El alcance de la pasión "fanboy"

Con la red literalmente en llamas desde que hace dos días se estrenara en todo el mundo 'Star Wars: el despertar de la fuerza' ('Star Wars: The Force Awakens', J.J. Abrams, 2015) ha sido muy complicado impedir desde la noche del jueves al viernes que vi este remake poco maquillado de 'La guerra de las galaxias' ('Star Wars', George Lucas, 1977), que el pensamiento volviera una y otra vez a dos horas y cuarto de proyección sobre las que ya hablé largo y tendido la mañana del viernes. Un discurso que, a falta del par de revisiones que seguro haré mientras la cinta siga en cartelera, mantengo punto por punto.

Complicado porque a cada comentario vuestro que leía en uno u otro sentido rememoraba lo que más y menos me había gustado del filme y, mucho más, porque todas las conversaciones que he mantenido con mi círculo más cercano han orbitado de forma inexorable alrededor del regreso a esta galaxia muy, muy lejana. Y precisamente es una de ellas, mantenida esta mañana vía Whatsapp, la que ha terminado por decantar una reflexión que desde el viernes ya empezaba a tener más o menos de forma recurrente: lo mucho que estamos dispuestos a defender a este Episodio VII perdonándole todo sólo por el mero hecho de pertenecer al universo de Star Wars.

Que J.J.Abrams ha rodado una cinta como "fanboy" dedicada a los "fanboys" es algo muy evidente tan pronto como uno empieza a dar cuenta de la miriada de detalles que hay esparcidos por el filme y, aún más, por tratarse éste en esencia —como decía en el primer párrafo— de un "remake", "reboot", "reinstallment" o cómo diantres queráis llamarlo del Episodio IV. Pero, ¿hasta qué punto el "fanboy-ismo" está cegando a los espectadores? ¿cuánto es lo que estamos dispuestos a pasar por alto en aras de defender lo que a mi parecer es indefendible? Respuestas: mucho y, al parecer, TODO y más.

¿Mejor que 'El imperio'? ¿Perdón?

Me ha parecido paradójico encontrarme con una inmensa cantidad de opiniones al respecto de Episodio VII que, admitiendo sus muchas fallas, el bajón de ritmo del segundo acto y lo poco que aporta a la historia, lo mal que funcionan los personajes clásicos y lo desaprovechado de algunos nuevos, la falta de empaque emocional que conlleva el "momento" del filme...en fin, todo aquello que servidor ponía de manifiesto en su valoración de hace dos días, sean todavía capaces de afirmar con toda rotundidad que la cinta es "la caña" y que "supera al Imperio" —en referencia, obviamente, a 'El imperio contraataca' ('Star Wars: Episode V - The Empire Strikes Back', Irvin Keshner, 1980).

Sólo considerando una pasión desbordada capaz de llegar a anular el juicio crítico, pueden asumirse valoraciones como las que acabo de apuntar; valoraciones que, sobre todo, no parecen tener en cuenta una premisa bastante simple: si no estuviéramos hablando de Star Wars y lo que hubiera que valorar fuera una cinta cualquiera de fantasía, me "juego el pescuezo" a que todas las trabas que se le pueden interponer a Episodio VII bastarían para echar por tierra dicha hipotética producción teniéndola en una estima infinitamente menor que la que mucho público está demostrando hacia este primer escalón en la nueva trilogía galáctica financiada por Disney.

Un escalón que parece abocado a polarizar más que nunca a la opinión y que, esperemos, sea solo el atribulado comienzo de una trilogía que, en manos de Rian Johnson a los guiones, recupere el norte, se deje de forzadas genuflexiones hacia los fans y trate con solidez y mejor criterio cinematográfico la riqueza que todavía encierra a manos llenas la cosmología de Star Wars. Esa será la llama que mantenga viva la esperanza durante los dos años que nos separan del Episodio VIII. Hasta entonces, que la fuerza os acompañe.

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