Ra's al Ghul no es Slade Wilson. ¿Obvio? Sí, y no sólo por lo más evidente. El que iba a ser el gran villano de la tercera temporada de 'Arrow' no ha estado a la altura de su denominación como Cabeza del Demonio. Sus planes para conseguir que Oliver Queen fuera su heredero eran tan enrevesados, y Oliver ha necesitado tantos engaños dentro de engaños para desactivarlos, que la serie se ha perdido entre viajes exprés a Nanda Parbat y miradas pensativas al infinito.
El impulso y la urgencia que la amenaza de Slade Wilson dio a la segunda temporada de 'Arrow' se han visto diluidos porque, en parte, Ra's no afecta tan personalmente a Oliver. Él asume el enfrentamiento con la Liga de los Asesinos porque su hermana Thea está en peligro, es cierto, y ese enfrentamiento tiene que hacerlo decidirse definitivamente por el tipo de vida que quiere llevar, y el tipo de persona que quiere ser. Pero le falta la "chispa" que le daba su conexión personal con Slade.
Una 'Arrow' desperdigada
La tercera temporada iba encaminada a esa lucha final con Ra's al Ghul, pero para llegar hasta allí se han abierto tal vez demasiados frentes. Teníamos a Thea entrenando con Malcolm, la investigación de la muerte de Sara, la aparición de Ray Palmer (que habría que meter en la columna de aciertos, aunque muchos espectadores no terminaran de verle la utilidad), las dudas de Oliver sobre si debe corresponder a los sentimientos de Felicity, la evolución de Laurel hasta ser Black Canary... Había muchas piezas en movimiento y muy pocas han conseguido encajar de un modo medianamente coherente.
Malcolm Merlyn, por ejemplo, es un personaje que a los guionistas claramente les gusta, pero que en estos capítulos ha estado más por estar que por otra cosa. Es una gran paradoja, porque es su manipulación de Thea para matar a Sara lo que pone en marcha los planes de Ra's al Ghul, pero como villano, Merlyn se agotó ya en la primera temporada. Ni siquiera la revelación final de sus verdaderos objetivos ha terminado de darle un sentido a las cosas que hacía y, sobre todo, a la alianza que forma con Oliver.
Ya hemos comentado antes que, en 'Arrow', los secretos pocas veces ayudan a darle más interés a sus tramas, y que nunca supiéramos qué se traía entre manos Queen (más unos flashbacks que aportaban muy poco hasta que se desvela su razón de ser al final) afianza aún más esa sensación. Sí, la serie lo emplea para crear conflicto con sus amigos y para hacer que éstos asuman sus propias responsabilidades dentro del grupo, pero faltaba ver cierta dirección, que todo estaba sirviendo para algo.
Black Canary y Ray Palmer
No todo ha estado perdido en esta tercera temporada de 'Arrow'. Uno de los aspectos más destacados ha sido la evolución de Laurel Lance hasta convertirse en Black Canary. Un personaje que se había pasado una temporada y media en los márgenes de la serie, sin que termináramos de verle una utilidad, ha pasado al centro de una manera bastante bien trazada y que promete grandes cosas si Marc Guggenheim, showrunner de 'Arrow', y compañía le dan cosas que hacer y la integran de verdad en el círculo justiciero de Oliver.
También la marcha de Roy, con su sacrificio personal para mantener la identidad secreta de Queen, ha sido uno de los mejores momentos de la temporada, del mismo modo que Ray Palmer ha resultado ser un soplo de ligereza y entusiasmo muy bienvenido en una serie que, a veces, se pasa de frenada en sus dilemas morales y en la tortura psicológica del pasado de Oliver. La oscuridad está muy bien, pero hay que saber manejarla y, este año, 'Daredevil' ha terminado ganando a 'Arrow' en su propio juego.
En realidad, el modo en el que el Team Arrow cuestionaba las decisiones de Oliver ha sido un acierto, porque el señor Queen podía tener un plan, pero éste no era comprensible ni demasiado coherente. En ese aspecto, al menos, han funcionado bien personajes como Diggle y Felicity, que este año se ha quedado un poco para poner el toque simpático cada vez que había crossovers con 'The Flash' y poco más. Al menos, Oliver y ella consuman su tensión romántica y dejan el final feliz de la temporada.
Un cambio de rumbo
Precisamente ese final parece apuntar a que veremos una 'Arrow' un poco diferente en la cuarta temporada. El último episodio tiene cierto aire más de cierre de serie, especialmente en lo que respecta a Oliver y su decisión de darse una oportunidad con Felicity (de la que no pasaría nada si se dedicara a utilizar más a menudo el traje de Atom) y de no volver a ser The Arrow. Lógicamente, tiene que acabar siendo Green Arrow, así que igual empezamos a ver esa transformación.
Marc Guggenheim ha adelantado que los capítulos que veremos en otoño serán un poco más ligeros, dando un cambio de rumbo a su justiciero perennemente perseguido por los fantasmas del pasado. Da la sensación también de que Damien Darhk va a ser el próximo gran villano, que esperemos que no caiga en la trampa de Ra's al Ghul, un personaje que seguramente sonaba mejor en el papel que como se ha visto después. 'Arrow' ha funcionado hasta ahora mejor con malos que se mueven en el entorno urbano de Starling City, y no tanto con legendarios asesinos milenarios. ¿Se acabará el mundo si Oliver empieza a sonreír más?
En ¡Vaya Tele! | 'Arrow', el catastrófico final que debería resetear la serie
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