De cómo Robin Williams marcó nuestra infancia

De cómo Robin Williams marcó nuestra infancia
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Menudo palo. Con la inesperada muerte de Robin Williams, se ha ido un genio de la comedia, del drama y hasta del musical, porque no nos engañemos: el actor hizo reír, pero también supo hacer llorar y conmover como nadie hasta el punto de convertirse en todo un símbolo de mentor, de maestro gracias a su John Keating. Analizando la filmografía de Robin Williams demuestra que nos regaló grandes papeles, pero también nos ha hecho darnos cuenta de que fue parte importante de nuestra infancia –o al menos para la gente de mi generación–.

Haciendo repaso a algunas de las películas que más veía cuando era pequeña, una se da cuenta de que Robin Williams protagonizó, al menos, tres de ellas, por no hablar de su participación en otra y dejándome algunas en el tintero. Por Robin Williams y por mi yo de cinco años que quería viajar con él al País de los Niños Perdidos, un repaso a esos fantásticos momentos que Robin Williams regaló a nuestras infancias.

'Hook'

El 1991, Steven Spielberg en toda su genialidad estrenaba 'Hook, el capitán Garfio' ('Hook'), una película de aventuras que suponía la continuación del cuento de 'Peter Pan' de J.M Barrie, en la que se nos contaba como Peter Pan sí que creció, pero ya en la edad adulta se enfrenta a su gran enemigo el capitán Garfio –nada más y nada menos que Dustin Hoffman–, con la ayuda de Campanilla –Julia Roberts– y los Niños Perdidos, para salvar a sus hijos de sus garras.

Sin ser excesivamente brillante y haber recibido malas críticas, 'Hook' consiguió convertirse en la película de la infancia de muchos gracias a su comicidad, sus escenas de aventuras y el gran trabajo de Robin Williams al redescubrir al Peter Pan que llevaba dentro. Y rever esta película en la edad adulta supone volver a la infancia de forma inmediata y un montón de pensamientos alegres.

'Popeye'

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En 1980, Robert Altman ya era un reputado director de cine con dos nominaciones al Oscar al Mejor Director a sus espaldas por 'MASH' (1970) y 'Nashville' (1975), cuando le llegó la propuesta de Paramount y la Disney de llevar a la gran pantalla al personaje de cómic 'Popeye, el marino'. Una película familiar de importante presupuesto que no obtuvo los resultados esperados y fue vapuleada por la crítica pero que supuso el primer papel protagonista de Robin Williams en el cine.

Robin Williams, que ya era un rostro popular en la televisión estadounidense, sacaba a relucir en 'Popeye' toda su comicidad y expresividad vestido de marinero y enfundando grandes –y falsos– músculos en sus brazos. Y lo siento, aunque muchos duden de su calidad, a mí siempre me gustará volver a verla y cantar junto a Williams eso de "I yam what I yam".

'Las aventuras del Barón de Munchausen'

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Sólo alguien como Robin Williams podía convertirse en el Rey de la Luna que soñó Terry Gilliam para 'Las aventuras del Barón de Munchausen' ('The adventures of Baron Munchausen', 1988). Un rey que separaba su cabeza del cuerpo, un rey excesivo, esperpéntico, escandaloso y algo inquietante. Un papel secundario casi hecho a la medida del actor.

Con un peinado imposible y la cara pintada de plata, Robin Williams moría de celos ante el coqueteo del Barón de Munchausen –interpretado por John Neville– con la reina, y les hacía la vida imposible sólo con la expresividad de su rostro. Todo un clásico de la infancia. Por cierto, algunos años después, Williams repetiría con Terry Gilliam en uno de los mejores papeles de su carrera 'El Rey Pescador' ('The Fisher King', 1991).

'Jumanji'

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Allá por 1995, Robin Williams ya era el rey de la comedia familiar. Hacía dos años que había dado vida a esa entrañable 'Señora Doubtfire' ('Mrs. Doubtfire', Chris Columbus) y 4 de que se enfundará las medias de Peter Pan. Ahora se metía en la piel de un hombre que había vivido atrapado en un peligroso juego de mesa durante años y volvía al mundo real para hacerlo desaparecer junto a dos niños y la chica con la que jugó al juego por última vez.

Era 'Jumanji' (Joe Johnson, 1995), una película basada en un relato infantil, que hizo que más de uno –yo incluída– viera con otros ojos los juegos de mesas y soñara secretamente con que al tirar el dado la casa se convirtiera en una jungla llena de peligros y misterios. Robin Williams era, aquí, el héroe algo patoso pero encantador que salvaba al mundo de un peligroso juego de mesa.

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