Lo de la adaptación cinematográfica de On the road, de Jack Kerouac, es como cuando te preguntan cuál noticia quieres saber primero, la buena o la mala.
La buena: tal parece que por fin van a filmar On the road. La mala: que José Rivera va a escribir el guión y que Walter Salles va a dirigir.
Aunque, bien mirado el asunto, hasta la buena noticia, parece una mala noticia.
Que vayan a adaptar al cine un libro de la envergadura de la novela de Kerouac es como para preocuparse. Toda adaptación es una traducción. Y ya saben lo que decía el gran Guillermo Cabrera Infante sobre el asunto: que traducir es trucidar.
Que Salles y Rivera sean los encargados de la tarea es como para echarse a llorar. Lo más curioso de todo es que Francis Coppola, productor ejecutivo del proyecto, asegura que antes no había encontrado la combinación perfecta de escritor y director para asumir tamaña responsabilidad. ¿Pero quiénes habían trabajado en el proyecto antes de Salles y Rivera? Pues nada menos que, en diferentes oportunidades, los escritores Barry Gifford (Perdita Durango) y Russell Banks (The Sweet Hereafter), y el guionista Michael Herr (Full Metal Jacket).
Como se recordará, Salles logró lo que parecía un imposible: hacer una mala película a partir de O Grande Arte, la genial novela del no menos genial escritor brasileño Rubem Fonseca. También fue el director de la lacrimógena Central do Brasil. Y, más recientemente, Salles y Rivera fueron los responsables de llevar al cine Diarios de Motocicleta, un aburrido libro sobre una de las etapas más aburridas y menos interesantes de la vida del Ché Guevara.
Así que, les tenemos una buena y una mala noticia.