucho se habla sobre cómo tener a disposición todos los episodios sin un calendario de seguimiento fijo afecta al debate social y a la percepción de las producciones, pero hay que poner sobre la mesa cómo los creadores han reconocido las posibilidades que les ofrece este sistema a la hora de concebir las series.
La vuelta de tuerca al formato
Además de tener en cuenta todo eso, Michael Hurwitz ha contado con algún problema extra. Para el rodaje de estos nuevos episodios ha conseguido reunir al cast original, pero lo que ha salvado las incompatibilidades de agenda ha sido la pantalla verde y la post-producción digital. En un formato tan dinámico como la comedia, donde la interacción entre personajes es esencial para el humor, este handicap era especialmente preocupante. Sin embargo, Hurwitz lo ha salvado con un planteamiento de la historia que esquiva esos obstáculos a la vez que aprovecha la posibilidad del espectador de darse un atracón con toda la temporada.
Cada episodio está contado desde el punto de vista de un personaje concreto, del que descubrimos su situación actual a partir de varios flashbacks que van saltando de un punto a otro del tiempo que nos hemos perdido desde el final de la tercera temporada. No sólo esto, sino que algunos episodios incluso varían en el tono del humor, adecuándolo a cada protagonista.
Un arranque irregular
Antes de subrayar los peros que resaltan tras un primer contacto con la temporada, es adecuado hacer una última aclaración con respecto al formato. El hecho de que esté planificado como un complejo intricado de tramas y puntos de vista hace no sólo difícil sino probablemente injusto el realizar una valoración, ya que la narración invita a que sea una reflexión sobre el conjunto más que sobre una parte.
Sin embargo, a nivel individual, los episodios siguen teniendo la obligación de funcionar y lo cierto es que son muy irregulares. Ya hemos aprendido con otras brillantes comedias que muy pocos consiguen aumentar la duración sin que se note cierta dispersión, y ‘Arrested Development’ no es de las privilegiadas que se salvan. El exceso de minutos se une a un tono muy inconstante, y juntos deja un sabor agridulce al finalizar cada episodio, con esa mezcla de momentos absolutamente brillantes con tramos realmente aburridos y sin gracia.
Con todo, el balance final tras ver unos cuantos episodios es positivo. Primero porque nos solemos quedar con lo bueno, y sigue manteniendo esa agilidad de gags, referencias y absurdos que la caracteriza. Además, los Bluth siguen siendo grandes personajes cómicos. Se nota mucho que no están juntos para poder interactuar unos con otros y quizá se han excedido al concederse licencias con respecto a los perfiles de alguno de ellos (Michael, por ejemplo), pero la química que sigue habiendo entre esa familia sigue presente aún estando separados, y eso es todo un logro.
Algunos espectadores han elegido la opción maratón, otros hemos preferido administrarlos en unas pocas tandas para saborearlo un poco más así que el análisis del regreso de ‘Arrested Development’ al completo llegará un poco más adelante. Pero si sois de aquellos que os habéis dado el banquete sin tregua, no dudéis en comentar qué os ha parecido y cómo este formato de la temporada ha favorecido o beneficiado al resultado final.
En ¡Vaya Tele! | Cinco running gags de 'Arrested Development'
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