¿La quinta temporada de ‘Parenthood’ será la última? Esta es la pregunta que seguro que se hizo más de uno cuando veía la season finale emitida el pasado jueves en NBC. No es lo mismo ver un final de temporada que un final de serie pero, como todavía no sabemos si seguirá o no, tocará analizar el desenlace y la temporada en general como si tuviese continuación. Mejor así, por ambiguo que fuera el resultado.
Su responsable Jason Katims se curó en salud por si acaso el canal se echa atrás y decide cerrarles el grifo a los Braverman. Es lo que tienen las despedidas musicales de cinco minutos que parecen transmitir la idea que los protagonistas comerán perdices hasta el fin de los días, que son un “por si acaso nos cancelan”. Pero las historias podrían seguir sin ningún problema porque los conflictos que planean por el horizonte están allí. Podemos imaginar cómo terminarán porque no es la ficción más sorprendente de la televisión y todo suele tener bastante coherencia, pero nos quedamos en mitad de varios procesos personales. Algunos de ellos, de hecho, han contribuido a que esta temporada haya sido bastante polémica. ¿Empezamos a hablar ya de lo de Joel y Julia?
Durante los veintidós episodios de la temporada pudimos ver como la nueva vida laboral de Joel afectaba la relación. Él consideraba que su mujer debía callar, obedecer y hacer de ejemplar ama de casa porque es lo que él había hecho durante todo ese tiempo. Habrá quienes crean que tiene razón y los que crean que tenía un porte bastante agresivo a la hora de abordar la cuestión por rencor (yo soy completamente de este último grupo), pero casi todos podríamos coincidir que ha sido una trama bastante poco agradecida.
Una vez él pidió la separación, la situación se le fue de las manos a él y a los guionistas. ¿Cómo podían coger el personaje más bondadoso de la serie y convertirle en semejante escombro humano que jugaba con la integridad de su familia por una rabieta? Esta es la impresión que ha dado los últimos episodios y curiosamente este defecto ha permitido que Julia creciese. Ella era la única Braverman que tenía un retrato cocido a medias, que no parecía encajar en ese universo, y finalmente hemos tenido una razón para apoyarla. Podríamos decir que no hay mal que por bien no venga.
Natalie, la perra del hortelano
Pero esta no fue la única trama frustrante y con un enfoque turbio. En este campo también entrarían las horribles aventuras amorosas de Andrew en la universidad. Para empezar, habría que debatir hasta qué punto era necesaria una trama para el personaje más insípido de la serie (el cual siempre pensé que saldría del armario, algo que ya sabemos que no ocurrirá gracias a Haddie). Pero su tira y afloja con Natalie es frustrante por una simple razón: Katims se obsesionó con explicarnos que ambos habían cometido errores cuando esa chica es probablemente la peor persona viva.
Primero le dice que quiere acostarse con otros y no quiere nada serio, luego es una rata celosa cuando aparece la ex y finalmente se acuesta con el compañero de habitación. ¿Que el otro es un parado? Sí. Pero en este conflicto sólo había un personaje con la victoria moral. Katims, la brújula se te estropeó en este viaje.
Me refiero, por ejemplo, a la entrada de la nueva etapa de Zeek y Camille. La venta de la casa ha sido una trama larga y poco interesante, sobre todo porque hubieran podido enfocar mejor en qué consistía esa nueva etapa (total, cambian una casa por otra, no vi tanto cambio). No supieron darle una hoja de ruta sólida a Crosby, uno de los personajes que funcionan mejor y que tuvo que entrometerse en la vida de sus padres para tener algo que decir en todo el último tramo. Y no hablemos de Sarah y los hombres. Toda una temporada fingiendo que no volvería con Hank cuando Ray Romano no puede estar en nómina porque sí, mientras se inventaba otra carrera profesional de debajo de la manga y con éxito. Sarah siempre resulta más fascinante a los personajes de la serie que al espectador. ¿Soy el único que jamás se ha creído ninguna empresa profesional de esta mujer?
Pero tampoco creo que la quinta temporada deba analizarse en función del nivel de las tramas. En parte sí, por supuesto, pero ‘Parenthood’ debe juzgarse también por la aproximación de estas y los instantes de honestidad emocional. Como decía antes, incluso una trama tan agotadora como la de Julia y Joel sirvió para sentir impotencia y entender por primera vez a la que fue la gran mujer trabajadora de la familia. Resultó muy interesante ver como esa separación también fragmentaba a los hijos de la pareja. Sidney pareció una bruja (y lo es, que conste) cuando dijo que todo era culpa de Victor, pero realmente Julia y Joel empezaron a distanciarse por la cuestión educativa de este hijo, así que normal que llegara a esa conclusión.
¿Otros instantes inspirados? La complicidad de los hermanos ayudando emocionalmente a Julia, las tonterías de Crosby y Adam, el repelente instinto maternal de Kristina (su empeño en montar una escuela sí que resulta creíble y no lo de Sarah), esa diferencia de opiniones en la educación de Max que dejaron en evidencia Kristina y Sarah sin llegar a decantarse la balanza (en ese punto estuve más de acuerdo con la tía del niño y no con la madre) y cualquier instante íntimo de cualquier personaje de la serie. Katims se los conoce al dedillo y sabe hacerlos expresarse, por más que estén equivocados o frustren.
La lesbiana sorpresa
Lo que sí le reprocharía de forma incuestionable es la sorpresa con la que volvió Haddie de la universidad. Cualquier chica puede descubrir a los dieciocho años que su sexualidad no es la que creía, nada en contra en este aspecto. Pero ‘Parenthood’ es una serie que suele cocer las emociones a fuego lento y todo el desarrollo resultó precipitado, por no decir que no conozco ningunos padres que digan “ah, pues vale, sigamos con la barbacoa” cuando descubren que su hija es homosexual, por más que lo acepten.Hasta me atrevería a decir que Katims escribió esta trama deprisa y corriendo por miedo a que le cancelaran. Resultaba extraño que en una serie que quería abordar las relaciones familiares y los conflictos que surgen del choque de identidades no explotara la homosexualidad de uno de sus personajes, sobre todo cuando se trata de una familia tan numerosa. Pero la solución no era hacer reaparecer un personaje como Haddie con una sexualidad nueva.
¿Entonces por qué hemos estado siguiendo los estúpidos escarceos amorosos de Andrew cuando lo interesante estaba en la residencia de estudiantes de la hija mayor de Adam? Mal, bastante mal para una temporada que se recordará por su mayor defecto, la odiosa separación de Joel y Julia que, por otra parte, también nos ha permitido comentarla como nunca habíamos podido hacer.
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