En otros países ya se ha puesto en práctica esta nueva forma de distribución a la que llaman cine “Oculto”. Y cuentan que con éxito. A partir de noviembre, en España también podremos sumarnos a la proyección de una película sorpresa antes de que esta se estrene para el público. Pero, ¿creéis que tiene sentido pagar por ver algo sin saber lo que es?
El Secret Cinema, que nació en Reino Unido en 2007 y al cual EE. UU. ya le ha echado el ojo, convoca a su público en un lugar que no se anuncia hasta el día del evento y acompaña las proyecciones de actuaciones de DJs y otras atracciones. Las convocatorias se hacen a través de las redes sociales. En algunos casos, las películas proyectadas son clásicos o cine de otras épocas, pero también ha habido preestrenos.
Las experiencias en su versión española se anuncian asimismo con muchas otras actividades, además del visionado, para que sea algo más que ver una película, para que se convierta en una noche especial. La idea, además, es que se creen comunidades: habrá quien conozca a otros aficionados y, si gusta, muchos se harán habituales de estas proyecciones. Los organizadores aspiran a crear un club exclusivo, de gente oculta, que tiene acceso a información privilegiada, ya que se adelanta a los estrenos, y que goza de experiencias exclusivas.
La forma más pura de ver una película
La propuesta, más que como modo de distribución, como forma de llevar gente hasta la taquilla… me parece interesante como experimento para los espectadores. Lo veo como una manera de depurar la experiencia cinematográfica y de comprobar qué diferencia de efecto tiene en nosotros ver algo sin previo conocimiento con respecto a el método habitual de elegir basándonos en comentarios, previos trabajos de componentes del equipo, imágenes… Podríamos pensar que es la forma más pura de ver una película, la única manera en la que nos garantizaríamos que nuestras reacciones son espontáneas y que el disfrute o rechazo del visionado no tiene con nada que aparte de con la película en sí misma.
En esta era de Internet, es muy habitual que acudamos a proyecciones de las que ya sabemos tanto y a las que vamos tan preparados que ya tenemos preformada incluso la opinión sobre el film que vamos a ver. Por lo tanto, no estaría de más la ausencia de predisposición. Claro que, en este sistema, nada nos dice que no hayamos oído hablar de la película previamente. Simplemente, no sabemos cuál es hasta que nos sentamos y se apagan las luces. De hecho, como ya te anuncian algún pequeño detalle para garantizar que venden entradas, de tratarse de una película importante, no sería muy difícil adivinar cuál es, si conocemos aproximadamente las fechas de estreno.
¿Os atrae la iniciativa? ¿Qué os llama más la atención: el no saber cuál es la película o todas las actividades que acompañarán a la proyección? Quienes asistáis al Roxy el 7 de noviembre, ya nos contaréis qué película os ponen y si os ha alegrado descubrir cuál era u os ha supuesto una decepción.
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