Temporada a temporada, ‘Teen Wolf’ se va transformando. La primera titubeó, perdida entre los diversos géneros que quería tocar y con un protagonista sin carisma que no podía cargar la serie. La segunda fue la gran mejora, donde encontró el equilibrio entre humor y terror, y exploró la química entre los distintos personajes. Pero la tercera, cuando parecía que Jeff Davis le había pillado el tranquillo, cayó en picado. Fuera la diversión y demasiada seriedad para una serie que no debía jugar en esa liga. Por esto, ahora que toca enfrentarse a esta segunda mitad de la temporada (que es como una cuarta, para qué engañarnos), no puedo evitar acercarme con desconfianza. Una cosa es que tuviera un mal episodio (el del hotel, que fue aburrimiento extremo) y otra que casi ninguno llegase al aprobado. ¿La segunda temporada fue la excepción o todavía hay esperanza para el lobo más depilado de la historia? Pues, según lo visto en su nuevo arranque, quizá es mejor no darlo por muerto.
En este descanso su creador advirtió que no le había gustado la experiencia de escribir una temporada de más de veinte episodio tal y como le había pedido MTV. Es cierto que son muchos episodios para una serie de arcos horizontales y él intentó salir airoso escribiendo dos tramos que bien podrían interpretarse como temporadas distintas, evitando estirar la historia como un chicle. Su queja entonces debió tener más que ver con escribir tantos episodios en tan poco tiempo y me gustaría pensar que también fue un disimulado mea culpa, como reconociendo que algo no había funcionado del todo.
De entre los muertos
En este aspecto, creo que el episodio emitido el lunes fue un avance. Le había criticado que se tomaba demasiado en serio a sí misma, que se había vuelto soporífera y pseudo-trascendente y encima tenía unos villanos (o semi-villanos) poco interesantes. Esa manada de hombres-lobo alfa eran una patraña (aún no entiendo porqué preferían ir a clase en lugar de poner orden y cargarse a los protagonistas) y la profesora-druida tuvo una explicación muy absurda y un romance pobremente construido con Derek, el tipo menos interesante de la función. Por esto creo que ahora va en la dirección correcta: Jeff Davis ha aprovechado el arranque para centrarse en los personajes.Cuando un personaje muere o está a punto de morir, hay que aprovecharlo. No puede volver a la vida cotidiana como si nada y en este caso tenemos a Scott, Stiles y Allison con visiones, pesadillas y alucinaciones en lo que podría ser un primer síntoma de que se están acercando a la muerte. Estos momentos han permitido que ‘Teen Wolf’ se acerque al terror y de paso le han dado a Stiles el peor de los dones, permitiendo que sea por primera vez el protagonista de algo (y no el compañero gracioso y contrapunto cómico). Le sentará bien, sobre todo porque es el alma de la serie y Dylan O'Brien se come a sus compañeros en todas las escenas. Pero lo mejor de todo es que, entre escenas pesadillescas, han sacado partido a sus interacciones.
El scooby gang
Tiene potencial, por ejemplo, la nueva situación hogareña de Scott, que ha acogido a Isaac en su casa justo cuando este quiere robarle la novia y que han protagonizado un par de momentos cómicos. El papel de la madre de Scott, por cierto, también tiene más miga desde que es partícipe del universo sobrenatural de su macho alfa. De esto también sale beneficiado el padre de Stiles, que con su trabajo como sherif encima tiene sentido que ayude en investigaciones o al revés, y que parece que tendrá un papel relevante este nuevo año. Aunque lo que más me gustó fue ver a Isaac, Stiles, Scott, Lydia y Allison comiendo juntos mientras debatían la situación. Es aquí justamente donde tienen que poner énfasis y, según parece, los guionistas también lo creen.Ahora lo que está por ver es por donde irán las tramas. Tenemos a un Stiles cada vez más incomunicado, una Allison que es un peligro para los demás y a Scott sin control sobre su condición lobuna. Pero lo importante es que, cuando llegue una amenaza real, estén unidos para combatirlo, que sean un scooby-gang de verdad como lo eran los protagonistas de ‘Buffy’ (serie a la que no tengo ningún aprecio, que conste). Por suerte, este parece que es el plan de Jeff Davis junto con la idea de devolver un poquito de humor a la serie. O, más que humor, el colegueo y la informalidad que deben tener unos chicos de esta edad.
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