Hay varias similitudes entre 'Juego de Tronos' y una partida de ajedrez, lo único que son tantos los jugadores que el tablero utilizado es de tal tamaño que las grandes emociones se producen a cuentagotas y mientras tanto hay que saber enganchar al espectador con movimientos más cotidianos y la forma en la que cada uno de los implicados va preparando su siguiente jugada. Está claro también que no todos los personajes son igual de apasionantes y que la necesidad de contarnos la historia de todos ellos hace que exista la posibilidad de la aparición de cierto estancamiento narrativo. Eso es exactamente lo que ha sucedido en el quinto episodio de la cuarta temporada.
'Juego de Tronos' (4x05): El primero de su nombre
Pese a la batalla final, 'El primero de su nombre' ha sido un episodio marcado por la calma, siendo la coronación de Tommen y el reconocimiento definitivo por parte de Tywin de que las arcas de los Lannister están muy tocadas. Son dos acontecimientos con los que ya todos contábamos --anda que no hubo pullas sobre lo segundo por parte de Olenna Tyrell--, pero por lo demás en Desembarco del Rey se han aplazado las grandes decisiones --las dos bodas que hay en el horizonte y el juicio a un Tyrion que ni siquiera apareció durante todo el episodio-- y tampoco ha habido movimientos importantes en el resto de reinos.
Por una parte, tenemos a Daenerys tomando la decisión de detener su interminable avance para volver a ayudar a aquellos oprimidos que ya liberó en su momento. Un hecho que encaja perfectamente con la actitud de la Khaleesi, pero a mí ya me empieza a desesperar el cómo se va aplazando su intento de conquista, sobre todo ahora que lo tenía ya todo a su alcance para ponerse a ello. Sí que me resulta curioso que Jorah sea al mismo tiempo el personaje que hace que esto suceda, pero también quien acaba diciendo a su amada --dejémonos de tonterías, todos sabemos que esto es así y también que él está condenado a ser un eterno pagafantas-- que simplemente podrían dejarlo estar y seguir adelante.
Stannis ni tan siquiera ha llegado a aparecer, otra prueba más de que el epicentro dramático de este episodio no es el lado más belicoso de la historia, sino la necesidad de añadir nuevos detalles a jugadores secundarios que seguramente acaben siendo decisivos en algún evento futuro, aunque también hubo tiempo para incidir un poco más en la relativa debilidad de los Lannister con esa escena en la que Cersei deja ver a Oberyn su lado más vulnerable.
Y es que Cersei puede ser muchas cosas, pero por nada del mundo dejará de ser una madre que ame con pasión ciega a sus hijos, incluido a Joffrey por mucho que al fin reconozca que muchas de sus acciones la dejaban en shock. Con todo, lo más sorprendente fue su charla con Margaery, donde parecía que iban a saltar chispas de odio al ver el mal disimulado interés de esta última por Tommen, pero al final aceptó una posición sumisa y dialogante que no le pega demasiado. Luego descubriríamos, como ya he comentado más atrás, que los Lannister simplemente necesitaban esa unión, pero eso es algo que Cersei desconocía entonces.
Pequeños detalles para el recuerdo
Hacía mucho tiempo que no veíamos a Lysa Arryn y a su hijo Robin --hasta hay un diálogo recordándonos su principal aportación a la serie hasta ahora-- y seguro que a Sansa no le hubiera importado esperar un poco más tras la tensa charla con su tía con motivo de los miedos de esta última sobre que la hija de su hermana pueda ser la amante de su querido Meñique --siempre es un placer ver a este último con sus tejemanejes, aunque su astucia fuese insuficiente en esta ocasión--. Mira que llegué a odiar a Sansa en su momento, pero ha llegado un punto en el que las ha pasado canutas de tantas formas que simplemente estoy deseando que al fin tenga un poco de paz --y no, no me refiero a la paz eterna--.
Pasando de hermana mayor a menor, Arya ha seguido recibiendo aquí una cura de realidad --y humildad-- cuando El Perro la noquea de un certero bofetón cuando ella pensaba que había ganado esa batalla particular y matado a uno de los miembros de su enorme lista de gente a la que asesinar. Es una pena que estos dos personajes parezcan condenados a odiarse y a tener un enfrentamiento final en el que solamente uno consiga salir con vida, ya que forman un magnífico dúo que consigue imponer respeto, emocionarnos o incluso arrancarnos alguna carcajada si la ocasión lo permite, pero lo que nos han mostrado en 'El primero de su nombre' me hace pensar que, de una forma u otra, no tardarán en separarse.
Sin embargo, ha sido el frente más allá del muro el principal protagonista del episodio, siendo otra muestra más de mostrarnos lo cerca que está todo de encajar --Bran arrastrándose al encuentro de Jon--, pero aún faltan cosas por hacer y tendremos que seguir esperando. Con todo, lo más emocionante --lo más divertido fue Pod, la simpatía personificada-- de 'El primero de su nombre' estuvo allí concentrado en apenas unos minutos en los que casi violan salvajemente a Meera --momentazo cuando Jojen dice a Karl que morirá ese noche--, la sangrienta batalla, Bran usando a Hodor para conseguir escapar de Locke o el emocionante encuentro de Jon con Fantasma. Una pequeña alegría, que hasta en 'Juego de Tronos' hay espacio para ellas entre tragedia y tragedia.
Solamente con treinta segundos de promo ya me queda claro que el sexto episodio será bastante más jugoso, pero tampoco tengo grandes quejas sobre el quinto más allá de que es una forma de mantener la costumbre de la serie de introducir al menos un capítulo en cada una de sus temporadas en el que todo parece estancarse --siempre habrá unos cuantos pequeños detalles y alguna escena puntual para que gocemos como gorrinos revolcándose en su propia mierda-- para que podamos tomarnos un pequeño respiro antes de que todo empiece a precipitarse. Eso ha sido 'El primero de su nombre', ni más, ni menos.
En ¡Vaya Tele! | Seguimiento de 'Juego de Tronos'
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