La publicidad, esa cosa a veces tan dañina pero tan necesaria para la televisión y que tantas costras levanta de cuando en cuando. La herida más reciente y que ha provocado polémica ha sido el destrozo que la pauta única publicitaria ha hecho con ‘True Detective’. ¿Recordáis aquel fantástico plano secuencia del cuarto episodio de la primera temporada? Fue muy comentado no sólo porque en televisión la toma única es una rara avis –por todas las dificultades que entraña-, sino porque la ejecución es excelente.
Seis largos y tensos minutos que LaSexta cortó sin ningún miramiento.
La pauta única publicitaria existe porque los anunciantes aún consideran insuficientes por sí mismos los datos de las cadenas más pequeñas; no les renta. Llegará un momento en el que la especialización de perfiles (que mientras prevalezca la pauta carecerá de relevancia en el mercado televisivo) lleve a que esta práctica quede obsoleta, pero por una vez no voy a culpar a la publicidad del destrozo. Realmente es otro término el que más daño hace en este sentido: la competencia.
Ya sabemos que en Estados Unidos los cortes publicitarios se establecen desde el proceso de guión. Al escribir, los episodios se dividen (generalmente) en cuatro actos si es una hora comercial y dos si es media, separados por cortes deliberados y marcados donde se colocarán las pausas publicitarias correspondientes. Las cadenas respetan estos cortes. No es el caso de ‘True Detective’, hay que añadir, ya que los canales premium como HBO emiten su contenido sin interrupciones, y es patente en cadenas o servicios en esta línea (como Netflix) que los guiones se estructuran con otras intenciones y no condicionados por esta escaleta tan marcada.
El impulso inicial: proteger el producto
Aquí, creadores y guionistas de la ficción televisiva no saben dónde irá el corte publicitario. Alguien podría decir que no ser esclavos de esa escaleta da libertad, pero teniendo la certeza de que cortes va a haber, anticiparlos favorece enormemente a la construcción de la tensión dramática o del fluir cómico de una trama. Teniendo el control del esquema puedes manejar la expectativa, la anticipación y cuán involucrado se quiere al espectador en cada momento.
De hecho, en España se trabaja hasta sin saber cuándo se va a emitir (recordemos que en USA los episodios dedicados a fechas especiales como acción de gracias o navidad se emiten clavados, ya que los guionistas saben qué número de episodio cae en qué semana), incluso a veces sin tener asegurada siquiera la franja de parrilla. ¿Tarde? ¿Access? ¡Sorpresi!
Pero se asume y se escribe. Y después de haber trabajado para dos cadenas nacionales puedo afirmar y afirmo que las intenciones de la cadena son de proteger el producto en el que confía. Estrenar ficciones propias sin apenas publicidad o violar la esencia de la TDT apoyando los estrenos con el estreno multicanal son alguna de las prácticas comunes, pero también lo es el hacer una aproximación a encontrar un fragmento adecuado donde establecer el corte. Yo lo he hecho; buscar el minuto, el frame anterior y el frame posterior.
El número y la duración de las pausas publicitarias están establecidos por ley, y el departamento de programación sabe de antemano cuál es la escaleta inicial de cada franja horaria. Dónde le interesan los cortes. De esta forma se conoce de antemano ese margen de minutos sobre el que se puede trabajar el buscar el mejor corte posible. Pero ¿sirve de algo?
Buenas intenciones que mueren en el directo
En realidad no demasiado. Las intenciones están ahí, y el trabajo de selección de los cortes se hace. El problema es el directo; la competencia. En otros mercados, incumplir la programación es impensable; menudas se han liado en los iuesei porque American Idol se pasaba unos minutos de su tiempo y ‘Glee’ empezaba tarde, provocando que los episodios grabados DVRs mediante no tuviesen el habitual número final. En España, el «esta noche a las 22:15h» se traduce en las once menos algo.
Voy a ilustrar el problema que entraña la competencia con algunos ejemplos gráficos.
Al final, lo que mata el contenido es ese minuto a minuto de optimizar la publicidad, de pisar al otro, de aprovechar los cortes del contrario e ir primero y demás prácticas que piensan muy poco en los que están viendo el producto. Y aquí es donde entra la pauta única publicitaria, que culpable directa no es, pero sí es un factor agravante. Porque si los productos estrella del primetime de las cadenas principales sufren de todo esto, imaginad lo que debe importar lo que se está emitiendo en los canales secundarios.
Voy a acabar con una puntualización y es que en lo que respecta a las cadenas nacionales y el establecer los cortes de forma predeterminada, me he referido en todo momento a la producción propia. Cuando se trata de latas como la de ‘True Detective’, de las que se compran los derechos y se dejan en la videoteca hasta su emisión, es aún más complicado afinar, porque no es un producto que lleve un seguimiento ni un proceso dentro del engranaje de la cadena más allá de las necesarias comprobaciones técnicas de la calidad y niveles de la imagen y el sonido.
¿Se podría dedicar un departamento a revisar esos episodios y buscar momentos óptimos para el corte publicitario como se hace con la ficción nacional? Puede. Pero como espero haber demostrado, sería mayormente inútil.
En ¡Vaya Tele! | El plano secuencia en televisión
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