La amistad y la comedia se adueñan de la tercera temporada de 'Sherlock'

¿Se ha convertido ‘Sherlock’ en otra cosa?

La tercera temporada se ha despedido casi tan pronto como se ha marchado y ha dejado cantidades ingentes de críticas y backlash a su paso. Y es que la forma en la que Mark Gatiss y Steven Moffat han planteado una entrega que muchos llevaban dos años esperando no ha sido plato de buen gusto para todos sus seguidores –y con todo, ha tenido unas cifras de audiencia desorbitadas, quedándose a las puertas de los 9 millones de espectadores de media y superando el 30% de share). The Empty Hearse (escrito por Gatiss), The Sign of Three (escrito por Stephen Thomson) y His Last Vow (escrito por Moffat) han sido los tres episodios que han compuesto la temporada, este último dejando las cosas más que interesantes para las ya confirmadas cuarta y quinta entregas.

El problema de ‘Sherlock’ es haber evolucionado tanto. Ya no se trata de ver cómo la brillante capacidad de deducción de Holmes resuelve unos casos de importancia notable en la trama de cada episodio; no trata de cómo su entorno se enfrenta a las particularidades y excentricidades del personaje, de cómo siempre va un paso por delante a los demás o de ir poco a poco construyendo a ese dúo dinámico que forma con John Watson. Esta tercera entrega ha relegado los casos a poco más que un macguffin para ahondar en la relación de afecto entre los dos amigos protagonistas; ha ensalzado la comedia como parte esencial y definitoria de sus guiones y ha ido un paso más allá con la realización y tratamiento visual del formato.

‘Sherlock’ llegaba a su tercera emisión con dificultad añadida: el éxito crítico de sus anteriores temporadas se había sumado a la larga espera de casi dos años, a la notable visibilidad de Benedict Cumberbatch y Martin Freeman y al comentadísimo cliffhanger en torno a cómo Sherlock sobrevivió a su caída en The Reichenbach Fall.

Por mucho que Moffat diga que la corriente fan no ha influido en el contenido de la serie, The Empty Hearse es todo un juego con la audiencia que responde a ese hype, a la discusión sobre la relación de Sherlock y John y a la exigencia del público de explicar satisfactoriamente el final del segundo bloque. También es un juego consigo misma; uno que afronta la continuidad de la historia desde un prisma autoconsciente y se mofa(t) de la resolución, de cómo encajan todos la resurrección de Sherlock y de lo que han sido sus protagonistas hasta el momento pero sin perder nunca el objetivo claro de la temporada, que pronto comentaré.

No es tan policíaca ni misteriosa como solía y eso será probablemente lo que echen en falta los detractores del camino que ha tomado esta temporada, pero no ha sido por incapacidad de adaptar las historias o mantenerse a la altura sino que es el resultado consciente de querer ir más allá en el universo que ha creado. Girar en torno la destreza mental de Sherlock por enésima vez habría mantenido a la serie en el mismo (sobresaliente) punto en el que se encontraba, mientras que el planteamiento de The Sign of Three muestra cómo han buscado nuevas vías narrativas de enriquecer e innovar con la propuesta.

Ver a John y Watson haciendo trabajo de campo en estado de total embriaguez nos ha regalado grandes carcajadas pero es en la boda donde la serie demuestra su maestría al combinar corazón (ese conmovedoramente racional discurso), deducción (la retahíla de flashbacks a casos variados) y la representación visual de cómo funciona la mente del personaje.

He's clue-ing for looks

Esa puesta en escena física de cómo Sherlock procesa la información obtenida a través de chats es sólo un ejemplo de cómo la serie ha crecido en complejidad y originalidad con uno de sus aspectos más destacables. Empezaron imprimiendo en la pantalla los mensajes procedentes de fuentes digitales en la primera temporada para después aprovechar esos complementos como representación de algunos procedimientos cerebrales en la segunda; algo que este tercer año se ha convertido en uno de los elementos más estimulantes de los episodios, valiéndose al máximo del montaje, la sobreimpresión de texto y la interactuación de ello con el propio personaje.

Ha sido en His Last Vow donde este recurso ha estallado no sólo al crear ese lugar llamado el Palacio Mental, que traslada un segundo de caída tras el balazo en toda una interacción de corrientes de deducción y razonamiento protagonizada por aquellos que le rodean y/o resulta una poderosa forma de representar a fuerza que obtiene Sherlock de su voluntad por proteger a John, sino convirtiendo este truco en parte del contenido del enigma y el villano del episodio.

Un vistazo a…
ENFOQUE PROFUNDO Y LENTES PARTIDAS

Gran temporada, fantástico final

Con todo el 2014 por delante me aventuro a decir que His Last Vow es uno de los episodios del año de forma instantánea por cómo juega con todos los elementos que definen la serie; por cómo todo sigue igual pero a la vez ha cambiado drásticamente tras la revelación y resolución del secreto de Mary; por cómo retrata con brillantez y exquisita sensibilidad los afectos de unos con otros, desde ese me tenías con el hola de John a Mary hasta ese final a lo ‘Casablanca’ de Sherlock y John; por cómo todo ello se entrelaza narrativamente con el desarrollo del misterio y el perfil del robótico villano; y por cómo acaba como empezó: planteando un nuevo juego con el que arrancar la próxima temporada. #MoriartyLives

The problems of your past are your business. The problems of your future are my privilege
Así mismo, el desenlace no podría haber sido tan brillante si detrás del gamberrismo y el aparente caos de las dos entregas previas no hubiese un desarrollo de personajes delicioso, que va componiendo a base de detalles esa relación de camaradería entre SHerlock y Señor y Señora Psicópata; que no descuida la relación fraternal entre tanta riña infantil de hermanos; que camufla entre ocurrencias de Sherlock y muecas de John cómo la temporada ha girado en torno a la amistad, al sacrificio y a la confianza y todo ello elevado gracias a unos Cumberbatch y Freeman fabulosos, divertidos y con una química embriagadora.

¿Se ha convertido ‘Sherlock’ en otra cosa? No. La tercera temporada ha mantenido intacta la personalidad de su propuesta al no permitir el estancamiento de ninguno de sus factores. Ha presentado el contenido que le caracterizaba subrayando los elementos adecuados; compensando el sentimentalismo con la comedia y lo policíaco con la narrativa y la realización. Alguno ha resucitado, otros se han casado, se han desvelado pasados ocultos y se ha matado por amor; todo ha cambiado y, sin embargo, al final, en ‘Sherlock’ y para sus personajes, todo sigue igual.

En ¡Vaya Tele!| La audiencia británica se vuelca con el regreso de 'Sherlock'

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