En la delirante introducción de la magnífica 'Team America: La policía del mundo', los siempre lúcidos Trey Parker y Matt Stone representaron la ciudad de París bajo lo que ellos consideran la mirada del estadounidense medio. Un compendio de clichés —incluyendo mimos, baguettes, cafeterías glamorosas y una postal en la que la torre Eiffel, el Louvre y el Arco del Triunfo están apelotonados— reconvertido en una sátira brillante y divertida.
El problema con tirar de tópicos llega cuando no existe ningún tipo de voluntad paródica de por medio. Esto, también aplicado a la capital francesa, es precisamente lo que ha sucedido con 'Emily en París'; la serie de Netflix en la que Lily Collins interpreta a una americana que viaja a la ciudad de la luz, y cuya representación de la urbe y sus ciudadanos ha levantado ampollas entre crítica y público galos.
"No se ha perdonado ni un cliché"
Las reseñas de la serie por parte de medios especializados han sido demoledoras en lo que respecta a los topicazos. Como muestra, ahí están las del medio RTL, que apunta que "rara vez hemos visto tantos clichés sobre la capital francesa desde los episodios parisinos de 'Gossip Girl' o el final de 'El diablo viste de Prada'", o la de Les Inrocks, que describe el París de la serie como "la ciudad irreal del Moulin Rouge, de Coco Chanel, de las baguettes y de 'Ratatouille'".
Pero estos dos extractos no son solo una antesala para críticas como la del medio Premiere:
"[En 'Emily en París'] aprendemos que los franceses son 'todos malos', que son vagos y nunca llegan a la oficina antes de que acabe la mañana, que son insinuantes y no están ligados al concepto de la lealtad, que son sexistas y retrógrados y que, por supuesto, tienen una relación cuestionable con la ducha. Sí, no se ha perdonado ni un cliché, ni siquiera los más leves".
En la misma línea, aunque algo más mordaz, está el texto publicado por Sens Critique:
"Tienes que adorar con fuerza la ciencia fición para ver esta serie, sabiendo que los parisinos son mayormente amistosos, que hablan un inglés irreprochable, que hacen el amor durante horas y ir a trabajar es tan sólo una opción. Los guionistas deben haber dudado durante dos o tres minutos si poner una baguette bajo el brazo de cada francés, o incluso una boina para distinguirlos. En la otra cara de la moneda, todos fuman cigarrillos y flirtean a muerte".
Pero no sólo los analistas de medios de comunicación se han ofendido con la serie de marras. Los usuarios de AlloCiné también han mostrado su rechazo hacia una París que "sólo es moda, romance y croissants", llegando a definir la producción como "deplorable":
"['Emily en París'] es una serie que podría haber sido genial si no hubiese caricaturizado a los franceses. En la serie, los franceses son descritos como arrogantes, sucios, vagos, amargados, miserables... pero, por suerte, esta joven americana llega para explicarnos cómo funciona la vida. Es deplorable. Me pregunto por qué hay actores franceses que aceptaron protagonizar esta serie".
Habrá que ir afilando los cuchillos por si les da por hacer una secuela titulada 'Emily en España'...
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