Más drama que misterio en 'The Leftovers'

'The Leftovers', la nueva ficción de HBO, ha generado el interés que cabe esperar de cualquier producto del canal (como he repetido hasta la saciedad, si es HBO, hay que verlo) y del que supone el regreso de Damon Lindelof desde que 'Perdidos' nos dejara (algo extraviados, al principio) hace ya cuatro años. Con la firma de Lindelof y el desconcertante ejercicio del episodio piloto no es de extrañar que todos queramos ver en 'The Leftovers' el nuevo 'LOST'. Pero no es así. Aunque después de haber visto hasta el cuarto episodio, reconozco su capacidad para mantener el interés tras la marcianada inicial.

Pese a que la premisa de la serie es un gran -enorme, irracional, indescifrable- misterio, esto no va de resolver enigmas, de dar respuesta a preguntas que generan más preguntas en lugar de soluciones, de engancharse a la esperanza de que todo será revelado, más tarde o más temprano. No se trata de los que se fueron, sino de los que se quedaron, de ahondar en las consecuencias y no en la causa. Al menos si son cien por cien fieles a la novela de Tom Perrotta, Ascensión, adaptada por él mismo y Lindelof para televisión.

El día en que desaparecieron 140 millones de personas

Así se despacha 'The Leftovers' desde el primer minuto de metraje: con un gran misterio para el que no hay respuesta. Algo que escapa al raciocinio humano y desafía las leyes de la existencia: el 14 de octubre, el 2% de la población mundial desaparece instantáneamente. Como en un número de ilusionismo, se evaporan sin dejar rastro. Este hecho supone la pérdida repentina de 140 millones de personas en todo el mundo. Suficientes para que todos conozcan a alguien que ha sido "abandonado".

Sobre lo acontecido, hay teorías para todos los gustos, al menos en la localidad de los suburbios neoyorquinos de Mapleton. Allí -suponemos que como en el resto del mundo- el 14 de octubre y todo el misterio que envuelve ese día provocan la aparición de sectas, charlatanes, nuevos profetas, líderes espirituales y víctimas que lidian como pueden con la ausencia de sus seres queridos. Cada cual interpreta esta "partida repentina" a su manera: unos pierden la fe en Dios; otros creen que todo es un plan divino y los que se fueron ascendieron al cielo. Hay quienes creen que nada puede volver a ser lo mismo y el 14 de octubre acabó con las familias y hasta con la cordura.

No parece haber un patrón que de sentido a las desapariciones: niños, ancianos, padres de familia, culpables o inocentes. De modo aleatorio. En una pequeña población la angustia se hace más tangible; es más real, más cercana. Son muchos los que tienen que lidiar con unas vidas marcadas por este punto de inflexión. De cómo gestionarán este drama y cómo afecta y determina sus vidas tres años después, es en lo que ahonda 'The Leftovers' y no en buscar respuestas.

Definitivamente, es una series de personajes. Vidas entrecruzadas, marcadas por la desaparición de estas más de cien personas. Historias que se van hilando con el día a día en Mapleton, tres años después, como telón de fondo; como podía ser un pueblo de Pakistan o de Alemania. Como ocurre en 'The Walking Dead' -salvando las distancias obvias-, éste es el relato de un mundo post-apocalíptico en el que la naturaleza humana -la reacción a algo que cambia sus esquemas- se expone y se somete a juicio.

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Los que se quedaron

La serie se centra en ellos y no en los que se fueron: el jefe de policía (Justin Theroux) que perdió a su padre y a su mujer aquel día: a su padre (Scott Glenn) lo encerraron cuando se volvió loco. Su mujer (Amy Brenneman, 'Sin cita previa') decidió unirse a la secta de los Culpables Remanentes -aunque no les gusta que les consideren una secta- que abandonan su vida y cuelgan sus ropas para vestir el blanco, fumar como carreteros (porque no vale la pena malgastar la respiración) y acosar a "los que se quedaron" con su inquietante y silenciosa presencia, como hacen con una taciturna Liv Tyler, excelente en su estreno televisivo.

Los Culpables Remanentes sólo quieren recordar a todos lo que pasó, mientras institucionalmente los esfuerzos van encaminados a convertir en héroes a los desaparecidos, homenajearles y que todos sigan adelante con sus vidas. Para Wayne (Paterson Joseph), una suerte de nuevo mesías y sus discípulos, todo es una prueba para prepararles ante lo que va a suceder. Para el párroco del pueblo (Christopher Eccleston), Dios tenía sus motivos y muchos de los que se fueron eran pecadores. Se hace necesario difundir una nueva palabra de Dios. Y luego los hay que simplemente intentan vivir.

Todas estas vivencias conforman una historia intimista, ambientada en una atmósfera atrapante y de permanente desasosiego. Es un relato hiperemocional, con pequeñas dosis de thriller y sí, también misterio, y marcada por la intensidad en todos los detalles: el lenguaje visual, las experiencias -siempre tristes- de los personajes apoyadas por la melancólica banda sonora de Max Richter.

No sólo es interesante y tiene trazas de adictiva. Es que es estética: tiene ese halo de bella perfección que tienen (casi) todas las series de HBO. Admirada más por la crítica que por los espectadores (en Metacritic le dan un 65/100 mientras los usuarios la aprueban por los pelos), mi veredicto es que 'The Leftovers' es un must. Y más aún en verano, qué queréis que os diga.

En ¡Vaya Tele! | Primera promo de 'The Leftovers', la serie de Damon Lindelof para HBO

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