Llevo ya unos cuantos días reflexionando sobre algo que escribió en su columna de El país Diego Galán a propósito de cómo entienden el cine las nuevas generaciones y que ciertamente me ha sorprendido, porque hace hincapié el tipo de cine que ahora se realiza y nos toca vivir.
No es ésta la primera vez que asoma en esta cámara un jovencito alumno de la Escuela de Cine que tuvo el desparpajo de decir en público que la historia del buen cine no había comenzado hasta que llegó Tiburón, de Steven Spielberg, y que lo filmado anteriormente habían sido simples apuntes y ensayos encaminados a esa cima máxima de la cinematografía. Se trataba, evidentemente, de un perfecto mequetrefe que, sin embargo, no parece estar solo. Otros como él, futuros cineastas, están en parecida onda. ¡Socorro!
Y ciertamente, el párrafo me deja asombrado. ¿De qué tipo de cine había vivido Spielberg antes de convertirse en director? Además, sus primeras películas tienen continuas referencias a clásicos, que el alumno de buenas a primeras considera meros ensayos.
Esta reflexión de las nuevas generaciones, la uno a esto otro comentario de Jonathan Rosenbaum, que es una referencia en el mundo de la crítica cinematográfica que sostiene algo que para cualquier amante del cine sería una herejía
Welles no podría estrenar hoy 'Ciudadano Kane' a causa de las pruebas de mercado que se hacen en Hollywood. [En realidad], muy pocas películas suyas las pasarían. Ciudadano Kane fue posible gracias a un contrato muy poco corriente que le otorgó todo el control. Mucho hay que buscar para dar con algún cineasta actual que goce de tanto control, al menos en el cine comercial de alto presupuesto de Hollywood.
Lo dice, con conocimiento de causa, alguien que participó en el montaje de Sed de mal (otra obra cumbre del cine y de obligado visionado para saber cómo se debe rodar una secuencia en un travelling), y la ultima película que hizo Welles para Hollywood. Dos apuntes realmente aterradores.
Lo preocupante quizá sea que no enseñamos a las nuevas generaciones a descubrir esas grandísimas películas que las televisiones sólo emiten a altas horas de la madrugada por la simple razón de que nadie las ve. Pero recuerdo que cuando sólo había una cadena, TVE y La 2, en la época de Pilar Miró como directora de televisión, tuvo el acierto de programar una serie de ciclos excelentes, donde pudo descubrir, todo el cine americano de Hitchcock, a Billy Wilder a través del ciclo dedicado a Jack Lemmon, las geniales interpretaciones de este soberbio actor, otro sobre cine negro y otro más sobre John Huston (La jungla de asfalto, El Halcón Maltés), y uno más sobre Cary Grant que me valió para descubrir a Howard Hawks, y otro sobre grandes obras maestras del cine de oeste, que me acercó a un monumento como es Centauros del desierto... Y continuaría enumerando ciclos y más ciclos, que tuvieron la virtud de hacerme con una cultura cinematográfica.
¿De todo eso que queda? Ahora mismo nada, porque es difícil justificar en una cadena un ciclo de este estilo, más cuando los derechos de emisión están tan repartidos. Y además tanto Garci como Gasset no son más que dos islotes que tienen cada vez más complicado defender sus puntos de vista (a uno le retiran el programa, y el otro sobrevive como puede, pero con unas dosis de ironía antológicas, en las madrugadas a las que ha sido desterrado). Panorama triste, si hay más estudiantes que piensan como al que se refiere Diego Galán. Por eso su reflexión final en la columna:
Hay cine para recordar, analizar y hasta para disfrutar, materia en la que actualmente se comprometen festivales, filmotecas, academias y asociaciones. Hay aún mucho que aprender, crea lo que crea el estudiante. Habrá que ver lo que él filme.
Así será. Sólo espero que recapacite sus palabras, porque desde luego Spielberg no ha inventado el cine, aunque Tiburón sea su mejor película, y creo que por esa época no aguantaría un pulso con Coppola. Las cosas como son.
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